CUANDO DEJAS
DE CULPAR,
DEJAS DE
NECESITAR
PERDONAR
El deseo de perdonar implica culpa.
Yo necesito de tu perdón porque te culpo
de cómo me siento.
Yo necesito que me perdones porque me culpo
de cómo me siento (yo, no tú).
La culpa hacia los demás indica una falta de responsabilidad
y, la que es hacia ti, de una sobrada prepotencia.
Cuando yo no me he atrevido a hacer, a decir lo que siento,
para no sentirme una cobarde, te voy a cargar a ti con todo
ese peso y así el mío se aligera: la culpa de estar amargada
en mi trabajo es de mi jefe o de mis compañeras, cuando la que
está eligiendo estar ahí soy yo (porque trabajos haberlos haiylos,
pero es más fácil quedarme como estoy, así tengo algo de
lo que quejarme), la culpa de mi falta de autoestima y de mis
problemas es de mis padres, de mi pasado, que no supieron
educarme, que me maltrataron, que me abandonaron, que
abusaron de mí ... cuando ya no soy esa niña indefensa, sino
una adulta con todo el PODER de su vida en sus manos (pero
sigue siendo más fácil cederlo que hacerme cargo de mí), la
culpa de mis enfermedades es de mis ancestros, de la alimentación,
de la contaminación…, cuando la única que descuida su salud
física, emocional, mental y espiritual soy yo (vuelve a ser más
fácil quedarme sentada en el sofá con el mando en la mano
que salir a caminar…), la culpa de que mi pareja sea infiel,
no me haga caso, me maltrate física y/o psicológicamente es
sólo de ella, cuando la que está decidiendo libremente, desde
un principio, estar y seguir a su lado y que sea el padre/madre
de mis hijos soy yo y nadie más que yo (de nuevo la facilidad de
ponerme el disfraz de víctima y a él/ella el de agresor/a en lugar
de ser valiente y actuar por y para mí se llevan la palma) ...
Nos llenamos de excusas, la mayoría muy baratas, para NO
HACER, para permanecer en ese confort que tanto nos incomoda
y que tanto dolor nos provoca, “por si fracasamos” y luego nos
sentimos peor de lo que ahora estamos: MIEDO, miedo y más miedo.
Somos unos inmaduros que no queremos Responsabilizarnos
de nuestra vida, de nuestra Felicidad.
Ya si eso pido perdón de vez en cuando y tan anchos, a seguir
huyendo, huyéndome, y que sea otro el que me saque las castañas
del fuego, el que arregle mi mundo, el que dé los pasos que a mi
no me da la gana dar porque estoy muy ocupado en darme latigazos,
en machacarme, en castigarme y en no Amarme nada de nada.
Y si se equivoca…¡que se prepare!, que yo no puedo estar por todo…
Por el contrario, el hecho de CREER que yo soy la culpable de
tu dolor, de tu pena, de tu vacío, de tu malestar, de tu depresión,
de tu ansiedad, de tu tristeza, de tu alegría o de tu pena…
denota una gran soberbia por mi parte.
¿Acaso tengo yo tanto poder? ¿Tan importante me creo que soy
o es que, en el fondo, lo que de verdad siento es que no valgo
nada y para no recordármelo “me hago” imprescindible,
al menos, para ti?
Quizás lo que prefiero es que tú dependas de mí para que así
te lo pienses un poquito si llega el día en que te quieras ir y yo no
me quede solo con mi vacío, en lugar de quererte LIBRE y feliz…
Mi Sentir es sólo mío, de nadie más. Tú puedes intentar poseerlo
y yo puedo decidir dártelo, pero jamás será tuyo,
porque nace y muere en mí.
No es que esté bien o mal pedir perdón. Si considero que he
actuado incorrectamente pediré perdón, pero no por el otro ni
por hacer una buena obra, sino para sacarme esa agujita que
se me ha clavado en el corazón al no haberme sido fiel a mí misma.
Siempre, todo lo que hacemos, es para nosotros, para sentirnos
mejor nosotros, por una “necesidad de”. Nada tiene que ver con
Fuera, aunque así lo parezca, aunque así nos lo queramos
creer porque no somos lo suficientemente honestos como para
admitir que es para nuestro único beneficio, para no sentirnos
unos egoístas, tan poco espirituales, tan pecadores…
Creencias, creencias y más creencias.
Menos culpar, a los demás y a ti, y MÁS RESPONSABILIZAR.
Si cada uno se ocupara de si mismo, de su propia paja sin meterse
en la del ajeno, no sería necesario que el mundo entero se estuviera
continuamente arrodillando para pedir perdón, y nos
dedicaríamos a mirarnos directamente a los ojos, a Vernos
desde el corazón, desde el Amor, nuestro Amor, en lugar de
ir con la cabeza siempre gacha, por la vergüenza que nos
tenemos, contándonos las baldosas que pisamos pudiendo estar
recitándonos las estrellas por las que volamos.
“Perdónales Señor porque no saben lo que hacen,
y yo…tampoco”