¿Qué es
la meditación?
Meditar es mirar con profundidad para ver la esencia
de las cosas, nos permite conocer los contenidos de nuestra mente.
La visión y comprensión profunda que nos proporciona meditar
sobre los objetos y los fenómenos nos aporta paz y júbilo.
Nos permite alcanzar la Iluminación y el Nirvana, la liberación
del Samsara. Elimina la ignorancia y nos pone en contacto con lo
real ―lo que está más allá del espacio, el tiempo y la causa―.
¨Mediante el Samyoga se adquiere
el conocimiento del observador y de lo observado¨
Yoga Sutras de Patanjali
El Samyoga designa las tres últimas fases que debe recorrer el yogui
para alcanzar la plena realización del Ser:
– Dharana (concentración): detener la actividad mental en un determinado objeto.
Puede ser un mantra, un yantra, un mudra…
– Dyana (meditación): neutralizar todo flujo mental, una perfecta ósmosis
entre el sujeto y el objeto, sin alteración ni influencia externa alguna. La frontera
entre el sujeto que observa y el objeto observado se disuelve gradualmente y sujeto
y objeto se convierten en uno. Sólo cuando penetramos en el objeto y nos hacemos
uno con él podemos comprenderlo. La mente se ha despojado de toda
representación concreta.
– Samadhi (iluminación). Consta de tres partes: SamadhiSamprajñata, Samadhi
Asamprajñata y Nirbija Samadhi. El primero es aquel grado en el que el individuo
se ¨vacía¨ de sí mismo a través del objeto pero conserva aún conciencia de su
propia individualidad. El segundo consiste en la fusión plena con lo absoluto, más allá
de toda dualidad. El tercero significa ¨sin semillas¨. Ya no queda ninguna semilla
para la aparición de actividades volitivas: ¨Cuando está esto, está aquello. Cuando
esto surge, surge aquello.¨ (Sutra de Benarés). Desaparece, incluso, la percepción
de unión con la totalidad y entramos en la vacuidad, en el silencio, en la inmovilidad,
en la no acción, en la conciencia pura, la presencia de uno mismo despojada
de todo concepto. Es la búsqueda del ¨yo soy¨ esencial.
La realización de estas tres fases constituye el Samayama.
En él ha desaparecido el ego y se alcanza un estado de conocimiento
superior. Mediante el Samayama, el yogui alcanza grandes poderes: conoce el
pasado y el futuro, accede a sus vidas anteriores, obtiene el conocimiento intuitivo
de lo sutil, conoce las cualidades de cualquier cosa…
En la meditación realizamos la unidad cuerpo y mente, somos capaces de
restaurar nuestra plenitud. En esta condición volvemos de nuevo a la fuente y nos
abrimos a un encuentro real con la vida. Cuando cuerpo y mente son uno, las heridas
de nuestro corazón, mente y cuerpo empiezan a sanar.
La práctica de la meditación nos trae al momento presente para morar en él,
nos libera de las lamentaciones respecto al pasado, las ansiedades respecto al futuro
y la aversión en el presente. El practicante puede ver las maravillas de la vida en
su cuerpo y mente, conocer la realidad última de cada fenómeno u objeto.
Durante la práctica de la meditación podemos tener distintas experiencias.
Por ejemplo, la experiencia de luces de distintos colores que aparecen delante
de la frente. El yoga considera que son luces Tanmátricas, es decir, luces de los
elementos primordiales como: la tierra, el aire, el fuego… Junto con las luces ya
mencionadas pueden surgir pequeñas esferas de luz blancas que poco a poco
irán cobrando más resplandor. También podemos tener visualizaciones de carácter
espiritual y de amplitud de consciencia. Todas estás experiencias denotan que
la persona está transcendiendo la conciencia física.
Según SS el Dalai Lama: ¨… la meditación es el proceso que nos
permite aumentar nuestro control sobre la mente y guiarla en una dirección
más virtuosa ―compasión, tolerancia, generosidad, humildad, solidaridad,
valor, serenidad, alegría, seguridad…― Podemos considerarla una técnica
por la que disminuimos la fuerza de los antiguos hábitos de pensamiento y
desarrollamos otros nuevos. Gracias a ella nos protegemos de aquellas
actitudes de pensamiento, palabra o acción que nos provocan sufrimiento y
generamos felicidad. Esta técnica no es exclusiva del budismo. De la misma forma
que un músico entrena las manos, un atleta los reflejos, un lingüista el oído y
un filósofo la perfección, nosotros dirigimos nuestra mente y nuestro corazón…¨
¨Cada momento de nuestra vida puede ser el
comienzo de grandes cosas¨
Saieki
Fuente: www.saieki.com