CREACIÓN Y
CO-CREACIÓN
Cada persona goza de capacidad creadora, siendo creadora de su
realidad (holograma) y co-creadora de la realidad colectiva (Matriz Holográfica).
Esta capacidad creadora ostenta las siguientes características principales:
Genera impactos tanto inmediatos como diferidos
Cuando, debido a la sintonía entre su frecuencia vibracional y la de
nuestro estado consciencial, una opción concreta es traída a nuestra
realidad, ello provoca efectos de dos tipos:
1. ”Inmediatos”: son los que la opción traída a nuestra realidad
produce en ella en el momento presente, en el aquí y ahora
2. ”Diferidos”: con cada pregunta que formulo y el abanico de opciones
que abre, la opción concreta plasmada en nuestra realidad tiene también
en ella impactos que van más allá del momento presente y acontecen en
el desenvolvimiento del mismo -es decir: en lo que en Tercera Dimensión se
describe como corto, medio y largo plazo- en una secuencia o cadena de
causa/efectos, como si se tratase de fichas de dominó que se golpean
encadenada y sucesivamente. No obstante, la frecuencia vibratoria
(amor, armonía… o todo lo contario) de los efectos diferidos es la misma
que la de los inmediatos, por lo que la calidad y gradación vibratoria de la
opción traída en el momento presente a nuestra vida, será la que vuelva
a plasmarse y repetirse en la cadena de causa/efecto que, partir del
momento actual, pueda ponerse en marcha. Por ejemplo: supongamos
que mi estado consciencial está lleno de frustración, de ansiedad, que lo
estoy pasando fatal, que ando peleado con la vida y todo el mundo me cae
mal. En este caso, ante las preguntas que me vaya formulando de instante
en instante, las opciones que traeré a mi realidad estarán inevitablemente
en la misma frecuencia vibracional y, por tanto, llenos de desarmonía
y desamor. Y esto tiene, por supuesto, un efecto en el presente. Pero también
los tendrá (cadena de causa/efecto) en el desenvolvimiento del momento presente.
En el saber popular hay diversas sentencias y aforismos que lo
resumen con claridad: “se recoge lo que se siembra”, o “quien siembra
vientos, recoge tempestades”. Y estos efectos diferidos a corto, medio
y largo plazo pueden incluso extenderse más allá de la presente
existencia física a próximas reencarnaciones.
En este convencimiento se fundamenta lo que corrientes espirituales
orientales denominan “karma”: energía trascendente, invisible e inmensurable
que se deriva de los actos de las personas, de modo que, conforme a las
“leyes del karma”, cada una de las sucesivas reencarnaciones queda
condicionada por las opciones y actuaciones traídas a la realidad en vidas anteriores.
Así, los impactos inmediatos de las opciones plasmadas en la realidad
y los diferidos que se darán a partir de ellas en la dinámica causa/efectos,
configuran la realidad y la vida de cada ser humano, que por esto es
responsabilidad de uno mismo al 100 por 100.
Una conclusión que, estando presente en la definición actual de la
Ecuación de la Decisión, coincide plenamente con lo indicado por
antiguas culturas y tradiciones espirituales, como es el caso de esa práctica
milenaria de las islas del Pacífico y los Mares del Sur conocida
como Ho´oponopono. Si fuéramos capaces de tener en la cabeza
y hacer un seguimiento a la cadena de causa/efecto que ponemos
en marcha (incluso a lo largo de la cadena de vidas o reencarnaciones)
con las opciones que continuamente traemos a la realidad, comprenderíamos
bien lo que tanto trabajo cuesta asumir y, sin embargo, esas culturas y
tradiciones enseñan y las indagaciones más recientes y vanguardistas
sobre consciencia y realidad muestran: cada uno es responsable de su
vida al 100%. No al 50, 70, 90, 99 o 99,99 por ciento: ¡al 100 por 100!.
La capacidad creadora es individual y colectiva
Siendo única, la capacidad creadora del ser humano puede
contemplarse en una doble perspectiva:
1. La capacidad creadora es “individual”: cada uno crea
su realidad y su vida.
2. Y, al unísono, es “colectiva”: al crear nuestra propia realidad,
co-creamos la realidad global en la que interactuamos con nuestros congéneres.
Cada cual trae a su realidad sus opciones conscienciales,
configurando su realidad. Y los demás hacen exactamente lo mismo,
conformado igualmente su respectiva realidad.
Finalmente, las realidades creadas individualmente se entrelazan e
interaccionan entre sí y generan una “realidad compartida”: la Matriz
Holográfica ya mencionada en la que se despliegan las realidades
holográficas individuales de todas y cada una de las personas.
¿Por qué interaccionamos con unas personas y no
con otras, y por qué -según los casos- lo hacemos
con más o menos intensidad y de forma que
valoramos como “positiva” o “negativa”
para nosotros?: Las intersecciones
conscienciales
Dado que cada uno de nosotros está permanentemente creando
su realidad, que a su vez es compartida con los demás (que también
están generando la suya) en el contexto de una colosal Matriz Holográfica
de realidades (la de cada uno) compartidas, las intersecciones
conscienciales explican el por qué nos relacionamos e interaccionamos con
unas personas y no con otras y por qué, según los casos, lo hacemos
con más o menos asiduidad e intensidad y de una forma que ponderamos
positiva (agradable, cariñosa, productiva...) o negativa (problemática,
frustrante, conflictiva…) para nosotros.
¿Qué son exactamente las
intersecciones conscienciales?
Para interiorizar su significado hay que acudir inicialmente a
las matemáticas y a una de sus ramas conocida como Teoría de
Conjuntos, cuyo desarrollo histórico se atribuye al matemático Georg
Cantor en la segunda mitad del siglo XIX. Hoy día es una herramienta
básica en la formulación de cualquier teoría matemática. Y dentro de la
Teoría de Conjuntos existen unas operaciones básicas que permiten
manipular los conjuntos y sus elementos, similares a las operaciones
aritméticas, constituyendo el álgebra de conjuntos.
Una de tales operaciones es la intersección de conjuntos, sobre la que se
nos enseñaba en el colegio: “La intersección de dos conjuntos A y B es
elconjunto A ∩ B que contiene todos los elementos comunes de A y B”. Así,
la mayor o menor intersección entre el conjunto A y el conjunto B
dependerá de que se coincidan, superpongan y solapen más o menos.
Pues bien, contemplándonos a nosotros mismos como un conjunto (por
ejemplo, como el conjunto A) y a las personas que nos rodean y aparecen
en nuestra realidad como otros conjuntos (conjunto B, conjunto C, conjunto
D…), la cuestión a responder sería: ¿Por qué sí se producen las
intersecciones con unos (nuestros familiares, amigos, compañeros de
trabajo, vecinos…), y no con otros (las personas que viven, por ejemplo,
en nuestra misma localidad, pero con las que no tenemos ningún
contacto o comunicación?.
Y a este interrogante-centrándonos ya en el contexto de los conjuntos
(personas) con los que sí mantenemos intersección- se pueden añadir otros
dos: ¿Por qué con unos más y con otros menos? Y, ¿por qué en algunos
casos, la intersección es fluida y“positiva” para nosotros (verbigracia: las
personas que nos dan su cariño y apoyo), y en otros, en cambio, la percibimos
como “negativa” y contraria a nuestros deseos e intereses
(por ejemplo: aquellas personas que nos hacen la puñeta y
nos generan dificultades y problemas)?.
La respuesta a estas cuestiones es sencilla: que las intersecciones
con otras personas (conjuntos) se produzcan o no y, en caso de que
efectivamente acontezcan, su mayor o menor frecuencia e intensidad y el
sentido positivo o negativo que las mismas tengan para nosotros, no es
fruto de la casualidad, sino que dependerán exactamente del nivel
y grado de “necesidad” y “compatibilidad” con relación a nuestra realidad
(la de cada uno, la del conjunto A) de las realidades que esas otras
personas (conjunto B, conjunto, C,conjunto D…) están, a su vez,
creando con su propia vida. Que yo interactúe o no y con más o
menos potencia con otra persona, dependerá de que la realidad que yo
estoy creando sea compatible y necesite la realidad que
esa otra persona está generando.
Y con los términos “necesidad” o “compatibilidad” se hace referencia
no sólo a cuando los otros nos apoyan “directamente” en la creación de
nuestra realidad (coloquialmente, nos dan palmaditas en la espalda),
sino también cuando nos apoyan “indirectamente”;
esto es: nos dan codazos y nos originan problemas. Y es que
los obstáculos, o son imaginarios, o son reales.
Los imaginarios no existen; y los reales son trampolines con los que
topamos para que la realidad y la vida que queremos crear se hagan realidad.
Intersecciones conscienciales y atracción
Finalmente y en consonancia con lo hasta aquí expuesto, las
intersecciones conscienciales que se produzcan, así como su intensidad
y sentido positivo o negativo (apoyo directo o indirecto, respectivamente,
a la creación de nuestra realidad), hallan su base en la “atracción”,
desde nuestra realidad (la de cada cual), de las realidades de esas
otras personas que interactúan con nosotros y comparten su
realidad con la nuestra.
Una atracción que opera como si de un imán se tratase y que no es
casual, sino que está en función de la necesidad y compatibilidad de
esas otras realidades con la que yo estoy creando con mi vida (preguntas,
opciones, opción concreta que traigo la realidad por su sintonía
vibracional con nuestro estado consciencial, etcétera).
Y las intersecciones conscienciales y la atracción explican igualmente
cómo -dependiendo de la evolución (expansión de la consciencia) de los
estados conscienciales de cada cual- personas que hoy día están muy
cercanas, puede ser que mañana no lo estén: bien porque yo
cambie mi frecuencia vibracional consciencial, bien porque
lo hagan ellas. De esta forma, se producen distanciamientos
de gente hasta ahora muy próximas, y encuentros con personas que antes
no conocíamos y compatibilizan ahora con nuestra frecuencia vibracional,
pareciendo que las conocemos de toda la vida.
Fuente: Emilio Carrillo