E L C A M B I O
E S D E N T R O
El mayor anhelo de la mayoría de los seres humanos es
vivir en paz, realizar ese estado tanto externa como internamente,
y si esto es así, es porque nos sentimos terriblemente exhaustos
tras siglos de perturbación y continuo conflicto.
Queremos la paz, sanar de una vez nuestros conflictos, pero,
para nuestra sorpresa, cuanto más parece que nos esforzamos
más conflicto generamos... es como una espiral sin salida y el
resultado es una dolorosa impotencia y una total desesperación.
Esto sucede, porque todo lo que hacemos lo emprendemos
desde la superficie, y no puede ser de otra forma, porque
estamos viviendo y mirando desde la superficie.
Para sanar los conflictos, es imperativo comprender su origen,
su naturaleza y su honda significación; es imprescindible
comprender este universo, y comprendernos. Para sanar,
para encontrar esa paz, necesitamos bucear en la
mismísima naturaleza de la Realidad.
En el fondo, todo este asunto del conflicto es muy sencillo;
ya sean conflictos internos o conflictos externos - que son
la proyección de los internos -, debemos enfocarnos hacia
el suceso originario, y este suceso es la misma polarización
que crea los mundos. Sí, en el mismísimo ADN de la Creación
se haya esta polarización, lo que implica que este
universo es en sí mismo "conflictivo".
Ahora bien, esto no representa ningún problema, ¿existe algún
problema en la naturaleza?. De hecho, lo que llamamos "conflicto"
no es otra cosa que la tensión creativa que promueve esta
misma naturaleza en sus obras. El conflicto es un proceso
vivo e inteligente. Así que los "problemas" sólo existen en la
mente. De hecho, lo que la mente humana ha declarado como
"conflictivo" es realmente un intercambio, un juego de
contrastes entre opuestos que se interpenetran.
Si hubiera que buscar un origen, un concepto que explicase
el surgimiento de esta Imaginación Creadora, tendríamos
que remontarnos hasta el mismísimo acontecimiento en el
que la Realidad Absoluta se polariza (efectivamente, esto es
sólo una manera de hablar, porque tal acontecimiento no
se puede sondear, no tiene origen). Esta polarización proyecta
los dos principios básicos sobre los que se asienta toda la Creación.
El principio activo y el principio pasivo, lo masculino y lo femenino,
el Padre y la Madre, el Espíritu y la Materia, el Cielo y la Tierra,
el Yin y el Yang..., o como queramos llamarlo... La "fuerza
conciliadora" es el principio de Amor-Inteligencia. Por lo tanto,
poéticamente cabría decir que el Amor es el Abrazo entre el
Cielo y la Tierra, y de este Abrazo nace todo lo existente...
Por lo tanto, todo lo que existe es fruto del Amor... El Amor
precede a la Creación, sin Amor sólo hay caos.
Así que este Abrazo no es algo problemático, es una expresión
del Amor y de la Inteligencia Creadora. Sin embargo, este abrazo
o esta danza donde la energía interactúa en total interdependencia,
ha sido diseccionada por la mente humana y dividida entre "lo
bueno y lo malo", y al elegir lo bueno y rechazar lo malo,
psicológicamente, nos hemos metido de lleno en el sueño de la
dualidad, hemos perdido el paso de la danza y ahora vagamos
confundidos, nadando en contra de esta existencia, a lomos
de este sufrimiento de la humanidad.
Este universo es "conflictivo", no "problemático". El único
problema lo crea el ser humano tratando de "evitar" sus
propios conflictos. Esto es lo que genera esta inmensa marea
de confusión y sufrimiento colectivo. El "problema" es nuestra
identificación, por una parte, y nuestro rechazo, por otra, y
este rechazo es comprensible porque este conflicto nos
está recordando, como un latido remoto y profundo, la pérdida
de nuestro Rostro Original, nuestra caída en
la dualidad y la separatividad.
Entonces, ¿cuáles son los conflictos del ser humano?. Bueno,
lo primero que hay que ver con claridad es que esto que
llamamos "conflicto problemático" sólo existe en la mente.
Psicológicamente, existe una escisión básica entre lo que
somos, y lo que deseamos o deberíamos llegar a ser. Soy
lo que soy, pero ya sabemos, para sobrevivir en esta sociedad,
para ser amado, debo convertirme en algo, en esa imagen
que encaje, en esa personalidad que sea tolerada y aceptada
por los demás, ajustándome para ello al sistema familiar,
social y cultural donde tendré que desenvolverme. Ya
conocemos de qué se trata este juego. La identificación a los
aspectos que serán aprobados y el rechazo sistemático
de todo aquello por lo que los demás no nos aprobarán.
Esta operación es la que nos fragmenta, y por
ende, fragmenta nuestra realidad.
Al evitar este conflicto original entre "la luz y la oscuridad",
dividimos psicológicamente la existencia y entonces aparecen
los problemas, dentro y proyectados hacia afuera,
tanto individual como colectivamente.
Como cualquier sistema de la naturaleza, psicológicamente,
somos un sistema de energía compensada, es decir, que los
aspectos luminosos o expansivos coexisten compensados
con los aspectos oscuros o contractivos. En otras palabras,
en nuestra mente habita "lo bueno y lo malo", y al elegir es
cuando nos fragmentamos, cuando nos resistimos a nuestra
propia existencia... Esta resistencia genera todos
los problemas, ¡cómo podría ser de otro modo
si nos estamos resistiendo a nosotros mismos!
Esta operación, esta elección - consciente pero sobre todo
inconsciente - que se describe, es lo que genera la imagen
de nosotros mismos, y también su sombra psicológica.
Todos estos aspectos repudiados y censurados se ocultan
bajo la superficie de la personalidad que ofrecemos para ser
aprobados, pero claro, este universo es muy, muy misterioso,
y resulta que todo esto que rechazamos pulsa y se proyecta
en eso que llamamos el mundo de afuera. De esta manera
es como el conflicto interior se convierte en el conflicto
exterior. Lo que rechazamos de los demás en realidad
es lo que rechazamos de nosotros mismos.
Esto sería en la esfera individual, luego vendría la sombra
colectiva y su proyección en el mundo externo, ya sea en la
opresión, la explotación, la intolerancia o la guerra. Este
punto tiene que verse con absoluta claridad: lo que
vemos ahí afuera, el "estado del mundo", es una
proyección del inconsciente colectivo, y de este
inconsciente participamos todos. De modo que todos
somos responsables del estado del mundo. Hay quien
pudiera creer - de hecho es la mayoría -, que los
responsables son ciertos seres cuya maldad es endógena,
ciertas élites dominantes enfermas de ambición y codicia,
seres concretos que nos arrastran con su ceguera y su
maldad hacia la destrucción planetaria. Pues bien, es
momento de dejar de "echar balones fuera" y asumir
nuestra propia responsabilidad. Este "sistema" que
devasta el mundo, sólo está reflejando nuestra propia
estructura interna, individual y colectiva, que es una
estructura basada en el ego y en el miedo. Lo estamos
echando fuera, nada más. Lo que tenemos dentro lo
estamos convirtiendo en estructuras económicas, políticas
o religiosas allí afuera, nuestro egoísmo se refleja en
todo esto, nuestro miedo, nuestra ira, nuestra ambición,
adoptan formas externas, instituciones y modelos de
organización, y hasta llegan a encarnarse en esos "pequeños
diablos" a los que culpamos, cuando en realidad son seres
que están cargando con nuestro miedo y
nuestra oscuridad milenaria.
Podemos seguir pensando que los demás son los
malos, o que hay gente muy mala, sin embargo, est
e infantilismo no va a ayudarnos, ni a nosotros ni a nuestro
mundo... tenemos la Historia como evidencia. Para resolver
el estado del mundo tenemos que resolvernos a
nosotros mismos, este mensaje es universal.
La única revolución verdadera es la Revolución
Interior. El Cambio es Dentro.
Fuente: El Árbol Kósmico, el viaje de
lo transpersonal, Antonio Consuegra Sebastián