LA CRISIS DE
LOS 40.
¿ESTOY DONDE
QUIERO ESTAR?
Eso es lo que ocurre cuando nos acercamos a la cuarentena.
Un par de años antes, durante o un par después. Nos
replanteamos nuestra vida. Nos paramos a reflexionar
sobre si somos felices o simplemente respiramos. Nos
preguntamos qué hay en nuestra vida que impide que
nos sintamos completos. Plenos. Y qué es lo que
creemos que nos falta (o nos sobra…) en ella.
¿Y por qué a los 40?
Porque lo asociamos mentalmente a ‘la mitad’ de lo
que nos queda por vivir. Y si no estamos donde queremos
estar, la crisis se nos echa encima porque nos hemos
pasado ‘la mitad’ de la vida pasando a hurtadillas por ella.
Sobreviviéndola en lugar de disfrutándola. Que
para eso es para lo que nos han parido.
Y entonces, el miedo a no haber Vivido como nos gustaría
tambalea todos los cimientos que nos hemos construido
para mantenernos estables, seguros, controlados
y permanentes. Osea, medio ‘muertos’.
Porque la vida, si algo tiene es impermanencia,
inestabilidad, fluidez, cambio y sorpresa. Pero estas
cualidades le aterran al ser humano. Y luchan contra
ellas día a día. Intentando que nada ni nadie se
salga de su baldosa. De su zona de confort. De lo
conocido. Por muy infeliz que esté allí y por mucho
desgaste energético, físico y mental que le conlleve.
Es una oportunidad para soltar todo aquello que ya no
nos pertenece. Para romper con lo que ya no nos
sentimos vinculados. Para cerrar ‘por siempre jamás’
lo que ya se ha acabado. Lo que está más que
finiquitado. Caducado. Y para que no se nos pudra DENTRO…
¿Que esa oportunidad está siempre ahí? Sí. No hay una
fecha o una ‘luna’ perfecta para hacerlo. Pero suele
coincidir con una toma de conciencia mucho mayor a
cualquier otro momento. Quizás porque nos damos
cuenta de que ‘se nos está pasando el arroz’
y no nos lo estamos comiendo.
En agosto cumplo 39. Y aunque llevo casi cinco años
de ‘crisis’ en ‘crisis’, esta vez me ha tocado fuerte en
el tema laboral que es donde mis miedos, mis heridas,
mis bloqueos y mis creencias me impedían dar el
salto. Una vez hecho el trabajo interno que he
necesitado, la pista para iniciar un nuevo viaje se ha
despejado. Me he quitado un peso, una densidad, que
me mantenía atada a esa falsa comodidad que no
nos permite realizar nuestros sueños. Y Ahora, ya puedo Volar…
Somos expertos en excusarnos. En justificar nuestra
cobardía. En culpar. En ‘no hacer’. Nos creemos que
‘algún día’, por arte de magia, algo o alguien nos
sacará de nuestra cueva. De nuestra cárcel. Nos
quitará la armadura con la que nos protegemos de ‘no
Sentir’ y nos salvará de nuestro adormecimiento. De
nuestra apatía. De nuestra tristeza. De
nuestro vacío. Y de nuestra soledad.
Y lo siento mucho por aquellos que esperáis que el
milagro venga de Fuera porque no funciona así. Os
podéis pasar otros 40 años de capa caída. Sin vivir.
Sin amar. Y sin sentir. Pero de Verdad. Con el pecho
al descubierto. Yendo a por todas. Sin medias tintas.
Sin ‘por si acasos’. Sin cláusulas de exclusión. Sin
paracaídas. Sin chubasqueros. Para que cuando llueva,
te empapes de arriba a abajo. Desnudos. A flor de piel.
Para que cuando haga sol, te quemes hasta
las entrañas. Te transformes en Fuego.
Puros, transparentes, auténticos, libres y
sin camuflajes que nos tapen el Corazón.
El trabajo lo tienes que hacer tú. El salto lo tienes que hacer
tú. El disfraz te lo tienes que quitar tú. El MILAGRO ERES TÚ.
Y hasta que no te hagas responsable de ti, de tus sombras,
de tus miedos y de tu oscuridad, te seguirás perdiendo
lo único que te pertenece: la vida. Tu Vida.
Nos creemos que somos inmortales. Y no nos percatamos
de que la Muerte está ahí. A la vuelta de la esquina. Lo
dejamos todo para ‘mañana’. Para ‘cuando esté preparado’.
Para cuando deje de tener miedo. Para cuando
haga buen tiempo. Para cuando los sapos bailen flamenco…
Y mientras tanto, tus latidos cada vez suenan más flojo.
Tu mirada ve con menos brillo. Y el olvido de quién
eres y de lo que quieres, te deja marchito.
Y aparecen las depresiones. Los dolores de espalda.
Las migrañas. Nuestro cuerpo se enferma de tantas
emociones que no nos atrevemos a expresar.
De tanta rabia que acumulamos por no hacer lo que
queremos hacer. De tanta tristeza no llorada cuando
era el momento. De tantas poses. De tantas caretas.
De tanta ornamenta. Y nuestra Alma, de tanto no
recordarla, de tanto abandonarla, se apaga.
Y nosotros…. con ella.
Y seguimos preguntándonos: ¿Por qué? ¿Por qué yo?
¿Por qué a mí? Y le echamos la culpa a las personas que
nos rodean. A la crisis. Al estrés. A los políticos. A
nuestros padres. A nuestros hijos. A nuestras amistades.
A nuestra historia. A nuestra cultura. A nuestra educación.
Y a nuestras parejas. Cuando somos nosotros los que
estamos ‘no haciendo nada’ por ser felices. Por salir del
pozo en el que nos hemos metido poquito a poco. Por
dejar de sernos infieles. De ir en contra nuestra.
Cuando somos nosotros los que estamos eligiendo instante
a instante ‘quedarnos como estamos’ por ‘miedo a’.
Y cuanto más tiempo pasa, más grande se hace la pelota.
Menos poder. Menos confianza. Más pereza. Más acojone.
Y más autoboicot para seguir anclados en nuestro
victimismo. En nuestro ‘síndrome de carencia’.
En nuestro automatismo.
Da igual la edad que tengas.
La cuestión es:
¿Estás donde
quieres estar?
A partir de ahí, tú eliges lo que quieres
hacer con las respuestas.
Yo lo tengo muy claro. Quiero ser Feliz. Pero no me
basta con quererlo. También deseo SERLO. Y para
serlo, tomo DECISIONES. Y, ¿cuáles son las correctas?
Las que me hacen sentir Libertad y,
sobretodo, Paz. Mucha Paz.
No sé si algún día seré todo lo feliz que anhelo ser.
‘Dios dirá’. Pero de lo que sí estoy segura es de que
al menos habré hecho todo lo posible, todo lo que está
en mi mano, por ‘hacerlo Realidad’. Y sólo por eso,
ya me puedo morir tranquila… ¿Puedes decir tú lo mismo?
¿Los 40?
Un continuar estancado o una nueva oportunidad
para ‘Volver a Empezar’. Depende ti.
Fuente: www.regresoalhogar.com