TIPOS DE MADRES, TIPOS DE HIJAS
Las relaciones madre e hija están nutridas de reflejos y
de barreras, a veces infranqueables. Constituyen el núcleo de
nuestra identidad femenina, de cómo somos, de cómo sentimos,
de cómo pensamos y de cómo hacemos.
Etimológicamente MADRE procede del latín mater y signfica
hembra que ha parido, hembra respecto de su hijo o
hijos, matriz en que se desarrolla el feto.
HIJO/A procede del latín filius y significa persona o animal
respecto de su padre o de su madre, persona que
proviene o sale de otra por procreación.
En un principio no existió más filiación que la consanguínea
con las madres, pues ellas eran el referente cultural de todos
los individuos. La madre es el ser que nos libera de la angustia
de la posibilidad de hacer aparecido por generación espontánea.
Las primeras madres míticas son mujeres solas, cabezas de
clan, especie de divinidades femeninas, en tanto que representan
las primeras adquisiciones culturales de la humanidad.
Las madres transmitían el conocimiento y sus experiencias,
pero, al llegar el patriarcado, perdieron su propia historia.
La mujer, la madre, fundamentalmente mediante la observación
continuada de su cuerpo, descubre el papel del varón
en la fecundación y se lo hace saber.
Existen tantos tipos de madres como mujeres hay en
nuestro mundo, y a su vez, tantas hijas que padecen durante
toda su vida los resultados de una herencia adquirida de
sus progenitoras... La madre que escucha responde a su hija
según ésta es y según ésta actúa. No se rige por sus propios
deseos ni por la imagen de sí misma que sobre su hija proyecta
y aprende a tratarla, no como la niña que fue, sino como una
mujer. Del mismo modo, la hija se dirigirá a su madre como
una adulta, y no como la mujer que adoró y también odió.
Así, en su momento, la separación no será tan dura, ya que
ha comenzado el proceso de desvinculación desde el
nacimiento y se desarrollará a lo largo de toda la vida.
Cuando se detiene el proceso de crecimiento en la relación
madre - hija aparece una trampa psicológica que reconocerán
siendo adultas, cuando ambas identifiquen sus necesidades.
Existen hijas que odian a su madre y otras que la adoran, cada
relación es diferente y, a su vez, fascinante. La vida de una
madre es de ella, y la vida de una hija de sí misma.
A muchas de nosotras nos han educado para creer que el amor
de madre es único y diferente de otros tipos de amor. La primera
lectura que hacíamos en el colegio nos aseguraba: "mi mamá
me ama". Mamá no podía equivocarse, ni dudar, tampoco ser
ambivalente ni contradictoria, como sucedía en otros amores.
Después escuchábamos el refrán "de tal palo tal astilla", y surgía
el mito de la madre perfecta y la hija buena y también
perfecta, que en pronto se desmoronaba y
se quedaba fuera de la realidad.
Muchas veces nos hemos preguntado: ¿los vínculos madre e
hija van más allá del tiempo?, ¿por qué rechazamos los gestos
corporales y los giros de lenguaje que son calco de los que
hace mamá?. Amor-odio parecen inseparables en esta ligadura
primera y esencial, siempre con la sombra de la culpa
acechándonos y, por supuesto, de la angustia.
Tipos de Madres - Tipos de Hijas
La relación con la madre es una de las más importantes
en la vida de cualquier mujer. Cuando somos niñas la adoramos,
en la pubertad la detestamos, durante la adolescencia
peleamos con ella, y cuando somos adultas
solemos comprenderla y valorarla.
Si tenemos hijos, nos damos cuenta de lo que significa
educar personas, tener bajo nuestra responsabilidad la
formación de seres humanos. Entonces comenzamos a pensar
que nuestra madre hizo todo lo mejor que pudo dentro de
sus posibilidades, y por supuesto, trabajando mucho.
La relación madre - hija es mutante, cambia como evolucionan
los tiempos y las personas. No se puede definir fácilmente ni
transmitirse, se transforma. Toda mujer construye en este vínculo
el núcleo de sí misma y de su propia identidad femenina.
De cómo es, cómo se siente, cómo piensa y cómo actúa.
Cuando encontramos un tipo de relación madre - hija donde
aparecen ciertas dificultades, debemos investigar la historia
previa para entender ciertas carencias o déficits en la capacidad
de ser madre. Además, no todas las mujeres tienen el mismo
grado de interés en ser madres, y este hecho es natural.
Para ser madre se necesita capacidad de entrega, altruismo
y diferenciación entre las propias vivencias y las del hijo/a,
pues no podemos depositar en ellos las expectativas no
cumplidas o cargarlos con las compensaciones personales.
Sin embargo, siempre atravesaremos situaciones en las que,
por un lado, estarán los juicios y los mandatos socioculturales
que nos ordenarán cumplir de una manera determinada
nuestra función de madres, y por otro lado, nuestra naturaleza
humana, nuestros sentimientos y contradicciones. En definitiva,
nuestro corazón con sus "reglas".
1. MADRE ASFIXIANTE Y SOBREPROTECTORA
Dentro de sí misma lleva una niña desamparada que
siempre tiene miedo. Este tipo de madre protegerán en exceso
a sus hijos para que no sufran ni sientan
temor como a ella le ocurre.
Se entromete constantemente en la vida de su hija y no
tolera que la hija rompa con el modelo o lo cuestione críticamente.
La hija se convierte en una personita siempre demasiado infantil,
inmadura y estancada en determinada etapa de su vida.
Cuida en exceso de su hija para ocultar sus problemas y provoca
en ella un sentimiento de fragilidad. Este tipo de madre sufre
mucho, no se relaja, se imagina múltiples peligros que acechan
a sus hijos y continuamente está en activo para cuidarlos.
Para ella están indefensos y no tienen recursos
para salir adelante.
Es la madre que todo lo puede, siempre está ahí ante la
más mínima contrariedad, con poca vida propia, pues vive la
vida de la hija. Ésta, por su parte, cree no poder arreglárselas sin
su madre, y trae a la madre con ella a su casa, o viven muy cerca,
inclusive en el mismo edificio. Son niñas con miedo a cualquier
novedad (amistades, actividades, maneras de pensar...) que
crecen y evolucionan cuando la madre ha desaparecido o
queda relegada a una parte de su vida.
Cuando la hija es pequeña está controlada, pero al llegar
a la pubertad las cosas se complican. La madre se angustia
cuando la niña pide libertad, y sin darse cuenta, tiende a
solucionarle los grandes y pequeños problemas provocando
una carencia de autonomía y cierta indefensión, cuya
consecuencia se traduce en una demanda permanente de la madre.
En la adolescencia aparecen ciertas tensiones, pues la hija se
rebela para librarse de ataduras internas.
La madre sobreprotectora depende afectivamente
de sus hijos:
- repite a su hija continuamente lo mucho que la quiere
- le hace la comida, le limpia su habitación... todo aquello
que la hija debería hacer o por lo menos colaborar para realizarlo
- tiene una conducta invasora y se expresa con rodeos o evasivas
- rechaza la evolución en su propia vida, vive para ser madre
- tiene pocas amigas, solamente quiere estar unida a su hija
- expresiones más comunes: "no vayas muy lejos", "ten cuidado"...
La hija sobreprotegida:
- no se pone a prueba ella misma para no
perder el cariño de su madre
- es buena y obediente, no pide, siempre
espera a que los demás le den
- se repliega ante la autoridad y se
amolda a su pareja
- siempre está llamando a su madre. Es quien la domina
Este tipo de hija debe intentar reivindicar su propia vida
y no ser igual que la madre. Tampoco es conveniente contar
a la madre las cosas que están en proyecto, así no dará su opinión.
2. MADRE CONTROLADORA, DOMINANTE Y ABSORBENTE
Agobiar en exceso a su hija con reglas estrictas que sólo
tienen sentido para ella es su máxima pretensión,
trasladándole todas sus dudas y temores.
Este tipo de madre "devora a su hija". Investiga para conocer
todos y cada uno de los detalles de la vida de ésta, pues
para su propia realización personal
necesita estar vinculada a la hija.
Madre controladora:
- siempre está donde su hija pueda necesitarla, pero
ésta solo puede contar con su apoyo si no se opone a ella
- recomienda a su hija hombres que ella misma pueda controlar
- no respeta las fronteras físicas o emocionales de su hija
La hija controlada:
- no puede existir sin su madre porque tiene muchos miedos
- cuando está sola, su madre sigue estando
en sus pensamientos "protegiéndola"
- habla con expresiones de su propia madre
- piensa que su madre es capaz de ver cosas que ella no ve
- proclama las semejanzas entre su madre y ella
Este tipo de hija debe vencer el miedo, no sentir lástima
de sí misma ni buscar la aprobación de su madre en todas sus decisiones.
3. MADRE NARCISISTA, BELLA Y SEDUCTORA
Ella siempre hará todo bien. Su hija puede ser su rival,
causando en ésta graves problemas de autoconfianza.
Este tipo de madre tiene problemas de identidad, ha sido
poco amada y sus deseos están sin satisfacer. Alardea de su
belleza y su objetivo es llamar la atención. Se compara
constantemente con su hija para demostrarle que es más
bella, inteligente y poderosa. Entonces aparecen los
celos y la envidia tiñendo todo el vínculo y
produciendo un efecto destructivo.
La madre seductora:
- no aprueba las decisiones de su hija y no tiene en cuenta
los sentimientos que su hija experimenta por ello
- enseña a su hija que sólo cuentan sus necesidades
- tiene mucha dificultad para animar
a su hija a que sea femenina
- se expresa con frases como "mira qué bonito, lo he
hecho yo, ¿quién si no iba a hacer algo tan perfecto?"...
La hija seducida:
- se autoculpa y se descarga con su pareja. Se ve imperfecta
y está desorientada por los constantes desprecios de su madre
- se viste con ropa que cubre su cuerpo para reaccionar
a las continuas exhibiciones de su madre
- es eficiente en todos los campos menos en el
de la feminidad, donde acaba retrayéndose
Este tipo de hija deberá alejarse de la madre para organizar
su propia vida, olvidando la venganza y los accesos
de cólera para conseguir su propia identidad.
4. MADRE CREADORA DE CULPAS
O MADRE VAMPIRO
Vive a expensas de la hija quejándose de padecer
una enfermedad psíquica o somática real o fantástica.
Este tipo de madre es débil, dependiente y deposita en
su hija deberes o responsabilidades que ella no asume.
Magnifica las capacidades de su hija y sus posibilidades
de hacer frente a grandes problemas y situaciones.
Si la hija reclama su derecho de vida independiente o con
otra persona, aparece en ella el sentimiento de culpa. Si
su madre se autocompadece, ella se sentirá culpable
por ello. Este tipo de madre asegura sentirse sola y
siempre se está quejando. Dice a todo el mundo que ella
es la víctima, que se ha sacrificado siempre por su
hija, anulando la propia identidad de ésta.
La madre vampiro:
- se autocompadece para buscar compasión en los demás,
siempre le duele algo o está preocupada o sufre
con los problemas cotidianos...
- si no se está con ella, se está contra ella
- consigue que todo el mundo esté pendiente de sus
necesidades, aunque no lo admita y haga creer
a los demás que es todo lo contrario
La hija vampirizada:
- se siente culpable de la vida que lleva, de la gente que la
rodea, de la familia que tiene y hasta de ser feliz,
pero no se atreve a comunicarlo
- necesita estar al lado de su madre protegiéndola de
forma exagerada, culpándose en ocasiones con
pensamientos compulsivos de hechos en los que nada
ha tenido que ver: "si yo hubiera actuado de otra
manera, nada de esto habría pasado"
- tiene un nivel de sobreexigencia muy alto, acompañado en
ocasiones de enfermedades psicosomáticas, ausencia de
niñez y modelo de sacrificio. Piensa que debe superarse
día a día para hacer feliz a su madre
- en ocasiones, y desde edades muy tempranas, debe
mantener la organización doméstica o
sostener emocionalmente a sus padres
Este tipo de hija debe dejar de ver a su madre como
víctima y enfrentarse al complejo de culpa, actuando a pesar de su existencia.
5. Existen OTROS TIPOS DE MADRES, como la
EXHIBICIONISTA - MANIPULADORA, que se apropia
de los éxitos de su hija como si fueran suyos, y exhibe a
su hija como la mejor y la más guapa del mundo,
dependiendo imperiosamente de lo que piensen los demás;
y en el otro extremo, la DESCALIFICADORA, que atrofia
la autoestima de la hija, pues los logros de ésta nunca la
satisfacen, demostrando que ella misma no se
valora y proyectando sobre su hija su poca valía.
Todas estas descripciones sobre los vínculos entre madres e
hijas ocurren en realidad con variaciones y mezclas diversas,
pudiendo llegar a ser insanos en función de la intensidad con
la que se desarrollen en cada caso concreto.
Tema aparte por su complejidad son las adopciones, ya
que la relación de la madre con la hija adoptiva
dependerá de las condiciones de la adopción, del
planteamiento que aquélla realiza para convertirse
en madre que adopta, de las características de la niña...
Para recuperar la valía de nuestra madre hay que "alejarse" de
ella. Es difícil para las dos cortar un vínculo consanguíneo
repleto de similitudes y diferencias, pues el camino hacia
la verdadera independencia nunca ha sido sencillo.
¿Existe la madre ideal?
Toda madre comete errores. Pero también ama, y puede ser un
modelo positivo en una etapa de la vida y un modelo negativo
en otra. Por lo tanto, es fundamental tener en
cuenta los siguientes aspectos:
- intentar no trasladar a nuestras hijas el comportamiento
que tuvo con nosotras nuestra propia madre
- comprender que el dolor y las dificultades que hemos
sufrido pueden ser de gran utilidad para mejorar
la vida de nuestras hijas
- asegurarnos de que sabemos escuchar a nuestras hijas.
La comunicación es muy importante
- ayudar a nuestra hija a descubrir las respuestas que
necesita por sí misma cuando acuda a nosotras buscando ayuda
- no suponer que los deseos de nuestra hija
son los mismos que los nuestros
- apoyar a nuestra hija cuando "se distancie" de nosotras
para desarrollarse emocionalmente
- saber ver a nuestra hija como una
persona con sus defectos y virtudes
- saber aprovechar nuestra experiencia de hijas para
convertirnos en madres amantes y con sabiduría propia
Fuente: www.roaeducacion.wordpress.com