NUESTRA ZONA
DE CONFORT
Crecemos al salir de
la zona de confort
Lo queramos o no, la capacidad para abandonar de manera
consciente nuestra zona de confort y atrevernos a descubrir
nuevos horizontes o perseguir nuestros sueños es lo que nos
hace diferentes a los demás, es lo que nos permite tener
nuevas experiencias que enriquezcan nuestra vida.
Lamentablemente, la mayoría de las personas prefieren quedarse en
su zona de confort, ese espacio en el que se sienten más
o menos a gusto y al seguro.
Para comprender la zona de confort puedes imaginar dos círculos
concéntricos, uno pequeño dentro de uno mayor, pero que no
se tocan en ningún punto. El círculo pequeño representa
todas las cosas a las que estamos acostumbrados, nuestros hábitos
y rutinas, los sitios que solemos visitar y las personas que
frecuentamos. Es nuestra zona de confort.
A primera vista, todo puede parecer genial, pero lo cierto es que
mantenerse dentro de ese círculo no es una garantía de felicidad
ni te asegurará que al final de tu vida no tendrás arrepentimientos.
En realidad, mantenerse en la zona de confort te limita porque no
te permite descubrir nada nuevo. De esta forma, es posible que
mueras un poco cada día. De hecho, recuerda que la vida
comienza donde termina tu zona de confort.
Sin embargo, existe un círculo mucho más grande, compuesto
por las cosas que no conoces, por tus sueños, los desconocidos,
los lugares nuevos. Es el círculo del aprendizaje. De hecho, solo
crecemos cuando somos capaces de dar el salto a ese círculo,
de manera que nuestro pequeño círculo se amplíe cada vez más.
A muchas personas dar ese salto les asusta demasiado, porque
no saben qué encontrarán en ese otro círculo, de manera que
ponen en práctica un mecanismo de autosabotaje, para
mantenerse en su zona de confort y no verse obligadas a salir.
Las mentiras que nos contamos
para no salir de
la zona de confort
1. “No tengo por qué hacerlo”
Es cierto, no hay nadie que te empuje fuera de tu zona de confort,
no es obligatorio que salgas, pero si te quedas dentro, no crecerás.
Recuerda que no creces simplemente porque pasen los años,
sino por los retos que enfrentas. Cuando piensas en un proyecto
que representa un gran desafío y de repente tu voz interior
te dice que no tienes por qué hacerlo, en realidad lo que estás
expresando es una resistencia al cambio, porque una parte de
ti desea que te mantengas dentro de los límites de lo conocido.
Sin embargo, cuando vuelvas a pensar que no tienes motivos
para emprender algo nuevo, recuerda que el simple hecho de
crecer y descubrir, son razones más que suficientes.
2. “No es el momento adecuado”
En muy pocas ocasiones se dan las condiciones perfectas para
emprender algo, pero ir en pos de un sueño significa luchar contra
viento y marea, creando las condiciones a lo largo del camino.
Cuando te dices a ti mismo que no es el momento adecuado,
está hablando el miedo, probablemente un intenso miedo al
fracaso que te inocularon desde la infancia. Por supuesto, no
se trata de lanzarse a la aventura sin valorar los pros y los
contras pero si queremos lograr realmente algo en la vida,
debemos ser conscientes de que no podemos quedarnos parados,
necesitamos ir dando pequeños pasos. Y mientras
antes comencemos a andar, mejor.
3. “Comenzaré cuando…”
Se trata de una de las excusas más comunes para quedarnos
a salvo en nuestra zona de confort. En práctica, es el autoengaño
perfecto porque no estamos renunciando al sueño o el proyecto
que tenemos en mente, sino tan solo aplazándolo, hasta que
se produzca determinada situación. El problema es que esta
excusa nos lleva directamente a la procrastinación, por lo que es
probable que cuando la condición que demandamos se cumpla,
pongamos otra, y luego otra más. De esta forma logramos mantener
viva la esperanza pero, a la vez, no tenemos que esforzarnos
para hacer ese sueño realidad. Por eso, aunque no estén todas
las condiciones creadas, simplemente ve dando pequeños pasos,
no esperes demasiado porque la vida es muy corta.
4. “No es para mí”
Básicamente, detrás de esta frase se esconde la idea de que
no somos lo suficientemente buenos o capaces. Se trata
de la excusa perfecta para las personas inseguras y que tienen
una baja autoestima. También es una excusa que utilizan las
personas que tienen miedo del mundo y se cierran a las nuevas
experiencias. En todo caso, no podrás saber si una cosa realmente
te gusta o no hasta que no la pruebes. De hecho, es probable que
en más de una ocasión hayas pensado que algo no estaba hecho
para ti pero después de probarlo, has llegado a amarlo o incluso
te has aficionado. Por tanto, no te cierres nunca a las nuevas
experiencias ni te limites como persona. Es lo peor que podrías hacer.
5. “No sé cómo hacerlo”
Las cosas nuevas pueden atemorizar, por eso una de las excusas
que inventamos para permanecer en nuestra zona de confort
consiste en decirnos que no sabemos cómo enfrentar el reto.
Podemos pensar que no tenemos las habilidades necesarias o
que nunca las podremos desarrollar. Sin embargo, recuerda que
cuando tienes un “qué”, los “cómos” llegan solos. Es cierto que para
emprender determinados proyectos se requiere una preparación
pero eso no implica que no puedas hacerlo, tan solo significa que
te llevará más tiempo o que necesitarás a una persona que te ayude.
Ninguna destreza surge de la nada, todas esconden
en su base mucha pasión y esfuerzo.
Como colofón, ten siempre en mente lo
que decía Nelson Mandela:
“Imposible es todo aquello
que no se intenta”.
Fuente: extracto artículo www.consejosdelconejo.com