NO ESPERES A QUE
PASE LA TORMENTA.
CONVIÉRTETE EN ELLA
Aprende a bailar bajo la lluvia. Si tú no te amas, nadie
te amará. No juzgues. Deja de sufrir. Sonríe. Vive el presente.
Respétate. Sé valiente. No vayas de víctima. Trátate con
ternura. Acepta. Perdona. Fluye. Desapégate.
Suelta. Y sobretodo, sé Feliz.
Sí, vale. Pero “mientras”,
¿qué hago?
Y esto (que para mí es lo más importante),
es lo que se nos olvida explicar.
El aprendizaje, de cualquier cosa, lleva su tiempo. Nos
cuentan lo que es la Iluminación. La Paz. La Consciencia.
El Éxtasis. El Cielo. Hasta lo que es el Amor (aunque sea
a través de lo que no lo es). Nos dicen cómo llegar hasta
él. Qué hay que hacer y dejar de hacer para alcanzarlo.
El para qué hemos venido. Cuál es el mejor camino para
caminar. Qué herramientas utilizar. Qué técnicas practicar.
Qué clase de sentires sentir y qué tipo de pensamientos pensar.
Que sí. Que también. Pero “mientras”,
¿qué hago?
Creemos que ese estado de levitación físico-mental-
emocional-espiritual es nuestro destino. Nuestro objetivo.
Y aunque desde un punto de vista muy ‘elevado’ sí lo es,
Aquí y Ahora, abajo, en la Tierra que pisan nuestros pies,
con el disfraz de nuestro nombre y apellidos tan bien cosido
a nuestra piel, en este lugar llamado Vida, el único propósito
a lograr es VIVIR lo que me está sucediendo. Punto.
¿Cómo aprende a volar una mariposa?
¿Cómo aprende a caminar un bebé?
¿Cómo aprende a florecer una rosa?
No aprende. Simplemente, lo hace. Hay una ‘fuerza’
que le lleva a realizar ese movimiento. A ‘realizarse’. Un
Silencio que le indica hacia dónde dirigirse y de qué
manera hacerlo. Es como si ya nacieran sabiendo. No
necesitan que nadie les guíe. Les asesore. Les aconseje.
Les ordene y mande. No. Lo saben sin saber que lo saben.
No son conscientes de su sabiduría innata. No se
preguntan ‘si por aquí o por allá’. Si tendrán éxito o fracasarán.
Sencillamente, HACEN. Actúan. Accionan.
Y vuelan, caminan y florecen.
Pero a nosotros nos mal-enseñan desde que nacemos (incluso
antes) el quién, cómo, cuándo, dónde, por qué y para qué de
nuestra vida. Creyendo que eso es lo correcto. Que nosotros
solos no podremos (adiós al Poder) y que no estamos preparados
para ello (adiós a la Confianza). Y esas supuestas enseñanzas,
poquito a poco, van tapando ‘lo que ya sabemos que no sabemos’
hasta que lo dejamos de ‘ver’. Hasta que nos convertimos en
unas marionetas de nuestras propias creencias. Reaccionando
continuamente para conseguir lo que nos han metido en la
cabeza (y en el corazón) que es lo que debemos hacer, sentir
y ser (incluidas las metas espirituales): un matrimonio con hijos,
un buen trabajo (buen=estable, indefinido), una casa con piscina,
un status, una marca, una empresa, un físico, miles de seguidores,
un estado meditativo permanente, la iluminación bla bla bla.
Y nos olvidamos de lo que queremos nosotros. De lo que de
VERDAD anhelamos. Y lo olvidamos porque no somos capaces
de Sentirnos porque nos dijeron que ‘sentir era peligroso’ porque
alguien en alguna ocasión sufrió al hacerlo y así nos lo transmitió
de generación en generación. Y el miedo tomó el control. Y desde
entonces, lleva el mando y hace con nosotros lo que le da la gana.
En SENTIR está la clave del ‘mientras’.
La vida no se para hasta que tú aprendes a vivirla como ‘Dios
manda’. La vida nunca muere. Si no, no sería vida… Está
latiendo a cada instante. Ya estés riendo, llorando, meando,
cagando, comiendo, follando, respirando, escribiendo, bailando,
cantando o amando. No se detiene. No hay
publicidad. No se toma un descanso.
Queremos decirle a la vida cómo tiene que vivirse.
¿No te parece ridículo? Es como decirle a la nota ‘Do’
cómo tiene que sonar para que suene como ‘Do’.
Cuando no puede sonar de otra manera porque YA es ‘do’.
Pues eso mismo, hacemos con nosotros.
Decirnos cómo tenemos que ser para Ser.
Que sí. Que podemos desaprender. Que podemos
recordar. Pero eso no quiere decir que no
estemos Siendo, sintiendo y viviendo ya.
Alguien me preguntó una vez, en una
conversación sobre cuál es nuestra ‘misión’:
¿Pero cómo sé si éste es mi camino?
Le dije: Porque lo estás caminando.
No hay otro.
Y es así de simple. El problema es que queremos el
de la ‘vecina’, que es muy feliz y yo también quiero serlo.
No lo aceptamos. Luchamos contra él. Y él, somos nosotros.
Otra cosa es que si hay algo en nuestra vida que no
nos gusta y podemos cambiarlo, no lo hagamos por
miedo. Ahí, ‘el camino’ no tiene nada que ver. Aunque
esa decisión de ‘no hacer’ forme parte también de él.
No eres un árbol, muévete.
Tu camino. Tu destino. Tu propósito.
Tu misión es donde estás ahora.
¿Cómo vas a caminar por un camino que no es tuyo?
Si estás ahí, es por y para algo. Quizás, en este momento,
no lo sepas. No seas consciente. Pero hay un sentido para
todo. Y si no, echa la vista atrás y explícame cómo has
llegado hasta donde estás. ¿Por casualidad…? A estas
alturas, ya sabemos que las casualidades no existen.
No esperes a que pase la tormenta. Conviértete en ella.
Siéntela con todas tus fuerzas. Deja que te penetre hasta
lo más hondo de tus entrañas. Que remueva todas tus
heridas. Que las haga sangrar si es necesario. No pasa
nada. La sangre es vida. La tormenta es vida. Tú eres
vida. Tú eres la tormenta, no el bailecito que
te pegas para que no te ‘moje’…
No bailes, SÉ el baile.
No cantes, SÉ la música.
No acaricies, SÉ la caricia.
No respires, SÉ la respiración.
No sonrías, SÉ la sonrisa.
No llores, SÉ las lágrimas.
No te cabrees, SÉ la ira.
No te deprimas, SÉ la tristeza.
No te emociones, SÉ la emoción.
No vivas, SÉ la Vida.
No ames, SÉ el Amor.
¿Que qué haces Mientras…? SÉ. SIENTE quién estás
siendo. Ésa es tu Perfección. Ni la de ayer ni la de
mañana, ni la de aquel gurú ni la de ese maestro.
La tuya, que es la única que te debería importar.
Porque, ¿sabes una cosa? Ignoramos cuánto
va a durar la tormenta. El aprendizaje.
El ‘mientras’. Así que ¡¡¡VIVE, joder, VIVE!!!
Tu vida es lo único que tienes. Aprovéchala, disfrútala.
Haz lo que siempre has soñado. Dile a esa persona
que la Amas. Que te gusta. Que quieres quedar con ella.
¿Qué puedes perder? ¿Quedarte como estás? Arriésgate.
El no ya lo tienes. No retengas más los ‘te quiero’. Besa. Abraza.
Come lo que te venga en gana. Duerme bajo las estrellas.
Acércate a la playa a ver cómo amanece. Y cómo atardece.
Es precioso… No necesitas a nadie para sentir la Belleza
que te rodea. Sólo te necesitas a ti. A tu Alma. A tu Corazón.
Escúchalo. Escúchate. Siéntelo. Siéntete.
Aunque el tiempo no exista, el tiempo pasa. Y tu nombre
y apellidos, tienen fecha de caducidad.
Eres Libre. ¿No te lo Crees? Prueba a elegir.
ATRÉVETE A ELEGIR.
Fuente: www.regresoalhogar.com