¿ Cómo matamos
la "mentalidad
de crecimiento"
en los niños ?
Para la mayoría de los padres sus hijos son los más
lindos, creativos e inteligentes del mundo.
Es algo comprensible, no pretendo decir lo contrario. Sin
embargo, en los últimos tiempos se ha puesto de moda
hablar de los niños como si fueran trofeos, los padres se
han despojado de cualquier pizca de modestia y han
comenzado a exagerar los logros de sus hijos.
Pero alabar demasiado a los niños y convertirlos en una
especie de trofeo no es bueno, ni para su desarrollo emocional ni cognitivo.
Hay que alabar el esfuerzo,
pero con mesura
Hace algunos años una serie de estudios psicológicos
demostraron que existen elogios que destruyen la autoestima infantil.
Cuando alabamos ciertas capacidades, como la inteligencia,
en realidad estamos limitando a los niños, ya que éstos
terminan desarrollando miedo al fracaso.
Como resultado, la próxima vez que tengan que enfrentarse
a una tarea, elegirán los problemas más sencillos, para no
fracasar y volver a merecer ese elogio. De esta manera
no se desarrollarán sino que se mantendrán estancados
dentro de su zona de confort.
En esos mismos estudios se apreció que los niños que son
alabados por su esfuerzo terminan siendo más perseverantes.
Estos pequeños desarrollan lo que se ha denominado "mentalidad
de crecimiento", sustentada en el deseo de mejorar.
Sin embargo, a raíz de estas investigaciones muchos
padres y profesores han sacado unas conclusiones erróneas
pensando que basta con elogiar el esfuerzo para que
el niño se empeñe más y llegue más lejos.
Desgraciadamente, o quizá por fortuna, en la Psicología no
hay fórmulas lineales, por lo que elogiar con desmesura
el esfuerzo también tiene efectos negativos.
Esta es la tesis que sostiene Carol Dweck, una psicóloga de
la Universidad de Stanford que ha dedicado cuatro décadas
de su vida a investigar la “mentalidad de crecimiento”, y que
nos alerta de que debemos hacer un alto en el camino para
reflexionar sobre la educación que le estamos brindando a los niños.
Los elogios abstractos
no funcionan
Según esta psicóloga, a los padres y maestros se les ha
ido la mano al intentar estimular esa “mentalidad de
crecimiento” en los niños, pues han terminado ofreciendo
alabanzas vacías solo por intentarlo, sin que se haya
producido un aprendizaje auténtico o se haya
obtenido un resultado palpable.
En práctica, es como si hubiésemos caído en el extremo
opuesto: nos han dejado de importar los resultados y el
aprendizaje y estamos sobrevalorando el esfuerzo.
Sin embargo, lo importante es encontrar un justo equilibrio.
El esfuerzo es importante, y a veces merece un elogio,
pero también es esencial alcanzar determinados resultados.
Aunque el esfuerzo es loable, en realidad el elogio debe
ir dirigido a potenciar el aprendizaje, ese es el
aprendizaje y no deberíamos perderlo de vista.
Desgraciadamente, muchos padres y maestros afirman tener
una “mentalidad de crecimiento”, pero en realidad sus métodos
educativos no contribuyen a desarrollar esa actitud en los niños.
Elogiar el esfuerzo en abstracto y prodigar alabanzas vacías
puede ser tan inútil como una danza india para llamar la
lluvia… Eso no es tener mentalidad de crecimiento.
El impactante experimento
que muestra los daños que causa
la mentalidad fija en los niños
Un estudio realizado en la Universidad de Chicago analizó
cómo las madres alababan a sus bebés desde el
primer año de edad, hasta los tres años.
A los cinco años los psicólogos comprobaron que la forma
de elogiar de los padres estaba íntimamente vinculada
a la mentalidad del niño y su disposición para asumir retos.
Los niños que recibían elogios adecuados no solo asumían
más desafíos sino que también les iba mejor en la escuela.
En otro experimento llevado a cabo en la Universidad de
Stanford les pidieron a pequeños de 4 años que eligieran
entre un rompecabezas fácil que ya habían hecho o uno más complicado.
Quienes tenían una mentalidad fija prefirieron apostar por
el rompecabezas más sencillo, el cual les permitía reafirmar
su capacidad, ya que pensaban que los niños
inteligentes no cometen errores.
Quienes tenían una mentalidad de crecimiento eligieron la
opción más complicada y encontraron raro que alguien
quisiera hacer el mismo rompecabezas de nuevo.
Esto demuestra que a una edad tan temprana, muchos niños
ya sienten la necesidad de demostrar que son inteligentes
y de evitar los errores, mientras que otros desean plantearse
nuevos retos que les permitan crecer.
Sin embargo, los resultados más interesantes aún estaban por
llegar: al analizar las ondas cerebrales de estos niños se
pudo ver cómo respondían ante las preguntas difíciles y la retroalimentación.
Estos psicólogos comprobaron que los niños con una mentalidad
fija solo estaban interesados en la retroalimentación que
reafirmaba su capacidad, pero se desconectaban cuando
les explicaban otros detalles que podían ayudarles a mejorar y aprender.
De hecho, ni siquiera mostraron interés por escuchar la
respuesta correcta cuando se habían equivocado, probablemente
porque ya la habían catalogado en su mente dentro
de la categoría "fracaso". Al contrario, los que tenían una
mentalidad de crecimiento se mostraron muy atentos a todos
los detalles que podían ayudarles a ampliar sus conocimientos
y habilidades, independientemente de si habían
acertado o no en sus respuestas.
¿Cómo promover una auténtica
mentalidad de crecimiento?
Todos tenemos una mentalidad de crecimiento, pero
también tenemos una mentalidad fija.
Potenciar la primera demanda esfuerzo y no implica que,
una vez conseguida, no se pueda perder. De hecho, la crítica
puede hacer que una persona se ponga a la defensiva y
apague su sed de aprendizaje. Por eso, es importante que
los padres y maestros desarrollen un estilo educativo que
realmente promueva este tipo de mentalidad.
Cuando los padres o maestros tienen una mentalidad fija
les transmiten a los niños la idea de que sus capacidades
están talladas en piedra, lo cual les genera la necesidad de
ponerse a prueba una y otra vez para saber hasta dónde
son capaces de llegar. El problema es que cuando se equivocan
piensan que han fracasado y que no son capaces de ir
más allá porque han llegado a su "límite".
Desgraciadamente, muchos adultos no han sido capaces
de cambiar esa mentalidad que les han inculcado desde
pequeños y se consumen con el objetivo de ponerse a prueba
una y otra vez, primero en el aula y más tarde en
sus carreras y en sus relaciones.
Cada situación se convierte en una confirmación o negación
de su inteligencia, personalidad o carácter. Enfrentan cada
situación pensando: ¿Voy a tener éxito o fracasaré? ¿Demostraré
que soy inteligente o quedaré como un tonto?
¿Voy a ser aceptado o rechazado?
Al contrario, la mentalidad de crecimiento les enseña que los
errores son oportunidades para crecer. De hecho, son
precisamente los problemas más difíciles los
que implican un mayor crecimiento. La clave para promover
una verdadera mentalidad de crecimiento consiste en enseñarles
a los niños que sus cerebros son como músculos que se
pueden fortalecer a través del trabajo duro y la perseverancia.
Así que, en vez de decir “No todo el mundo es bueno en
Matemáticas, haz lo que puedas”, un maestro o un padre
debería decir: “Cada vez que resuelves un problema de
Matemáticas tu cerebro crece”. O en vez de decir: “Tal
vez las Matemáticas no son tu punto fuerte”, un enfoque
mejor sería: “Las matemáticas todavía no son uno de tus
puntos fuertes, tendrás que esforzarte un poco más”.
De esta forma se hace hincapié en el esfuerzo, pero con
vistas a obtener resultados y a potenciar el aprendizaje.
Lo más interesante de este nuevo enfoque es que muestra
que la inteligencia es maleable y que todo el mundo puede
cambiar su forma de pensar. Por otra parte, considera que
los errores no son fracasos o una señal de falta de inteligencia,
sino tan solo oportunidades para poner a
prueba las habilidades y desarrollarlas.
Fuente: www.rincondepsicologia.com