INDIVIDUACIÓN,
POLARIDAD MASCULINO -
FEMENINO, TANTRA,
LA NUTRICIÓN DE
LOS CUERPOS,
EL APEGO Y LA
IDENTIFICACIÓN
(PARTE III)
En lo referente a la nutrición de los cuerpos, tradicionalmente
se habla de varios cuerpos, capas o envolturas como
aspectos del psicocuerpo. Puedes tomar la imagen
de la cebolla o la “muñeca rusa”.
Cada tradición elabora sus propios mapas de los cuerpos
y cada una establece una relación específica. Generalmente,
esta relación se consensua en 7 cuerpos, asociados a 7
chakras o centros de consciencia. Sin embargo, para
facilitar la comprensión de nuestra investigación, podemos
resumirlos en 5: el cuerpo físico, el cuerpo vital, el cuerpo
emocional, el cuerpo mental y el cuerpo espiritual.
Cada cuerpo tiene su propia dinámica, su propia vida y su
propia inteligencia. Cada cuerpo, además, tiene su propia
nutrición. El cuerpo físico come alimento orgánico, el cuerpo
vital come prana (energía vital), el cuerpo mental come
información e impresiones, el cuerpo emocional come contactos,
y el cuerpo espiritual come silencio. Cada cuerpo se nutre
y cada cuerpo expresa su propia hambre. El deseo es el hambre.
Cuando el cuerpo físico siente hambre, el deseo de comer
te está mostrando su necesidad. Entonces tú le alimentas
y el cuerpo físico se siente satisfecho, y lo mismo sucede
con los demás cuerpos. El cuerpo come y después viene la
digestión y la asimilación de lo digerido, hasta que el
cuerpo vuelve a sentir hambre y vuelves a alimentarlo.
Este es el proceso general de la nutrición. En la
Naturaleza, todo es comida para todo.
“Cuida de la alimentación (cuida de lo
que alimentas) y de aquello con lo
que uno mismo trata de llenar su boca”.
“Cielo y Tierra alimentan a todos los seres”.
I – Ching
Este proceso de la nutrición (desde el Amor) requiere atención
a lo que comemos y a lo que ofrecemos de comer, atención
a lo que recibimos y a lo que damos, a todos los niveles.
Cuidar este psicocuerpo es cuidar su alimentación, su digestión,
su asimilación, respetar estos procesos profundamente…
los procesos del cuerpo físico, del vital, del emocional, del
mental y del espiritual… todos son válidos y necesarios.
De modo que todos los cuerpos tienen sus propios deseos,
sus propias necesidades, y esto es perfecto en sí mismo.
El deseo es el impulso evolutivo de la naturaleza, el deseo
mueve la vida… entonces, ¿cuándo surgen los problemas?
Una vez más, los problemas surgen de nuestra visión errónea,
de nuestro apego e identificación a los deseos. Al perder
de vista nuestra naturaleza original nos identificamos a estos
cuerpos, que creemos ser nosotros mismos. Nos apegamos
a ellos, y a sus deseos, porque, en lo profundo,
sentimos un vacío de realidad.
Cuando me identifico a estos cuerpos, también me identifico
a sus deseos, y a su miedo, su temor a no expresarse
saludablemente, a no llegar a ser. Este miedo es natural,
pero todo esto es en la forma, en la apariencia, en la dualidad.
Este psicocuerpo necesita comida, afecto, información y toda
clase de alimentos, pero nosotros no somos el psicocuerpo.
La persona tiene necesidades, pero mi ser profundo
no tiene ninguna necesidad. No son mis necesidades, sino
las de esta persona. Desde el Amor que somos podemos
cuidar estas necesidades, pero no necesitamos identificarnos.
El “yo soy” no necesita nada, y puede conseguir cualquier
cosa, simplemente por el gusto de disfrutarlo.
Hay tanto implícito en esta señal…
Sabes lo que eres, y comprendes que este psicocuerpo
tiene sus necesidades naturales, que para existir depende
del intercambio nutritivo, y que no puede existir aparte,
aislado, independientemente de todo lo demás.
Este psicocuerpo no es una cosa, sino un proceso.
Y todo proceso es fruto de la interacción y el intercambio.
No es que la relación sea necesaria, sino que la vida es
relación. Todo proceso depende de todo lo demás, en
realidad, todo proceso es una contracción de la Totalidad.
De modo que este psicocuerpo “depende de todo”. Depende
del aire que respira, y del sol que calienta y anima su vida,
depende de los alimentos, de las relaciones con el mundo
y los demás seres… pero claro, si creo que yo soy este
psicocuerpo, yo me vuelvo dependiente, y entonces
comienzo a desarrollar una conducta adictiva.
Seamos conscientes de ello o no, esta conducta adictiva
es la que perturba la digestión y la asimilación del alimento
que cada cuerpo necesita para ser naturalmente.
Esto es importante. Cuando nos apegamos a los cuerpos,
el enredo se hace tan grande que todo empieza a confundirse
y a mezclarse. Unos cuerpos le dicen a otros lo que han
de comer, cuáles son sus necesidades, y todo
empieza a interferir en todo.
Aparecen la apatía y la compulsión, algunos cuerpos
desnutridos y otros sobrealimentados, y claro, ante todo
esto los propios cuerpos se rebelan y mandan sus señales…
nuestras adicciones tarde o temprano reflejarán la manera
que cada cuerpo tiene de compensar sus propias carencias,
sus propias necesidades no cubiertas, y también su
saturación, su indigestión y su intoxicación.
Esta conducta adictiva, más allá de como habitualmente
la entendemos, es un fenómeno universalmente compartido.
En ocasiones, puede ser más liviana y, en otras, puede
ser muy extrema y manifestarse de manera autodestructiva,
pero de fondo siempre subyace el mismo movimiento. La
adicción a la imagen que tenemos de nosotros mismos, la
adicción al ego. Esta es la raíz, la adicción más penetrante,
de la que surgen las demás formas de adicciones.
Desde la visión transpersonal, la adicción refleja este vacío
de realidad que sentimos tan hondamente, la pérdida de
nuestra naturaleza profunda. En el fondo, el adicto es un
peregrino, un buscador del Amor y la Dicha Original, y desde
este punto de vista, todos los seres humanos
somos adictos, buscadores y adictos…
Todo el mundo está buscando, consciente o inconscientemente,
el Amor y la Dicha Original, pero lo estamos buscando
en el lugar equivocado… lo buscamos en las personas
y en nuestra demanda hacia los demás, lo buscamos
en creencias y filosofías, en situaciones y experiencias
extremas, en el materialismo, en el consumo continuado
de sustancias, o en cualquier otra cosa…
Todo el mundo busca gratificaciones sustitutorias de eso
que secretamente busca desde siempre… y por eso
nos enganchamos a esas gratificaciones.
A fin de cuentas, la adicción refleja que estamos desenfocados
en nuestra búsqueda, sencillamente…
Cuando la mente se externaliza queda enganchada con
los objetos con los que se relaciona; sin embargo, si nos fijamos,
más que de las personas, las sustancias o las cosas, nos
enganchamos del estado de consciencia que estas relaciones
nos producen. Creemos que este estado de consciencia
nos es dado desde fuera, y por eso nos apegamos. Pero este
estado de consciencia surge de dentro, ese estado de
consciencia somos nosotros mismos…
¿te das cuenta de este juego?
Al enfocarnos hacia el exterior para calmar nuestra Sed
de lo Infinito nos convertimos en seres errantes… estamos
buscando agua en el desierto, y el Oasis está dentro…
Toda la desesperación humana se resume en esto… todos
nuestros esfuerzos por aliviar esta sed, este vacío, están
condenados, porque nada en el mundo puede apagar esta
sed interior. Lo único que alivia la sed es el reconocimiento
pleno de lo que somos, beber del agua de
nuestro propio manantial interno.
Fuente: El Árbol Kósmico,
El viaje de lo transpersonal,
Antonio Consuegra Sebastián