RINITIS
Y
BIODESCODIFICACIÓN
La rinitis es una molesta inflamación de la mucosa nasal que,
en cualquiera de sus variantes, se presenta acompañada de uno o varios
síntomas inequívocos como estornudos, ojos llorosos o diversas alteraciones nasales.
Además del picor habitual, con la rinitis aparecen secreciones nasales
líquidas transparentes. Es muy común que la congestión propia de la rinitis provoque
también escozor y lagrimeo de los ojos, sobre todo al comienzo del día.
Aunque algunos síntomas son comunes, no debe ser confundida con el resfriado,
ya que éste implica la existencia de fiebre y su vigencia no suele prolongarse más de diez días.
La rinitis manifiesta la existencia de situaciones de peligro, miedo, rechazo y separación.
Debido a la inflamación de las mucosas nasales, las personas con rinitis
ven disminuida su capacidad respiratoria.
Esto explica por qué es tan frecuente que quienes sufren esta enfermedad
puedan acabar presentando también sinusitis y otras alteraciones como dolores
de cabeza, trastornos del sueño e irritabilidad.
Desde un punto de vista biológico y simbólico, las anomalías y dolores relacionados
con la nariz hacen referencia al reconocimiento que uno tiene de sí mismo.
Cuando, además, se ven implicados los senos paranasales, normalmente es
porque nos irrita y nos molesta la presencia de alguien o de algo que forma parte
de nuestro entorno habitual.
Descargamos nuestras frustraciones contra eso o contra esa persona,
culpándole de nuestros males. Los problemas que disminuyen o alteran nuestra
capacidad olfativa o respiratoria manifiestan que encontramos dificultades para
sentir auténtica y libremente la vida porque existe algo o alguien que nos genera
asco, rechazo o miedo a sufrir, ya sea por mí mismo o por un ser querido.
Hay un anhelo inconsciente de no querer oler a alguien que rechazamos
o no querer oler algo que nos suscita alarma o temor. Nunca se trata, por tanto,
de presencias esporádicas sino habituales.
La descodificación biológica de la rinitis pone de manifiesto
que siempre existe un conflicto de separación.
De modo más concreto, la rinitis muestra que la persona que la padece
vive inconscientemente un conflicto de separación con sensación de peligro;
anticipa de forma negativa y pesimista problemas que aún no han tenido lugar.
Es decir, peligros que todavía no se han hecho presentes ni probablemente visibles.
Problemas que quizá la persona sólo pueda llegar a intuir; pero que
todavía no visualiza. Biológicamente, la persona que tiene rinitis constata con los
síntomas propios de esta enfermedad que vive inmersa en una situación de angustia;
intuye y “olfatea” algo peligroso, sucio. Sospecha que se está tramando o forjando
algo que le puede resultar lesivo.
Por todo ello, es muy común que la rinitis exprese el deseo de expulsar
del territorio o de las inmediaciones algo o a alguien sospechoso o potencialmente peligroso.
Cuando estornudamos, expresamos a través de nuestra biología un
anhelo –normalmente inconsciente- de expulsar o alejar
algo o a alguien de nuestras inmediaciones.
Cuando el estornudo se presenta de forma reiterada, como suele ocurrir cuando
se tiene rinitis, es porque se siente una gran contrariedad referida a alguien cercano o
con respecto a una situación que provoca rechazo, asco, disgusto.
Si, además, hay prurito o picor nasal, la persona vive con insatisfacción y
remordimientos las situaciones previamente descritas. Es decir, rechaza y desea
alejarse o alejar a alguien; pero, al mismo tiempo, pueden surgir dudas internas que
le hagan reprocharse esa actitud.
La persona puede culparse de su propia agresividad respecto a la situación
o persona objeto del rechazo. Hay, por tanto, una agresividad reprimida
conscientemente que se expresa inconscientemente a través del estornudo; pero,
a la vez, inseguridad y contrariedad hacia uno mismo.
Por otra parte, la rinorrea que acompaña siempre a la rinitis, o sea,
el drenaje y la secreción nasal líquida, expresa biológicamente una callada
petición de ayuda, una falta de autovaloración.
Simbólicamente, la persona con rinorrea reprime un llanto infantil y adopta
una actitud de víctima.
Dependiendo de la duración de los síntomas, debemos considerar rinitis aguda,
o catarro nasal, por un lado, y rinitis crónica, por otro.
La rinitis aguda es la que se manifiesta por períodos inferiores a seis meses;
mientras que se considera rinitis crónica a la que puede aparecer y desaparecer
incluso durante años.
En ambos casos, los síntomas habituales son los previamente descritos, es decir,
picores en la garganta y la nariz, estornudos intensos, secreción y congestión nasal.
Cuando la rinitis es crónica manifiesta biológicamente un conflicto de separación
referido a algo que se considera sucio, asqueroso.
Si, además, esa rinitis crónica es inflamatoria pone de manifiesto ira y rabia
reprimida en la persona con respecto a eso que le provoca asco y rechazo, es decir,
el contacto episódico con esa situación termina generando en la persona una
especial susceptibilidad al respecto.
Si atendemos a las causas que provocan esta enfermedad para establecer una
clasificación de los diversos tipos, distinguimos entre rinitis alérgicas y no alérgicas.
Se calcula que aproximadamente un 40% de las personas sufren cualquier tipo de
rinitis a lo largo de su vida, sobre todo la alérgica.
Las rinitis alérgicas son las más comunes, ya sean persistentes (también
llamadas perennes) o intermitentes (conocidas también como estacionales).
La rinitis alérgica representa un conflicto de hedor y suciedad; hay deseos de
separarse de algo o de alguien que, real o simbólicamente, se rechaza porque produce
asco o porque se intuye que representa un peligro potencial.
Como toda alergia, este tipo de rinitis activa un programa de
rechazo para evitar determinadas situaciones que en el pasado fueron vividas con
rabia y que quedaron etiquetadas en nuestro inconsciente como peligrosas o tóxicas.
Por tanto, la rinitis alérgica constituye una “alarma”.
Entre las rinitis no alérgicas se consideran diversos tipos, como la infecciosa,
producida por virus; la medicamentosa y la vasomotora, provocadas por el uso
de determinados medicamentos; o la rinitis física, que surge en situaciones de frío y humedad.
Entre las rinitis no alérgicas se considera también la del embarazo. Este tipo de
rinitis expresa cómo la mujer anticipa escenarios futuros; visualiza y presiente miedos
e incertidumbres con respecto a su nueva condición de embarazo y, sobre todo, a los
cambios que deberá asumir en la vida con su nuevo rol de madre.
Otra rinitis no alérgica es la mecánica, que aparece habitualmente por la
presencia de vegetaciones y tumores, o por la desviación del tabique nasal.
Por último, entre las rinitis no alérgicas se encuentra la más traumática,
la atrófica, en la que ya se observa una degeneración del cartílago nasal
que origina frecuentes sangrados.
Biológicamente, la rinitis atrófica muestra un rechazo más profundo, un deseo
de no volver a exponerse a situaciones o personas previamente rechazadas. Otras
veces, la rinitis atrófica pone de manifiesto que la persona, pese a todo, no logra
dar salida a sus descontentos; sigue reprimiendo su cólera y, por tanto, no logra superar
o controlar la situación conflictiva.
La persona que sufre cualquier tipo de rinitis debe analizar las situaciones
y personas que forman parte de su vida habitualmente y qué posibles conflictos
y contrariedades le causan su cercanía, su presencia o su existencia.
Es necesario que tome conciencia de qué o quién le están causando temor,
sensación de peligro, rabia, preocupación, ira, asco o rechazo.
Precisamente, esa toma de conciencia le va a permitir contemplar esas situaciones
o relaciones de modo muy distinto porque podrá comprender que para alcanzar la
coherencia emocional debe pasar a la acción.
Debe atender los mensajes que su inconsciente le está enviando a través de su
biología y llevar a cabo los cambios precisos en situaciones de su vida o en las
relaciones que mantiene.
Sólo así, revisando y corrigiendo aspectos de su vida,
podrá liberarse definitivamente de la rinitis.
Fuente: www.dbr-casla.com