EL PRIMER AMOR
Y MÁS TIPOS
DE AMOR ...
( continuación )
E l A m o r A m a n t e
Estamos llegando al corazón de la Montaña del Amor. El
aire trae fragantes perfumes, sensuales y seductores. Hay
flores y una lujuriosa exuberancia vegetal. Hay bosques
profundos y jardines prohibidos, llamadas sin nombre y,
en las noches, se escuchan voces y corazones que suspiran.
Escucha lo que dicen. Sí, desde lo profundo de la floresta alguien
te llama… Es una llamada para el amor, para el gozo, para
compartir la intimidad, es una llamada del Amor Amante.
Es el Amor al Otro. En nuestra vida de adultos sentimos que
hay cosas, personas e ideas por las que nos sentimos atraídos
y otras por las que experimentamos repulsión o rechazo.
Hay cosas y personas que valoramos y otras que no. También
sentimos aprecio por aspectos de nuestro ser y rechazamos
otros. En algún momento nos sentimos incompletos y nos gustaría
tener determinados objetos, cualidades e incluso personas
para hacerlas nuestras y sentirnos más realizados y completos.
En este proceso podemos sentir una atracción muy fuerte
por alguien en concreto. Nos sentimos fascinados por la
belleza de su cuerpo o de su alma, por sus valores y sus
cualidades que, en el fondo, quisiéramos también nuestras.
Entonces decimos que nos hemos enamorado y
experimentamos el Amor Erótico y Compartido.
Lo definitivo en esta etapa es sentir que la otra persona también
nos ama porque así nos sentimos queridos y también que
somos valiosos, atrayentes y seductores; sentimos que alguien
nos puede amar por lo que somos, y esto refuerza nuestra
estima y el sentimiento de valor personal.
Este amor erótico y compartido es una fuerza que nos empuja
a amar y ser amados en una necesidad de equilibrio y de
compartir toda la belleza, la intimidad, la gratificación y el placer
que cada miembro de la pareja puede dar y recibir del otro.
Es una alianza para la vida y para el gozo. Damos placer y nos
lo dan, compartimos nuestras cosas y alguien las comparte con
nosotros. Aprendemos a ser agradables, equilibrados, diplomáticos,
seductores y creativos para poder seguir seduciendo a la otra
persona; mientras que por el otro lado recibimos lo mismo.
Esta clase de amor, el Amor Amante es un amor interesado pero
no egoísta, donde el equilibrio entre el dar y el
recibir siempre debe estar presente.
Si un día ya no gustamos a esa persona o no nos gusta, si dejamos
de valorarnos, de compartir y crecer juntos, el Amor Erótico y
Compartido muere y la relación se acaba, porque ya no podemos
experimentar la belleza, el placer, la creatividad y el
sentimiento de valía personal con la otra persona.
E l A m o r a
u n o m i s m o
Para completar el máximo desarrollo de esta etapa y pasar sin
riesgo a la siguiente debemos de saber amarnos a nosotros mismos.
Si no te valoras ni tienes la suficiente autoestima, si bloqueas
o reprimes tu necesidad de intimidad y placer, si no desarrollas
tu creatividad ni le das salidas adecuadas, si no eres lo
suficiente amable, agradable y diplomático para conseguir
lo que deseas, es que puede haber daños o desequilibrios en
tu necesidad de Amor Erótico y Compartido.
Si tienes la suficiente autoestima, si te gustas, te valoras
y te aprecias, si eres capaz de valorar la belleza de tu alma y
la belleza del alma de los demás, si aceptas que la vida es un
equilibrio entre el dar y el recibir, si sientes que para ser amado
tienes que amar y, que para poder recibir belleza tienes que
saber darla; si eres capaz de hacer de tus actos algo hermoso
y creativo, entonces serás un gran amante y
también podrás recibir auténtico amor.
Habrás resuelto todos las dificultades y problemas de
este nivel evolutivo del amor y podrás experimentar adecuadamente
el siguiente, subiendo un poco más en la Montaña del Amor.
El Amor Amante nos dice qué clase de cosas y personas
valoramos, nos gustan y por las que sentimos atracción. Es
nuestra búsqueda del amor compartido, del placer, de lo bello
y agradable; y también lo que podemos aportar para conseguirlo,
nuestra capacidad de ser amantes, seductores, diplomáticos y
creativos. Es nuestra capacidad de crear belleza y
dar contenido a nuestro talento artístico.
Sé consciente de lo que valoras y te desagrada en las personas;
solo podrás ser un buen amante de alguien a quien realmente
valores. En tus relaciones de pareja deja siempre un espacio
para El Amante. El mundo de las cosas domésticas, las
responsabilidades y la materia no tienen nada que ver e interfieren.
Dedica un tiempo para una cosa y otro tiempo para el amor,
para ser un buen amante y recibir placer olvidándote de todo
lo demás. Piensa siempre que la belleza, lo agradable y
armonioso que buscas fuera, que buscas en los demás,
está en tu interior. Sé un buen amante para ti.
No valores a los demás simplemente por una belleza física
que es efímera, lo importante es la belleza del alma. Si quieres
que te amen y te den placer piensa que tú debes hacer lo mismo.
Amar. Y amar es dar lo mejor de ti.
No olvides que todos tenemos dentro a un seductor. Saca lo
mejor de ti para fascinar a los demás. Así nacen el juego y la creatividad.
Seas hombre o mujer, y tengas la edad que tengas, dedica
un tiempo al cuidado de tu cuerpo, de tu aspecto y de tu adorno.
No menosprecies tu capacidad de crear belleza.
Recuerda lo más importante: cuando amamos "negativamente"
en este nivel estamos buscando alguien que nos quiera y nos
ofrezca placer y belleza para sentir nuestro valor y estima como personas.
Necesitamos entonces el afecto de esa persona y queremos
poseerla porque así nos sentimos bien, así nos sentimos
más valiosos. Somos egoístas, celosos y posesivos.
Cuando amamos positivamente estamos ofreciendo a la otra
persona todo nuestro valor y nuestra belleza para compartir y
aumentar su valor y su estima. A cambio esperamos que la otra
persona haga lo mismo. Somos creativos, equilibrados,
agradables y seductores.
Los daños aquí tienen que ver con nuestra estima personal.
Si no te gustas, si no te amas, si no aceptas lo necesario que
es para cualquiera el placer erótico y afectivo, si reprimes tu
capacidad seductora y de crear belleza, si temes compartir tu
cuerpo, si te asusta la intimidad, si necesitas seducir a los
demás para sentirte bien más que para compartir belleza y placer,
si expresas tus deseos de una forma ruda y con imposiciones,
si no eres equilibrado, diplomático y agradable, si no desarrollas
tu creatividad o tienes varias de estas tendencias negativas
puede que tengas algún daño, carencia o problema en
tu autoestima y capacidad seductora.
E l A m o r S o c i a l
o S o l i d a r i o
Hemos seguido subiendo y desde aquí se ve un buen paisaje
de lejanos y verdes valles. Ya estamos en lo alto de la montaña,
pero queda aún para llegar a la cima. Aquí acaba un nivel del
amor –el personal- y comienza otro –el social-.
Hasta ahora hemos podido necesitar una madre o alguien –
hombre o mujer- que de adulto haga de madre, nos proteja y
nos cuide. También hemos podido necesitar un amante que nos
dé placer y nos haga sentir nuestra valía personal y seductora.
Todas esas necesidades son nuestro mundo personal y, si
ese mundo personal es feliz y realizado íntimamente nos
sentiremos satisfechos, generosos y con confianza en la vida;
entonces, bajo la influencia de ese sentimiento, podemos querer
devolver a los demás toda esa felicidad o fuerza que nos sobra,
queremos ser “buenos” y generosos con los otros, y hacer que
nuestro amor vaya más allá de la esfera personal. Surge en
nosotros el amor social, el amor generoso y altruista por los demás.
El Amor Social nos conecta con algo de nosotros que va más
allá de lo personal. Ya no es suficiente amar a las cosas y
personas que consideramos nuestras: familia, amante, etc; sino
que nos empuja a amar a algo que no es nuestro pero de lo
que nos sentimos parte: la sociedad y las personas en general.
Para conseguirlo desarrollamos los llamados valores sociales
y solidarios. Queremos ser “buenas personas” con la gente, sentir
que tenemos una ética y somos solidarios; así, siendo generosos
con los demás, podemos crecer y amarnos aún más a nosotros
mismos por mediación de nuestras buenas obras.
De todas formas, esta generosidad siempre tiene un límite,
el límite de nuestra propia ambición en el afán de querer llegar más
lejos de nosotros mismos; porque esta clase de amor, aunque
nos conduce hacia fuera, todavía tiene mucho que ver con
nuestras necesidades e intereses personales: la necesidad de
pertenecer a la sociedad en general o algún grupo o colectivo
en particular, querer mejorarlos y sentirnos valorados y honrados
por las buenas obras que hacemos, por lo colectivo
y los demás en general.
Siguiendo el impulso de nuestro amor social y solidario tratamos
de que nuestros actos sean coherentes con una ética, conciencia
e incluso creencias determinadas que nos ayudan
a mejorar y crecer como personas.
En este reino del amor se desarrollan pues las ideas
y corrientes solidarias, las éticas de comportamiento e incluso
sentimientos religiosos muy simples y sencillos que hagan
constructiva, justa y adecuada la convivencia entre las personas.
Sea como sea, en este nivel del amor aprendemos a ser
generosos con los demás de una forma más pura y más
desinteresada que en los anteriores niveles.
Recordad que en el Amor Biológico buscábamos básicamente
satisfacer nuestras necesidades de seguridad y apoyo, estando
dispuestos a dar apoyo y seguridad a otros. En el Amor Erótico
buscábamos recibir placer y belleza de los demás, estando
dispuestos a dar lo mismo. El Amor Social y Solidario se da
sin más, sin esperar ni pretender nada a cambio, salvo que consideren
adecuadamente nuestros actos. Es decir, somos generosos y
amables con los demás esperando así ser
respetados y valorados por la sociedad.
En la raíz del Amor Social y Solidario está nuestra necesidad
de ser reconocidos por la sociedad en general como “buenas
personas”, de sentirnos útiles y buenos ciudadanos. En lo más
alto de esta clase de amor comienzan a diluirse los límites de
lo personal, y se alcanza el amor divino cuando comenzamos
a sentir el placer de ser generosos y de la entrega, más por
nuestra propia satisfacción que por el
reconocimiento de los demás y la sociedad.
Cuando llegamos a sus límites se acaba definitivamente
el amor personal. Naturalmente que en este nivel del amor
existen también la posibilidad de bloqueos, daños y
una expresión "negativa" de la energía.
Cuando amamos "negativamente" en este nivel necesitamos
a los demás para que reconozcan nuestra grandeza, para
sentir la validez de nuestra filosofía y nuestras creencias.
Necesitamos imponerles nuestra verdad, nuestra fe y nuestras
ideas. Somos intolerantes y doctrinarios, y nuestras buenas
obras solo buscan aumentar nuestro prestigio social.
Esto se traduce en intolerancia y amargura, fanatismo, estrechez
de miras, pesimismo y/o desconfianza.
Sin embargo, cuando amamos positivamente en este nivel
podemos ofrecer a los demás nuestra verdad personal, nuestra
solidaridad, alegría y fe en la vida, nuestra fe
en la sociedad y en las personas.
Somos generosos por el propio placer y alegría que nos da
y, más que imponer a los otros nuestras verdades, las
mostramos naturalmente con nuestro ejemplo, viviéndolas
personalmente, sin esperar otra gratificación que
la de sentirnos completos y realizados.
Esto se traduce en tolerancia y alegría interior, en
una vida coherente y consecuente, en un pensamiento
optimista, abierto a lo nuevo, de espíritu amplio.
Todos tenemos dentro una gran necesidad de amor
social, de sentirnos útiles a los demás y a la sociedad, de
querer compartir nuestras cosas con los demás
y que sean reconocidos nuestros valores.
Para poder dar es preciso tener. Si tienes fe en la vida,
si tienes una filosofía o una forma de pensar positiva, si
eres optimista y tienes alegría interior, entonces estás
lleno de dones y eso es lo que puedes dar.
Todo pasa por fomentar la confianza y la fe en la vida, desarrollar
tu sabiduría personal y el sentido de la justicia. En buscar en
todo amplios y abiertos horizontes que te permitan crecer
mentalmente y como persona. En cultivar la tolerancia y el
optimismo, la alegría interior y la búsqueda de la verdad. Eso
es lo mejor que puedes ofrecerte y dar a los demás.
E l A m o r D i v i n o
o T r a n s c e n d e n t e
"Todo amor es la búsqueda
de la Totalidad"
Ya estamos llegando a la cima de la montaña. Una luz pura
y radiante nos rodea. Los paisajes son inmensos y
espectaculares desde tan alto. Nos sentimos agradecidos
y conmocionados por la inmensa belleza de la tierra.
Desde aquí todo parece tan pequeño que nuestros agobios,
nuestros miedos y miserias humanas se han quedado muy
atrás. Nos sentimos libres, ligeros, como si fuésemos pájaros
y pudiésemos volar; llenos de vida, de fuerza, de plenitud, de
amor por todo y agradecimiento por la Vida y todo lo que nos
da. Cuando experimentamos sensaciones parecidas a esto
es que estamos sintiendo la gracia inmensa del
Amor Divino. Un Amor sin límites.
Hay algo dentro de cada ser humano que carece de límites, que
para el bien o para el mal es ilimitado. Tenemos una profunda necesidad
interior que no puede ser saciada por ninguna persona, amigo
o amante, por ninguna sociedad, grupo, ley o piadosa norma.
Hay algo dentro de nosotros que no puede ser contenido
por nada en esta tierra. Es el anhelo de la eternidad, de lo infinito,
de lo divino, de lo que no tiene formas, ni nombre,
ni sexo, ni normas, ni fronteras.
Hay dentro de nosotros un deseo de retornar a nuestros
verdaderos orígenes, a la Totalidad de la que formamos parte
y, para que eso ilimitado y luminoso que vive en nuestro
interior pueda ser satisfecho, sentimos la necesidad
del Amor Divino o Trascendente.
El Amor Divino comienza por hacernos sentir que la divinidad
vive dentro de nosotros y también fuera, en todo lo que nos
rodea, en lo más hermoso y también en lo menos.
Para poderlo sentir hace falta desarrollar una especial sensibilidad,
no es algo mental ni intelectual, esto no puede aprenderse de
ningún libro o maestro, ni ser experimentado con la mente,
ni con ninguna norma religiosa; es un sentimiento,
una vivencia interior.
La construcción de esta sensibilidad es algo difícil y laborioso,
donde el Ser tiene que enfrentarse a su propia vulnerabilidad
y la disolución de su Yo Personal para dar salida a toda
la intensidad que vive en su interior.
El Amor Divino no es fácil de lograr ni mucho menos de vivir.
Es patrimonio de los místicos y de algunos poetas, pero todas
las personas podemos experimentarlo alguna que otra
vez, incluso podemos soñar con él.
No hace falta que ingresemos en ningún convento ni ser de
ninguna religión. El Amor Divino puede surgir en ti como una
música que te eleve, como una llamarada en el corazón que
ilumina y también consume la mente.
Podemos experimentar el Amor Divino cuando nos
enamoramos de verdad. En esos primeros momentos en que
nuestra conciencia se obnubila, cuando creemos que la otra persona
es divina, maravillosa y que nos dará todo lo que necesitamos.
El enamoramiento es una forma de experimentar el Amor Divino
porque tiene todos sus síntomas. Idealizamos, nos perdemos,
nos entregamos, dejamos de ser racionales y no hay otra
cosa más importante que nuestro amor.
Cuando pierdes la cabeza totalmente, cuando te entregas
completamente, cuando te fundes, te fusionas con otra persona,
con un ideal, con una causa, con la Naturaleza o con lo Divino
que vive en tu interior, ya no eres tú, eres otra cosa mucho más
grande. Experimentas entonces el Amor Divino que te hace
sentir toda la gloria y la dicha de Dios o del reino del espíritu.
Lo más importante es comprender que lo divino vive en nuestro
interior y se manifiesta en la capacidad de amar de una
forma comprensiva, compasiva y tolerante.
Lo divino es, pues, nuestra capacidad de amar realmente y
abrirnos a esa vulnerabilidad y ese gozo: Así el Dios que
llevamos dentro se manifiesta; pero si lo único que deseamos
es ser amados, buscamos a la divinidad fuera, creemos que
alguien nos la podrá dar y esto es una ilusión que
conduce a múltiples decepciones.
El Amor Divino, en el mundo cotidiano se manifiesta en ese
anhelo de algo maravilloso, ideal, fuera de lo común, sublime y elevado.
Quien lo encuentra y puede vivirlo en armonía que lo reciba
como un hermoso premio; porque en la mayoría de las
situaciones se manifiesta como amores imposibles, turbadores,
fuera de las normas y muchas veces no correspondidos; donde
aprendemos a amar más allá de las formas y a
sublimar y elevar nuestros sentimientos.
El Amor Divino puede experimentarse sin riesgo si haces
de tu sentimiento algo transpersonal.
Si amas a la Vida, si te sientes parte del Cosmos y la
Naturaleza, si desarrollas la compasión y la tolerancia, si eres
capaz de experimentar la dicha de amar, como gozo en sí mismo,
sin estar pendiente ni distraerte con otra cosa. Si te sientes
parte de la Vida y la Naturaleza, si eres capaz de amar a todos
los seres vivos, si alguna vez te enamoras de alguien
hasta perderte y esa luz te hace crecer, si te entregas a
una causa o un ideal, si cuando amas puedes sentir el
gozo de amar con mayor fuerza que el de ser amado: es
que estás viviendo muy cerca del Amor Divino,
es que Él vive en tu interior.
Todos experimentamos alguna que otra vez el Amor Divino.
Muchos sólo son capaces de entregarse totalmente al dinero
y eso es también Amor Divino aunque su Dios sea muy
pobre. Todos los que alguna que otra vez se sacrifican
por algo o por alguien sienten y experimentan el Amor Divino.
Hay personas que sienten una permanente tendencia al
sacrificio, a entregarse totalmente y hacer de mártires o de
víctimas. Eso también es otra de las cualidades del Amor
Divino. Esta clase de amor, como todas, puede
vivirse positiva o negativamente.
Hay amores que parecen divinos –llenos de entrega y
de sacrificio- pero que son totalmente manipuladores cuando
luego te dicen “con todas las cosas que he hecho
por ti ahora no puedes”…
Para alcanzar el estado del Amor Divino sin riesgos para nosotros
ni peligro para los demás debemos antes realizarnos y armonizarnos
en los anteriores niveles del amor, lo que nos convierte en
personas completas y armónicas, capaces de afrontar sin graves
peligros esta inmensa aventura de amar
divinamente a los demás.
El Amor Divino es un impulso trascendente que todos tenemos
de salir fuera de nosotros, romper las barreras y defensas
de nuestro Ego y nuestro Yo para entregarnos y realizarnos
en algo superior o que creemos superior. Sea una persona,
un ideal, una causa o la Divinidad que todos llevamos dentro.
El camino más seguro para realizarlo es primero buscar a Dios
dentro y luego proyectarlo fuera; pero si buscas lo divino solamente
fuera te llevarás muchas decepciones.
Cuando vivimos "negativamente" el Amor Divino nos sacrificamos
para convertirnos en víctimas y poder manipular emocionalmente
a los demás; diciéndoles algo así como “Después de todo lo que
he hecho por ti tú no tienes derecho a…”. Somos hipersensibles,
dramáticos, dependientes y confusos. Nos ilusionamos con los
demás, los creemos maravillosos pero enseguida pasamos a
opinar lo contrario: los demás siempre son los que defraudan,
los que no nos comprenden y los oscuros. Tendemos a
jugar el rol de víctima y de verdugo.
Cuando vivimos positivamente el Amor Divino sentimos el
verdadero amor, aceptamos en los demás su luz y sus sombras,
somos capaces de amarlos tal y como son porque ellos llevan
también dentro al Dios que tanto anhelamos. Sentimos un amor
inmenso por toda la Creación, por la Naturaleza y todos los seres
vivos. Somos compasivos, tolerantes y redentores.
Fuente: extracto de la web www.vivetantra.com