LOS MIEDOS
DEL EGO
Identificar los Miedos del Ego es uno de los pilares fundamentales
del trabajo de desarrollo personal que nos permitirá Vivir desde el Ser.
Somos animales gregarios, y como tales vivir en grupo favorece
y facilita nuestra existencia. Da igual que se trate de ñus, elefantes,
chimpancés o seres humanos, son tres las características que
garantizan la supervivencia de la manada, tres las necesidades
de los miembros de un grupo que favorecen la cohesión de
éste. Estos tres rasgos esenciales son los que en el neolítico
nos permitieron construir las tribus y vivir en armonía, pero en la
Era del Comercio (los últimos 5 mil años) dieron origen a nuestros
miedos sociales, los Miedos del Ego.
Para que el clan permanezca unido, viene muy bien que sus
miembros sientan la necesidad de pertenecer, de compartir
(dar y recibir) y de que exista algún tipo de orden entre ellos.
Durante el neolítico (del 8mil al 3mil antes de Cristo), un período
de energía femenina, la pertenencia, el compartir y el orden se
vivían como fuerzas aglutinadoras, que ayudaban a fomentar
de manera fluida la cohesión del grupo.
Pero al iniciarse la Era del Comercio (a partir de la creación de
las primeras ciudades), con energía masculina, la fuerza
separadora de ésta provocó que la consciencia de cada
miembro de la comunidad se individualizase, creando así
el Ego y nuestra realización de que somos seres individuales
(hasta entonces nuestra identidad era de clan), pero a su vez,
generando la unión del grupo a través del miedo.
Una vez que construimos murallas para encerrar nuestros alimentos
y defendernos de los que querían nuestros recursos, y nos
agrupamos varios clanes en las ciudades, empezamos a generar
nuestros miedos sociales, los Miedos del Ego, y a desarrollar la
consciencia de que somos individuos separados. Con la memoria
tribal reciente, la separación equivaldría a la muerte.
Si no pertenezco al grupo, si éste me abandona, me deja
fuera de las murallas, entonces me muero. Si el grupo no me
da lo que necesito o no recibe lo que tengo que dar, entonces
el grupo me rechaza, y me echa fuera de las murallas. Si estoy
fuera, moriré. Si en el grupo no hay un orden –el que yo creo
que es bueno- que asegura el equilibrio (a través de la codependencia),
entonces estallará un motín, se “vendrán abajo las
murallas”, y todos moriremos.
Los Miedos del Ego son en esencia miedo a quedarse fuera de
las murallas protectoras. Y miedo a estar fuera,
es miedo a no estar dentro…
"Los Miedos del Ego son los miedos al abandono,
al rechazo y al descontrol".
“Lo que la mente racional separa, la palabra une”.
Todos tenemos los tres Miedos del Ego, al abandono, al rechazo
y al descontrol, aunque en tres grados diferentes.
Por lo general, hay uno que nos afecta muchísimo, uno que cuando
lo sentimos nos activa de manera desmedida nuestro Ego
inmaduro, uno que nos rompe por dentro, que nos hace
sentir una emoción cuya intensidad en realidad no
corresponde a lo que nos sucede.
Hay un miedo que gobierna por completo nuestra vida cuando
no somos conscientes de él, y los otros dos nos
afectan en diferentes grados.
Por lo que he podido observar, el segundo de los miedos
que más afectan a uno tiene relación la mayoría de las veces
con los miedos de los padres. El tercer miedo suele
afectar de manera casi anecdótica.
Para Vivir desde el Ser, es fundamental y prioritario definir,
comprender y hacer consciente cómo nos afecta nuestro
miedo principal. El miedo es lo que ha ayudado a crear al Ego,
pero es también lo que nos separa de nuestro centro. Imagínalo
como una energía oscura y densa que habita tu núcleo. Su
existencia te escinde, separa tu mente de tu cuerpo, y te separa
de tu Ser. Pero no es algo malo, de hecho esconde talentos.
No es algo frente a lo que hay que luchar (esta acción nos lleva
a la división y no a la unión, que es de lo que se trata).
El miedo existe como una energía oscura y densa
porque no ha sido visto bajo la luz de la consciencia. Iluminar
al miedo conociéndolo es disolverlo…, y los regalos
que esconde luego salen solos.
Lo que la mente racional separa, la palabra une. Nuestra
mente huye cuando percibimos una sensación desagradable,
generando sus propias emociones. No somos conscientes de
aquello que percibimos, sino que antes de darnos cuenta
nuestra mente ya ha huido. Es muy rápida, y es muy eficaz el
mecanismo de supervivencia de la amígdala. Hubo un león, pero
ahora le tenemos miedo aunque no nos acordamos de él.
Pues bien, la palabra es la herramienta mágica que nos
puede ayudar a arrojar luz al miedo y a las sombras que
habitan en nuestro inconsciente, pero no cuando buscamos
explicaciones para justificar acciones, sino cuando dirigimos
el foco hacia adentro e intentamos poner palabras a aquello que tememos.
Por definición, nunca mejor dicho, poner nombre a lo que se
percibe o siente trae a la luz el contenido del inconsciente.
Si me doy cuenta de que temo al león, pero estoy seguro
en mi casa, la palabra ilumina el miedo antes desconocido,
y puedo entonces descubrir el coraje.
Lo mismo sucede con los Miedos del Ego. Si identifico y
nombro mi miedo, arrojaré luz sobre él y será menos
intenso. Entenderé y aceptaré mi miedo, sabiendo que
su intensidad no indica un peligro para mi existencia. Me haré
su amigo (se trata de amar tu dolor y todo tu Ser para poder
integrarlo). Así hasta que ya será algo tan íntimo mío que
cuando asome la cabecita sonreiré y, aunque lo sienta,
reconoceré su razón de Ser y el regalo que me trae.
¿Por qué es tan
intenso el miedo?
Porque está fundamentado en un rasgo biológico que nos ha ayudado
a sobrevivir como especie. Porque resuena y vibra con toda la Humanidad.
Sólo son tres los Miedos del Ego.
Imagina la cantidad de veces que una persona vibra con el miedo
al abandono, al rechazo o al descontrol. Están profundamente
embebidos en nuestra memoria celular. Toda esa energía
inconsciente ha creado una capa sutil pero densa, y forma el Techo del Ego.
Cada uno de los Miedos del Ego se caracteriza por una intensidad
energética creciente. Conocer nuestro principal miedo nos
ayuda a comprender el tipo de energía que usamos
y cómo manejarla. También se relaciona con una etapa
evolutiva diferente y con una serie de dificultades y talentos.
Todos tus miedos, seas o no consciente de que los sientes
(por ejemplo, una persona que ama el riesgo puede parecer
valiente, pero tener miedo a sentir por el descontrol que le provoca)
se reducen a los tres Miedos del Ego, esto hace que el
trabajo de traerlos a la luz mediante la palabra sea mucho más fácil.
Te invito a que sientas qué miedo o miedos son los tuyos.
No tengas prisa por definirte. Toma tu tiempo. Siéntelo, observa
tus reacciones y, si es necesario, trabaja sobre los tres.
Para Vivir desde el Ser es imprescindible reconocer tus miedos.
Fuente: Guiomar Ramírez-Montesinos Krogulska