C A U S A S E M O C I O N A L E S
D E L A O B E S I D A D
Desde el punto de vista simbólico, las personas que engordan,
en realidad lo que hacen es “protegerse” de los demás,
o de algún tipo de situación o trauma instaurado en su cabeza.
En la obesidad no se acumula masa ósea, ni muscular, ni se agranda
ningún órgano, ni se llena ninguna cavidad de aires malignos. Lo único
que se acumula bajo la capa de la piel es una cantidad de grasa (energía
estancada) que no se va a usar y se retiene una cantidad de líquido
(emociones tóxicas), que el organismo no puede eliminar.
Las células del cuerpo de una persona obesa, obedecen una orden
de acumular grasa, y como sea, de no soltarla, “no quemarla”. Centrándonos
en la grasa, ésta podría considerarse como un elemento comodín que el cuerpo,
obediente como marinero a las órdenes del patrón, el inconsciente, las sitúa
estratégicamente con distintas intenciones, tantas como obesos.
Tres ejemplos:
1.- En el abdomen, para defenderse de ser adulto. Tomamos forma
de bebé barrigón. Puede que el árbol familiar ataque a los niños cuando “espigan”.
En el abdomen también, para simular un embarazo. El árbol genealógico te acepta
como madre, no como mujer.
2.- En las caderas y muslos para ocultar el talento creativo y la libertad
de expresión artística. El árbol familiar asignó a otra persona este territorio,
o hay una prohibición total al desarrollo libidinal, en beneficio de otro de los egos,
por ejemplo el intelectual o el material.
3.- En todo el cuerpo a consecuencia de un abuso sexual. Puede provocar que
asociemos “la belleza” con “la agresión”. Es decir, si soy bella soy blanco de
agresiones sexuales, por lo tanto engordo y de ese modo nadie me mirará,
ni me deseará sexualmente. Es una forma de defensa para estar a salvo.
Desde la perspectiva de Naska Groppaglio, la obesidad, así como la delgadez,
las jorobas, etc. se utilizan para integrarse en el “clan familiar”.
Cuando no hay suficiente espacio en familias con muchos hijos, cuando uno
nace no deseado, del sexo opuesto al esperado, es posible que el cerebro más
primitivo encuentre estrategias de supervivencia que responden a estos patrones.
También hay personas que establecen su prioridad en el ahorro, en no gastar
ni un centavo. Son las personas que no invierten, sólo acumulan. La obesidad
podría ser un síntoma de esa disposición, del miedo a que le falte. Como un seguro
a todo riesgo, donde la grasa es “el seguro”.
Detrás de la obesidad también puede haber una madre dominante, posesiva,
que ejercía un control estricto sobre su alimentación, sus pensamientos, sus
sentimientos y su creatividad. En este sentido, la obesidad representa una
oposición inconsciente a la autoridad materna que abusó de nosotros.
Un ejemplo puede aclararlo: Una niña empezó a engordar para que su madre
la quisiera y se preocupara de ella como de su abuela que había enfermado y ahora
estaba en su casa robándole toda la atención.
Alejandro Jodorowsky dice que cuando uno sufre un abuso, eso se sigue repitiendo.
Hay que eliminar de la mente el símbolo del abuso y romper la fijación con un
acto psicomágico. En este caso le recetó que comprara tantos kilos de huesos
para perros como los que ella tenía en estos momentos de sobrepeso. Llevar toda
esa carga en una carretilla hasta el cementerio donde estaba enterrada su abuela y
decirle: “abuelita, estos kilos son tuyos, no son míos, me libero de esta carga”.
También debería llevar miel para endulzar y que no fuera un acto hostil.
N o t i c i a s r e l a c i o n a d a s c o n l a o b e s i d a d
Una noticia apunta que el estómago puede actuar como un “segundo cerebro”.
Se ha descubierto toda una red neuronal de entorno a cien millones de neuronas
en el conducto intestinal. De esta manera, lo que se conoce como “sentimiento
intestinal” es el nudo en el estómago que todos conocemos. A riesgo de
equivocarnos, podemos pensar que en este rudimentario “cerebro” el hambre de
amor, de atención y de ternura lo satisfacemos con exceso de alimento.
Otra noticia habla de una especie de “interruptor biológico” de la obesidad,
que ofrece la posibilidad de manipular la presencia o ausencia de grasa en zonas
anatómicamente estratégicas del cuerpo. Ese interruptor se activa sobre todo por
el estrés crónico. Este hallazgo explicaría por qué hay personas que durante sus
vacaciones, pese a los habituales excesos del verano, pueden llegar a perder peso
al alejarse temporalmente de sus presiones y preocupaciones cotidianas.
La última de las noticias que vamos a comentar es una especie de “programación
enferma” que advierte que pronto habrá una epidemia de cáncer de estómago en
los países desarrollados, según han alertado expertos en esta patología. Para estos
expertos, la causa de este incremento podría tener relación con la obesidad.
Sería interesante, y sobre todo positivo, complementar lo que los especialistas
médicos aconsejan respecto a dietas y ejercicios para sanar la obesidad, con una
mirada diferente a la misma, entendiendo la obesidad como un mensaje que el cuerpo
nos manda para sanar lo que hay en su raíz.
Debemos preguntarnos:
-¿Qué sentido metafórico tiene acumular la grasa o el líquido
en este lugar de mi cuerpo?
-¿Qué es lo que en realidad acumulo y para qué?
-¿Por qué no dejo fluir la energía y las emociones?
-¿Qué oculto tras la grasa?
-¿A quién o a qué me parezco con esta imagen?
-¿He sido visto por mis padres?
-¿He tenido suficiente espacio para crecer entre mis hermanos?
-¿Estoy alimentando mi falta de amor con exceso de comida?
Fuente : Dr. Salomon Sellam