NO INTERIORICES LAS
OFENSAS DE LOS DEMÁS,
SONRÍE Y SIGUE ADELANTE
Estamos hechos en una gran parte de lo que los demás dejan
en nosotros: de lo que permitimos que se pose en nuestro interior
y de lo que decidimos que no tiene que estar más tiempo
que lo que ocupó de tiempo de reloj.
Nos enseñan a defendernos, y también a amar, pero a veces se
olvidan de inculcarnos el sabio placer de ignorar. Es por ello
que en ocasiones nos movemos en parámetros peligrosos y
absolutistas: fue malo o bueno, desastroso o
maravilloso…cruel o bondadoso.
Esta forma de analizar la realidad nos juega muy malas pasadas
porque saber tolerar la ambigüedad de lo que pasa en nuestras
vidas es el primer paso para fluir y que el mundo no se vuelva
una lucha constante y agotadora. Los demás no están constantemente
pensando en quiénes somos y cómo nos sentimos. Cada uno está
ocupado en su lucha que a veces no es la nuestra.
Es por ello que nos debemos dar una oportunidad de vivir más
ligeros y apasionados en el presente. No interiorices las ofensas
de los demás: sonríe y sigue adelante. Date un respiro
a ti mismo y una lección a los demás.
NO INTERIORIZAR ES SABER VIVIR
No interiorizar todo lo que nos pasa es mirar como un espectador
lo qué quizás no seamos capaces de tolerar como único y sufrido
protagonista. El mundo está envuelto en batallas y tenemos
que ser inteligentes en elegir cuál es la nuestra y cuál es la de
los demás… solo manteniendo tu espíritu limpio
puedes ayudar en algo al resto.
“Sé amable. Cada persona con la que te encuentras
está librando su propia batalla"
Platón
Si tuviéramos que tomar en serio cada ofensa que los demás
quieren hacernos estaríamos mucho más rotos que enteros.
Asumir que existen personas que jamás sentirán empatía por
nuestra situación, ni por nuestra lucha, nos abre un esperanzar
camino: poder elegir a nuestros aliados espirituales con mayor
rapidez, sin resentimiento y sacando el mayor disfrute vital de su compañía.
No interiorizar las ofensas no quiere decir ser ciego a ellas.
Lo que nos hace daño es automático, nosotros nos damos
permiso al dolor emocional para que nos lastime o no… de la
misma forma que no podemos evitar que al rozar un plato
ardiendo nuestra mano se retire por el reflejo de calor y dolor físico.
Pero si somos capaces de saber retirar la mano a tiempo
cuando existe riesgo de quemarnos… ¿Por qué entregas
a veces tu mente y alma a las llamas del resentimiento y de
la ofensa?, ¿por qué no asumir que sentirnos ofendidos y
dolidos es normal, y en cambio seguir instalados ahí es peligroso?
NO INTERIORIZAR ES DEJAR
DE SER SUSCEPTIBLES
PARA SER INTELIGENTES
No interiorizar las ofensas no te convierte en un ser
insensible, frío o cruel. Es simplemente no dar placer
y gusto a aquellas personas que, en realidad, quisieron
lastimarnos y darnos a nosotros mismos la capacidad
de olvidar lo que en nuestro interior es solo un estorbo.
No interiorizar las ofensas es dotar a nuestro cerebro de
mayor avidez y prevención para futuras situaciones
desagradables… y dotar a nuestra alma de fortaleza
y determinación para poder enfrentarlas.
“Elige bien tus batallas, a veces estar en paz
es más importante que tener la razón”
En ocasiones, vemos esto como algo imposible. Dramatizar
forma parte de nuestra vida porque mucha
gente a nuestro alrededor lo hace.
Parece que las grandes historias solo están llenas de lamentos
y que las personas que a veces nos tildan como exitosas
están siempre en tensión y atacando a otras.
Que si no nos enfrentamos es señal de debilidad, cuando
en realidad es señal de avidez y madurez emocional.
DISTINGUE A QUIEN QUIERE AYUDARTE
DE QUIÉN SOLO QUIERE DAÑARTE
Las trampas mentales que a veces nosotros nos infligimos
a nosotros mismos son mucho más crueles y perniciosas
que todas las ofensas, agresiones y humillaciones que
los demás nos hacen o intentan hacernos.
Hemos convertido el arma más distintiva de los seres humanos
en una especie de perpetuador de la angustia y la confusión:
el lenguaje verbal, las palabras… a veces son utilizadas como
un diálogo destructivo interno, que como una capacidad para
simplificar nuestra comunicación con los demás.
Las interpretaciones de lo que otros nos han hecho o dicho
son infinitamente más duraderas que el tiempo real que se
posaron en nuestra vida. “Tanta palabrería interna” nos
aleja de la objetividad acerca de la realidad.
Por ejemplo, muchas veces aseguramos “Me han juzgado
muchas veces”, “Me han mirado mal”, “Me han corregido
continuamente en mi trabajo”; sin hacer un ejercicio
de diferenciación y proporcionalidad.
De todas las personas que nos causaron daño… ¿Cuántas
estaban realmente haciéndoselo a ellas mismas?, ¿significan
algo hoy en nuestra vida?, ¿realmente nos han impedido
totalmente que podamos cumplir nuestros sueños?
Si respondes esas preguntas te darás cuenta de que en la
mayoría de las ocasiones has interiorizado tanto esa ofensa,
quizás tu excesivo ego lo ha propiciado, que has
multiplicado por mil el daño real que te causaron.
Deja de hacer aprecio a lo que un día causó tu desprecio.
Saca conclusiones generales, analiza en qué fallaste en todas
esas ocasiones y en qué fallaron los demás, qué guardan
en común todas esas personas para que te doliese tanto su ofensa.
A veces, ese análisis arroja los ambientes que debes evitar…
y en otras ocasiones, qué debes de mejorar de ti mismo para
que seas tú y no lo negativo que te rodea lo que habita en
tu interior. Uno no puede dar nada nuevo y bueno, si todo
lo que tiene dentro es viejo y está resentido.
Fuente: Buscándome