Las experiencias en
la niñez alteran el ADN
para toda la vida
La infancia es un período crucial en la vida de cualquier persona,
pero para muchos parece que esas experiencias tempranas
podrían cambiar nuestro organismo incluso hasta a nivel
genético. Un equipo de científicos de la Universidad Northwestern
(EE. UU.) ha analizado más de un centenar de genes
asociados a la inflamación, buscando indicios de cambios
epigenéticos. Descubrieron que un puñado de genes
responsables de la regulación de la inflamación se ven
alterados a causa de acontecimientos clave de la infancia,
lo que sugiere que las enfermedades que sufrimos en
etapas posteriores de la vida podrían ser el resultado
de los eventos padecidos en nuestros años formativos.
Los expertos partieron de la hipótesis de que el vínculo entre
el entorno infantil y las diferencias en los procesos de
inflamación del cuerpo podrían alcanzar
también a los propios genes.
Aunque la secuencia de ADN de nuestro genoma está más
o menos centrada en la concepción, hemos aprendido con
el tiempo que los genes individuales pueden seguir
modificándose a través de procesos a los
que nos referimos como epigenéticos.
Ciertas experiencias en la infancia podrían
hacernos más propensos a la enfermedad.
Una de las formas más prominentes de estos procesos
epigenéticos es la metilación, que implica que un grupo
metilo (-CH3) se añade a la estructura del ADN,
de tal manera que interfiere con su función.
Gracias a la metilación y a otros cambios epigenéticos,
hemos llegado a entender que incluso los sutiles
fenómenos ambientales pueden tener
un impacto en nuestro plan genético.
"Podríamos tener genes en nuestro cuerpo que podrían
conducir a algunos resultados adversos de salud, pero si
esos genes están silenciados, si están apagados debido
a procesos epigenéticos, es algo interesante",
comenta Thom McDade, líder del trabajo.
Aunque es relativamente pronto para entender la gama
completa de cambios epigenéticos que podemos
experimentar, la infancia es claramente una parte importante
de la vida que puede establecer procesos biológicos que
pueden afectar nuestra salud y bienestar en los siguientes años.
Este último estudio incluyó una muestra de unos 500
participantes de Filipinas, e incluyó una serie
de datos de principios de los años 80.
Los análisis de sangre revelaron que la metilación de 9 de
los 114 genes asociados a procesos inmunes que regulan
la inflamación, tenían una estrecha relación con varias
variables de la niñez, incluyendo el nivel socioeconómico,
la ausencia prolongada de un padre en la infancia e
incluso si la persona nació en meses calurosos.
En otras palabras, al identificar ciertas experiencias infantiles,
los investigadores podían predecir si uno o más de esos 9
genes de inflamación estarían 'encendidos' o 'apagados'.
Este estudio podría ayudar a explicar la prevalencia
de enfermedades cardiovasculares y ciertas enfermedades
inflamatorias en comunidades específicas. También se
suma al creciente cuerpo de pruebas que ponen de relieve
las diversas formas en que los cambios en nuestro sistema
inmunológico pueden afectar a la forma en que nuestros
cuerpos adultos hacen frente a las enfermedades.
Mientras esperamos nuevos resultados sobre este campo,
ahora poseemos más evidencias que refuerzan que lo que
nos sucede al principio de nuestra vida puede
afectarnos durante el resto de ella.
Fuente: Revista Muy Interesante