EL SÍNDROME
DE LA
PERSONA PLASTILINA
¿En qué consiste
este síndrome?
La persona plastilina es aquella que constantemente se está
adaptando y amoldando a las necesidades, peticiones
y demandas de los demás.
La persona plastilina es en exceso solícita.
No solo satisface las demandas de los demás si no
que tiene una habilidad increíble para intuirlas.
Al hacerse cargo de muchas demandas externas
reiteradamente deja sus necesidades en
un segundo plano, no se prioriza.
La persona plastilina se pierde vista a sí
misma y se desconecta de su interior.
Al desconectarse de su eje o centro, la prioridad
pasa a ser lo que desean o quieren los demás.
Es importante recordar a la persona que se reconozca en
este síndrome que el verdadero poder se
expresa de dentro hacia fuera y no al revés.
Cuando actuamos de dentro hacia fuera, es decir,
teniendo en cuenta nuestras necesidades primero,
nos mantenemos fieles a nosotros mismos.
Cuando nos expresamos de fuera hacía dentro, es
decir, priorizando las necesidades del otro
debilitamos nuestro poder y autoestima.
La persona plastilina tiene que aprender a priorizarse
y atender sus necesidades e intereses en primer lugar.
Es vital hacer esto porque las personas plastilina
tienen un grado de desconexión muy alto con su interior,
hace mucho tiempo que se han abandonado y dejado de
lado en pos de satisfacer a los demás, pensando
erróneamente que de esta forma podrían
ser más queridos o tenidos en cuenta.
Y la triste realidad es que lo único que han conseguido
con esta actitud es convertirse en una especie de
sirvientes o en el peor de los casos en una especie
de basurero emocional al que todos recurren.
Cómo superar este síndrome
Para superar este síndrome hay que empezar en prime
r lugar a generar un espacio y un tiempo antes de decir
rápidamente que sí y ser extremadamente
solícito a los demás y sus demandas.
Por ejemplo, cuando te pidan cualquier favor no digas
que si rápidamente; puedes decir mejor: déjame que me lo piense.
Esta frase se tiene que interiorizar casi a modo de mantra.
Esta frase te permitirá actuar y no reaccionar, que es
lo que haces cuando dices -sí- sin pensártelo dos veces
y sin hacer una mínima evaluación de si realmente
quieres hacerte cargo o si tienes energía en ese momento para ello.
Si tras darte un tiempo decides dar un NO por respuesta,
no te sientas culpable y tampoco tengas miedo de la
reacción de la otra persona, si aprendes a decir no de
forma asertiva y amorosa la otra persona lo acabará
comprendiendo. Y si tienes miedo o culpa
asúmela, es de tu responsabilidad.
Decir que no cuando de corazón lo sientes, mejorará
la relación con los demás, puesto que te estás
haciendo respetar estableciendo unos límites más
sanos, amorosos y saludables con los demás y
sobre todo y no menos importante contigo mismo.