LUMBALGIA Y SIMBOLISMO AFECTIVO
Llamamos lumbalgia o lumbago a la contractura muscular localizada
en la parte baja de la espalda por un síndrome músculo-esquelético.
Es decir: trastornos en la zona lumbar relacionados con las vértebras lumbares y
estructuras de los tejidos blandos como músculos, ligamentos, nervios y discos intervertebrales.
Por su duración, la lumbalgia puede ser aguda, si dura menos de 6 semanas; subaguda, cuando dura entre 6 semanas y 3 meses; o crónica, si le malestar se prolonga durante más de 3 meses.
La lumbalgia surge por conflictos de inseguridad,
culpabilidad e impotencia
Si atendemos a sus características, consideramos cuatro tipos distintos de lumbalgia:
1. Lumbalgia aguda sin radiculitis : manifiesta un dolor lumbar de
aparición inmediata y repentina que se puede extender por la pierna,
normalmente sin bajar de la rodilla. Suele estar causada por una torsión
del tronco o un esfuerzo de flexo-extensión.
2. Compresión radicular aguda : se trata de una inflamación de una raíz
nerviosa, casi siempre causada por hernia discal.
3. Atrapamiento radicular : provocada por procesos degenerativos que dan
lugar a la irritación de la raíz nerviosa.
4.Claudicación neurógena : ocasionada por dolores musculares de naturaleza nerviosa.
Sentido biológico de la espalda
En su conjunto, la espalda representa biológicamente nuestro sistema de apoyo.
Cuando sufrimos dolores en la espalda es porque no nos sentimos apoyados
o porque soportamos inconscientemente cargas que consideramos que no nos
corresponden. Falta de apoyo en la vida.
Los problemas de espalda aparecen especialmente en personas propensas o
dispuestas a saturarse de trabajo, de responsabilidades y de presión,
por encima incluso de sus capacidades. Por otra parte, es habitual que las personas
propensas a sufrir dolores de espalda enfrenten en sus vidas problemas económicos o
sientan una falta de apoyo económico.
El hecho de asumir demasiada responsabilidad sobre nuestras espaldas pone
de manifiesto tanto ansias ocultas de grandeza como complejos de inferioridad y
tentativas de hacer todo lo posible para ser amados y reconocidos.
Los malestares en la parte superior de la espalda expresan carencias de
apoyo emocional; sensación de no ser amado, reconocido o entendido.
La parte media de la espalda, en cambio, pone de manifiesto sentimientos de
culpabilidad y apego excesivo a conflictos del pasado.
Por último, la zona lumbar, o parte inferior de la espalda, pone en evidencia sobre
todo sentimientos de falta de apoyo económico o miedo a la carencia de dinero y de
bienes materiales. La causa no está tanto en la falta real de dinero y de bienes materiales
como en sentir esa carencia o esas dificultades económicas y materiales. Se trata, por tanto,
de la creencia asociada a esa carencia económica más que la existencia real de dicha carencia.
Desde el punto de vista biológico, la parte baja de la espalda es el área
del “tener”, ya sea dinero, bienes materiales, inmuebles, títulos, reconocimientos, etc.
El dolor en la zona lumbar es un claro aviso del inconsciente de que la persona reclama
y necesita apoyo aunque no se atreva a reconocerlo o a pedirlo. Personas físicamente
muy capaces y activas para las que lo material representa un seguro, una garantía,
el mejor apoyo. Pueden llegar a establecer la equivalencia entre el número de bienes
materiales que poseen y su valor personal. Por esa manifiesta capacidad y actividad física,
esas personas son reacias a pedir a los demás la ayuda que precisan.
En otros casos, el lumbago es la respuesta biológica a conflictos de dirección
en la vida porque la persona afectada se encuentra indecisa y con dudas frente sus
proyectos vitales de futuro.
La lumbalgia también surge cuando hay sentimientos de impotencia y de
inseguridad afectiva: conflictos relacionados con la sexualidad, vividos con culpabilidad.
Cuando hay pinzamiento de los discos lumbares es porque la persona se
impone demasiada presión para conseguir ser amada. Por tanto, la parte inferior
de la espalda está muy vinculada a la sexualidad. Cuando se viven conflictos sexuales
o se reprime la energía sexual, puede aparecer la lumbalgia.
Además, cada vértebra lumbar tiene su propio significado.
En función de la que esté afectada, el lumbago expresa distintos conflictos e informaciones:
L1: La persona vive con impotencia un conflicto frente a alguien o a algo;
situación que desearía controlar, pero que no puede cambiar o evitar. También son
conflictos internos porque la persona no se permite realizar algo que desea. Cuando
L1 está afectada pueden surgir enfermedades relacionadas con el intestino y el colon,
u otras como estreñimiento y disentería.
L2: Esta vértebra nos habla de la flexibilidad hacia uno mismo y hacia los demás.
Pueden ser personas que no se permiten disfrutar de los placeres de la vida.
Que viven distintas situaciones con amargura y soledad a causa de su timidez. Personas
con tendencias depresivas, que suelen ver las cosas con el filtro de la negatividad y desde
el victimismo. Una L2 en mal estado suele conllevar problemas abdominales y de
apéndice o en las piernas, como varices.
L3: Expresa que la persona vive inmersa en situaciones familiares tormentosas
sin otorgarse el permiso para decir no por temor a ser juzgada o excluida. Interpreta,
por tanto, un rol de “buena persona”, mostrando ante los demás una gran flexibilidad
aparente; pero esta actitud puede generar frustración en uno mismo al tener que postergar
o sacrificar los deseos propios reprimidos. Cuando L3 se encuentra en malas condiciones
pueden surgir dolencias en los órganos genitales, en el útero (en la mujer), en la vejiga
o en las rodillas (artritis e inflamación, principalmente).
L4: A la persona le cuesta “digerir” su realidad cotidiana porque hay algo
en ella que no le satisface, no le agrada. Ese sentimiento puede llevar a la persona a
refugiarse en una “realidad paralela”, supuestamente más placentera, cayendo
fácilmente en la pasividad y la dejadez. En realidad, la persona con L4 afectada lo que
busca es protección, aislándose y protegiéndose para no verse influenciada por las
personas o situaciones que le rodean, sobre todo para preservar su sensibilidad ante lo que
puedan decir los demás. Cuando la vértebra L4 está en mal estado suelen aparecer
dolores en el nervio ciático y, en el caso de los hombres, en la próstata.
L5: Suele obedecer a situaciones vividas con disgusto y frustración; dificultades
para mostrarse auténtico en el plano afectivo. Son personas que necesitan valorar
lo que tienen y, por ende, cultivar sus relaciones interpersonales en lugar de inventar
excusas para evitar las cuestiones importantes desde el punto de vista afectivo. Suelen
ser problemas con los colaterales (personas de la misma generación): parejas, amantes
o hermanos. Una L5 afectada habitualmente está asociada a dolores en las piernas,
particularmente desde las rodillas hasta los pies.
Cuando L5 se ve afectada conjuntamente con L4 se pone de manifiesto la existencia
de conflictos en los que la persona no piensa o no siente del mismo modo que sus seres
más próximos. Específicamente, en el caso de las mujeres esa discordancia suele estar
referida a otros miembros de la familia. En el caso de los hombres, en cambio, suele
referirse más comúnmente al ámbito laboral.
Si la afección de L5 implica también a S1 (primera vértebra del sacro) es porque
hay historias de desvalorización sexual desde nuestro entorno hacia nosotros. Situaciones
vividas como traición y golpe bajo, como por ejemplo infidelidades.
La persona que desea curar su lumbalgia debe estar dispuesta
a emprender un camino de búsqueda y reaprendizaje.
En primer lugar, debe aceptar que tiene derecho a querer y a tener bienes
materiales, que no hay nada malo en ello aunque en lo más profundo siempre haya
pensado –o creído- que no está bien querer demasiado lo material.
Debe, asimismo, aprender que no se puede ni se debe ser perfecto siempre.
Tiene que concederse el derecho a sentirse incapaz o impotente en alguna ocasión
o frente a determinadas situaciones sin culparse por ello.
Es necesario que aprenda a expresar sus penas, sus alegrías, sus dudas, sus
temores y, si las hubiera, sus frustraciones. En definitiva, mostrarse auténtico hacia sí
mismo y hacia los demás, sin reprimirse.
Aprender a escuchar su voz interior, su diálogo interno, para recuperar el dominio
de su vida y, con ello, superar el desánimo. Expresar libremente sus sentimientos
para desahogarse y liberarse de cargas y lastres superfluos e innecesarios.
De ese modo, la persona obtiene mayor autonomía y podrá liberarse con más
probabilidad de la lumbalgia.
Fuente: extracto del artículo de Jesús Casla