TÚ Y YO
Y EL MAL
" La naturaleza humana es capaz de
una cantidad infinita de maldad...
Hoy más que nunca es importante que
los seres humanos no desatiendan
el peligro del mal que los habita.
Es algo desafortunadamente muy real,
y es por esto que la psicología debe
insistir en la realidad del mal
y rechazar cualquier definición
que lo considere como insignificante
o realmente inexistente "
C.G. Jung
Cuando se comprende que el mal es intrínsecamente un
flujo de energía divina, distorsionada momentáneamente a
causa de ciertas imperfecciones, ideas y conceptos
equivocados, entonces ya no se rechaza su esencia. Tú no
eres una persona mala. Yo no soy una persona mala. Sin embargo
el mal existe en el mundo. ¿De dónde proviene?
Las cosas malas que se hacen sobre la tierra son obra de
seres humanos. No podemos culpar a las plantas o a los
animales, o a alguna enfermedad infecciosa o a malas
influencias del espacio exterior. Pero si tú y yo no somos
malos, ¿entonces quién es malo? ¿Acaso el mal reside en
otros lugares tales como la Alemania Nazi o el imperio del
mal de la Unión Soviética estalinista? ¿O sólo en los
corazones de los criminales y señores de la droga,
pero no en los corazones de alguien que nosotros conozcamos?
¿O será posible que nadie sea malo sino sólo descarriado?
¿Es posible atribuir el casi increíble horror del holocausto, o
el sadismo de Idi Amín, o la tortura sancionada por gobiernos
que se practica en este momento en muchos países
del mundo tan sólo a gente descarriada?
Esa palabra parece frágil e insuficiente como explicación.
Así que, ¿dónde reside el mal? ¿De dónde surge?
El Pathwork nos enseña que el mal reside en cada una
de las almas humanas. O para decirlo de otro modo, el
mal en el mundo no es otra cosa sino la suma total del
mal que existe en todos los seres humanos. El mal es
un concepto muy fuerte. La mayoría de las personas
prefieren reservarlo para describir a los Hitler y los
criminales del mundo y no quiere aplicárselo a sí misma.
¿Pero, se aplica a ti y a mi?
La primera definición de "mal" dada por mi diccionario
es: "moralmente reprobable, pecaminoso, perverso". Esta
definición resalta el hecho de que no es correcto usar
la palabra para hablar de "los males de la enfermedad
y la muerte". La enfermedad y la muerte son aspectos
dolorosos de la existencia humana, pero definitivamente no
son "moralmente reprobables". Por otro lado, sí es correcto
usar la palabra para hablar de la "malvada
institución de la esclavitud".
Yo he hecho cosas que son moralmente reprobables y tengo
fuertes sospechas de que tú también las has hecho. Todos
tenemos fallas en nuestro carácter, todos somos más o
menos egocéntricos, egoístas y mezquinos. Y estas fallas
del carácter me han llevado, en muchas ocasiones, a un
comportamiento opuesto al amor, a ser celoso, rencoroso y
a actuar de maneras que sólo empeoran la situación del
mundo. ¿Pero eso me hace malo?
Tú y yo seguramente no somos malos por completo, pero
sí tenemos el mal dentro de nosotros. Así pues, la palabra
"mal" puede describir un rango de comportamiento que va desde
la simple mezquindad y el egocentrismo en un extremo hasta el
sadismo genocida del nazismo en el otro. Aquellos de entre
nosotros que habitamos predominantemente en el rango inferior
tal vez deseamos decir que no tenemos nada en común con
los asesinos del otro extremo; sin embargo, ¿será cierto
que no tenemos nada en común con ellos?
Para usar el segundo de los sinónimos dados por el diccionario,
¿acaso no somos todos pecadores? Hace treinta o cuarenta
años la palabra "pecado" era muy utilizada, pero ya casi
no se usa en la actualidad (salvo entre los fundamentalistas).
Hoy día tendemos más a utilizar los términos de la psicología,
la cual menciona más bien nuestros errores humanos de
manera que generalmente coloca fuera de nosotros la culpa
de que seamos como somos; en nuestros padres o en la
sociedad. El cambio personal sucede entonces cuando
entendemos el origen de la programación negativa de la que
fuimos objeto, cuando sentimos todos los sentimientos implicados
(en principio cólera y dolor) y luego perdonamos a esa fuente
exterior de la negatividad de la que aún sufrimos. Y se considera
que esta es la parte crucial del proceso de transformación.
"Sin embargo, desde el punto de vista psicológico,
hemos perdido algo que nos daba la vieja idea religiosa del pecado.
Principalmente el que somos responsables de nuestra propia
negatividad, de nuestros actos personales de omisión y comisión.
Ser responsable es muy diferente de ser culpable.
Simplemente significa que nos reconocemos
como fuentes ocasionales de dolor, injusticia,
y falta de cuidados hacia nosotros,
hacia los demás y hacia el mundo".
Si puedo aceptar ese nivel de responsabilidad (que no soy
sólo la víctima del mal que hay en el mundo, sino, en mi
pequeña escala, un iniciador de negatividad) entonces
¿qué puedo hacer al respecto? ¿Cómo puedo actuar para
transformar el mal que hay dentro de mí?
Las religiones tradicionales nos dan preceptos morales para
organizar nuestro modo de vida en formas como esta: "Haz a
los otros lo que te gustaría que te hicieran" y "Ama
a tu prójimo como a ti mismo".
Claro que todos estaremos de acuerdo en que si todo el
mundo actuara siguiendo estas reglas de oro, el mundo sería
un lugar mucho más agradable para vivir. Pero no siempre
vivimos de acuerdo con ellas. Yo no lo hago y tú no lo haces.
Si aceptamos la validez de este principio entonces ¿por qué
nos cuesta tanto trabajo vivir de ese modo? ¿Cómo le hago
para cambiar mi comportamiento? ¿Qué tengo que
hacer para volverme más amoroso?
La respuesta de las religiones tradicionales a menudo parece
ser simplemente: esfuérzate aún más.
De acuerdo con Carl Jung,
dentro de las religiones tradicionales,
"Todos los esfuerzos se encaminan hacia la enseñanza
de creencias idealistas y de una conducta que la gente sabe
en el fondo de su corazón que no puede observar.
Esas ideas son predicadas por personas que saben que
ellos mismos nunca han vivido de acuerdo con esos
elevados ideales y que nunca lo harán.
Aún más, nadie nunca cuestiona la
validez de esas enseñanzas."
Las respuestas de las religiones tradicionales han sido tan
decepcionantes que mucha gente que antes consultaba a
un sacerdote ahora busca la ayuda de un psicoterapeuta.
¿Qué tanto éxito ha tenido la psicología moderna
al lidiar con el problema del mal?
Un artículo reciente sobre el padre de la psicología
humanista, Abraham Maslow, dice:
“En sus últimos años, Maslow estaba luchando con la
naturaleza de la maldad humana... expresó dudas sobre
la incapacidad de la psicología humanista y transpersonal
para asimilar nuestro lado 'oscuro' (lo que Jung llamó
la sombra) dentro de una teoría completa de la naturaleza humana.
Maslow mismo consideraba este tema como problemático
y en el momento de su muerte no había
llegado a ninguna conclusión definitiva."
Aquellos de entre nosotros que hemos estudiado y practicado
el Pathwork hemos descubierto, con cierto alivio, que
sus enseñanzas nos brindan el eslabón que
falta tanto a la religión como a la psicología.
La gran mayoría de las transmisiones espirituales de hoy
día, o del material canalizado, se enfoca hacia la bondad
esencial de los seres humanos, hacia nuestra naturaleza
Divina. Y ese es un mensaje valioso en nuestro tiempo.
¿Pero qué debemos hacer con nuestro lado oscuro"?
¿De dónde viene, por qué es tan difícil de
tratar cómo habremos de lidiar con él?
El valor especial del Pathwork se encuentra precisamente
en que nos da respuestas a estas preguntas. La transmisión
que se realizó a través de Eva Pierrakos nos enseña
que podemos encontrar alguna forma del mal en el corazón
de todos os seres humanos, pero que no se le debe temer
ni negar. Nos da un método para que podamos ver nuestro
"lado oscuro" con claridad, para que podamos comprender
sus raíces y sus causas, y, lo más importante, para que
podamos transformarlo. El resultado será paz en el
corazón humano y sólo una vez que ésta sea
alcanzada podrá haber paz en la Tierra.
Fuente: libro No temas el mal,
de Eva Pierrakos y Donovan Thesenga