Basta con mirar para poder "ver"
Estado de consciencia
Cada ser humano y en cada momento de su vida se halla con un estado
de consciencia determinado. El estado de consciencia es el modo en el que
cada uno se ve a sí mismo y contempla, entiende e interpreta la vida, la
muerte, el mundo y todo lo que le rodea, así como la escala de valores, las
pautas vitales y las prioridades y preferencias con las que experiencia la vida cotidiana.
Por poner dos ejemplos extremos: si el estado de consciencia es de
armonía, amor y alegría, uno se verá a sí mismo, al mundo y a los demás,
de manera muy distinta al supuesto de que el estado de consciencia
sea de desarmonía, desamor, ofuscación y tristeza.
En el primer caso, el ser que cada uno somos se encontrará alienado y
en concordia con la vida, que será percibida como algo maravilloso; en el
segundo, en cambio, se vivirá en “des-alineamiento” con la vida, considerándola
como una especie de castigo y manteniéndose peleado con ella y con uno
mismo. Y usando terminología científica, cada estado consciencial tiene su
propia frecuencia vibracional y evidencia como vibramos, cada cual y en cada
momento, interiormente. El estado de consciencia de cada cual no es
estático, sino que puede variar –lo más frecuente es que lo haga- a lo
largo del tiempo, sean días, semanas, meses o años. La experiencia humana
pone de manifiesto que con el devenir del tiempo vamos observando, mirando
y entendiendo al mundo y a nosotros mismos de formas diferentes; es decir:
desde distintos estados de consciencia, cada uno con su correspondiente
frecuencia vibracional. La llamada “dinámica consciencial” explica
estas variaciones en el estado de consciencia y en su gradación vibratoria,
y halla su base en el hecho de que, en cada estado de consciencia concreto,
vivimos experiencias que tienden a ir modificando nuestra visión de las cosas
y a transformar nuestro estado consciencial y, por ende, la frecuencia con la que
vibramos. Curiosamente, uno mismo, los otros y el mundo no serán en sentido
estricto diferentes, pero en función del estado de consciencia, los
contemplaremos de modo muy distinto.Y el estado de consciencia y su
vibración y los posibles cambios en el mismo, responden a factores estrictamente
interiores. Ciertamente, las experiencias vitales se despliegan en el mundo
exterior, pero el cómo las contemplamos, vivenciamos y, finalmente, las hacemos
nuestras, se relaciona con el interior de cada cual. Por ello, la base de cualquier
cambio verdadero es puramente interior. Sin embargo, solemos creer que el
mundo exterior se cambia desde el exterior. Comprender la falacia de esto
e interiorizar la dimensión interior del cambio, representa una nueva visión
y plasma el despertar consciencial.
Nada está vedado o escondido:
que basta con mirar para poder “ver”
La consciencia se expande ondular y fractalmente en el contexto de
un proceso de preguntas y opciones en el que tomar consciencia no es
hallar respuestas, sino formular preguntas. Y las preguntas no tienen
una respuesta concreta, sino que abren opciones que conducen a nuevas preguntas.
La dinámica consciencial planteada puede ser sintetizada en los
cinco puntos o fases siguientes:
F A S E S D E L A D I N Á M I C A C O N S C I E N C I A L
1º) En cada momento presente y con un determinado estado de
consciencia, cada persona vive múltiples experiencias cotidianas que le
llevan a formularse preguntas. Y hacernos preguntas representa la toma de consciencia.
En cada momento presente y con un determinado estado de
consciencia (visión y comprensión de la vida y del mundo, escala de valores,
prioridades y preferencias, pautas vitales…) asociado a una frecuencia vibracional
concreta,cada persona vive múltiples experiencias cotidianas que le
llevan a formularsepreguntas. Hacernos las mismas representa la toma de consciencia.
Es verdad que se nos ha educado –más bien, “formado”, que procede del
verbo latino “formare”, que en lenguaje moderno puede ser traducido como
“formatear” o “dar forma”- en la convicción de que tomar consciencia es
obtener respuestas, lo que nos sumerge en un tremendo estrés y se incluye
en el culto a la velocidad que profesa con vehemencia la sociedad actual.
Pero lo real es mucho más simple y hermoso: tomar consciencia es,
simplemente hacerse preguntas.
Una vez que nos hacemos preguntas, las respuestas vendrán
(en el punto siguiente se verá exactamente cómo).
Lo hemos visto miles de veces en nuestra vida.
Cuando nos hemos preguntado por algo y lo hemos encontrado,
pareciendo asombroso. Pero de asombroso no tiene nada.
Son numerosos los ejemplos cotidianos que prueban lo anterior.
Entramos en una librería y ¡plaf!, allí delante, en el sitio más vistoso
y evidente, se halla el libro, desconocido hasta ese instante para
nosotros, que responde perfectamente a lo que en ese momento
estábamos buscando. O abrimos el correo electrónico y en la bandeja
de entrada encontramos un email que se adecua como anillo al dedo a
aquello que bulle en nuestro interior.
¿Casualidades?. En absoluto. Ese libro o email hubieran pasado
desapercibidos si no fuera porque antes, desde nuestro interior, habíamos
“desplegado las antenas” que sintonizan con sus contenidos, es decir, si
previamente no nos hubiéramos planteado la temática, cuestiones y preguntas
que abordan. Y es que son éstas, las preguntas, las que suponen la toma de consciencia.
2º) Las preguntas que nos planteamos no tienen una única respuesta,
sino que abren un abanico o haz de opciones, cada una de las cuales
tiene su propia gradación vibracional. Las preguntas que nos planteamos
no ofrecen una única respuesta, sino que abren un abanico o haz de opciones
conformado por todas las respuestas posibles. Y cada una de las opciones tiene su propio perfil y su
propia cualidad o gradación vibracional. Sirva como botón de muestra,
la hipótesis de que en un momento dado nos planteemos si continuamos o
no con nuestra pareja. Aparentemente, esta pregunta -¿Sigo con mi pareja?-
admite sólo dos opciones o respuestas: “Sí” o“No”. Sin embargo, tanto dentro
del “sí” como del “no”, existen muchas opciones posibles, cada una con una
frecuencia vibracional diferente. Verbigracia: en la esfera del “sí”, puedo
decidir continuar con mi pareja porque, tras sopesarlo, he sentido que realmente
la sigo queriendo y deseo permanecer con ella. O puedo continuar porque,
aun sintiendo que ya no la quiero, romper con ella me obligaría a afrontar unos
gastos que mi economía no se puede permitir (máxime en tiempos de apuros
pecuniarios y sobre todo, cuando hay una hipoteca de por medio) o conllevaría
perder unas comodidades (la muy machista necesidad de que alguien me haga
la comida o me lave la ropa) a las que no estoy dispuesto a renunciar.
Igualmente, en el ámbito del “no” se abren distintas opciones. Así, puedo
romper con quien hasta ahora era mi pareja explicándole cara a cara, con sinceridad,
honestidad y cariño, que ya no la quiero y que no deseo basar mi vida en una
mentira ni, desde luego, engañarla. O puedo, simplemente, abandonar el hogar
sin dar explicaciones, huir sin más: lo que castizamente se recoge en la
expresión “Irse a comprar tabaco”.
En ambos casos -“sí” o “no”- se acaban de formular opciones extremas,
existiendo otras muchas intermedias. Valgan, no obstante, para explicar lo que
se deseaba: las preguntas que nos hacemos no tienen una única respuesta,
sino que cada una abre un abanico o haz de opciones; y cada opción tiene su
propia frecuencia vibracional (no gozan de la misma vibración, en clave de
armonía y amor, el continuar con mi pareja porque la quiero, o hacerlo
por motivos económicos o comodidad; o no seguir con ella, afrontando la
ruptura desde el afecto y con franqueza y honradez).
3º) Todas las opciones posibles, dentro del haz o abanico de opciones
que cada pregunta abre, ocurren y suceden a la vez, creando
escenarios vitales distintos entre sí en planos diferentes de realidad.
Aunque nos parezca increíble, todas las opciones que una pregunta abre,
son reales y acontecen. La Física Cuántica lo ha explicado tradicionalmente
con el ejemplo del dado de seis caras: en el momento en el que lo lanzo,
no sale un solo número (verbigracia, el 4), sino los seis números (del 1 al 6,
ambos inclusive), aunque, eso sí: cada uno en distintos planos de la realidad.
Y esto es lo que nos describe actualmente la Teoría de los Multiversos
y Universos Paralelos y las Realidades Supersimétricas: continuando con
el ejemplo del dado, los seis números posibles salen, todos y cada uno
de ellos, en los distintos Multiversos y Universos Paralelos y Realidades Supersimétricas.
Sliding Doors, película de 1998 titulada en castellano como Dos vidas en
un instante y que cuenta con Peter Howitt como guionista y director,
escenifica un ameno y sencillo acercamiento a lo que se acaba de enunciar
a través de las opciones vitales que se abren a la joven protagonista (papel
interpretado por Gwyneth Paltrow) a partir del simple hecho de coger o no el
metro a una determinada hora. Y la Teoría del Desdoblamiento del Tiempo
ofrece la explicación de cómo las distintas opciones plasmadas en distintos
planos de realidad (en la película, lo que le pasa a la protagonista tras
“sí coger” y “no coger” ese determinado metro) tienden hacia la convergencia
en el corto, medio o largo plazo. Por tanto, ¡todas las opciones posibles,
dentro del haz o abanico de opciones que cada pregunta abre, ocurren y suceden!.
En la realidad física, que es cuántica y subcuántica, todas las opciones
que cualquier pregunta abre acontecen a la vez (Multiversos y Universos
Paralelos y Realidades Supersimétricas) y crean escenarios vitales distintos
entre sí en planos diferentes de realidad, que, no obstante, a corto, medio y
largo plazo, sea en esta vida física o en otras, tienden siempre hacia la
convergencia consciencial en un escenario y estado de consciencia común.
4º) De todas las opciones que suceden, somos nosotros mismos los que a
esta realidad traemos una opción determinada: aquella que por su frecuencia
vibracional sintoniza con el nivel de vibración de nuestro estado consciencial.
La mente humana se resiste a aceptar lo anterior y de inmediato
lo cuestiona: si esto fuera así y todas las posibilidades acontecen,
¿por qué entonces sólo percibo una? (en el caso del dado, ¿por qué veo
sólo en número 4?). La respuesta es sencilla: porque somos co-creadores
de la realidad. Es decir: que de todas las opciones que suceden, somos
nosotros mismos los que a este Universo y a esta realidad (la de cada
uno) traemos una opción determinada (el número 4 en el ejemplo y no
ninguno de los otros cinco posibles).
¿Cuál opción, en concreto, es la que traigo a mi realidad?.
Pues aquélla que por su frecuencia vibracional sintoniza con el
nivel de vibración de mi estado consciencial.
Imaginaos que soy un pescador. Estoy sentado con mi caña a la orilla del
mar o de un río, a punto de iniciar la pesca. Y sé que bajo el agua, aunque
no los vea, hay muchos peces y que alguno de ellos va a morder el anzuelo
(estos peces configuran las posibles “opciones”, utilizando la terminología
de los párrafos precedentes). Pues bien: cuando efectivamente lanzo el
sedal, y el anzuelo se sumerge bajo el agua (es decir, una vez que he
realizado la pregunta: toma de consciencia), el pez (la opción) que va a
“picar” de entre todos los posibles (abanico o haz de opciones) y que,
seguidamente, pescaré e introduciré en mi cesta de pescador (el pez pescado
y en mi cesta representa la opción en concreto que traigo a mi realidad),
no será uno cualquiera -fruto del azar o la casualidad-, sino que morderá
el anzuelo precisamente aquel pez (opción) cuya frecuencia vibracional
sintonice con la del pescador (con la gradación vibratoria de mi estado consciencial).
Es así como cada uno de nosotros trae cotidianamente a su realidad
aquellas opciones en concreto (de entre todas las posibles que se han
abierto en cada caso como abanico o haz de opciones al formularnos las
respectivas preguntas) que sintonizan por su frecuencia vibracional con la
gradación vibratoria del estado consciencial que tenemos en ese momento de nuestra vida.
De instante en instante, a lo largo de los segundos, minutos, días, meses
y años de nuestra existencia humana, cada cual crea constantemente su
realidad y, por tanto, su vida.
Por esto, la realidad que creamos -cada cual la suya con las opciones
que trae a su vida-, es más “virtual” que “real” (hay otras realidades paralelas
que también ocurren en otros Universos y Realidades Supersimétricas). Y
la ciencia, a la realidad que vemos y percibimos en este plano, empieza
a calificarla de “holográfica”, planteando la Teoría del Principio Holográfico.
Específicamente, el llamado “Principio holográfico” tiene su base en las
propuestas acerca de la gravedad cuántica promovidas por los físicos
Gerard ´t Hooft (científico holandés que recibió el Premio Nobel de Física en
1999) y Leonard Susskind (norteamericano considerado como uno
de los “padres” de la Teoría de Cuerdas).
De este modo, todos y cada uno de nosotros somos creadores de nuestra
respectiva realidad, que es un holograma configurado y conformado por las
opciones que cada uno trae a su realidad de entre de todas las posibles
en función de la sintonía de sus respectivas frecuencias vibracionales
con la gradación vibracional de nuestro particular estado consciencial.
Y todos, aportando cada uno la realidad u holograma por cada cual creado,
somos co-creadores de la realidad global en la que vivimos y experienciamos,
perfecta conjunción y entrelazamiento de siete mil millones de hologramas (uno por
cada ser humano) que conjuntamente configuran una gigantesca Matriz Holográfica.
En resumen: en la medida en la que una opción concreta sintoniza y resuena
-por su frecuencia vibracional- con el nivel de vibración que en ese momento
tenga nuestro estado consciencial, esa opción es la que experienciamos
consciencialmente (en el “interior”) y moldea holográficamente (Teoría del
Principio Holográfico) lo que nuestros sentidos físicos perciben como
realidad (“exterior”) en Tercera Dimensión.
La suma de las realidades creadas por cada cual, genera una colosal
Matriz Holográfica colectiva en la que se desenvuelven e interaccionan las
realidades individuales. Por todo ello, el llamado “mundo exterior”, siendo
colectivo, no es sino aglutinación y engarce de todas las realidades creadas
individualmente; y siendo exterior, se forma desde el interior (estado
consciencial) de cada cual y de todos.
El corolario final es que, por paradójico que parezca, el cambio del mundo
exterior que tanta gente ansía no puede lograrse desde el exterior, sino
desde el interior de cada cual: “Ojos nuevos para un mundo nuevo” (adquirir
consciencia de esto es la llave del Despertar Consciencial).
5º) Con las opciones que traigo a mi realidad, vuelvo a vivir experiencias que
pueden modificar mi estado consciencial, expandiendo la consciencia.
Las opciones que se “traen” a la realidad permiten vivir nuevas experiencias
que pueden ir modificando nuestro estado consciencial –lo más frecuente es
que así suceda a lo largo del tiempo- y derivarán en nuevas tomas de
consciencia y nuevas preguntas, poniéndose otra vez en marcha y
repitiéndose el proceso descrito. Es así como la consciencia se
expande y va cambiando su frecuencia vibracional, con lo que varían, al
unísono, las prioridades y las preferencias (sintonías) por unas u otras opciones.
6º) Dentro de la tendencia general de expansión consciencial, la consciencia
se expande ondular y fractalmente. La expansión de la consciencia
representa, por tanto, un avance por distintos estados de consciencia,
cada uno de ellos con una frecuencia vibracional mayor que el anterior.
Pero dentro de esta tendencia general de crecimiento vibracional,
la consciencia se expande ondularmente (ondas que fluyen cual campanas
de Gauss) y conforme a patrones de tipo fractal, por lo que, con independencia
del estado de consciencia concreto, se viven lo que San Juan de la Cruz
denominó “Noches oscuras”.
Hay que aceptar estas “noches” como lo que son: el invierno que
precede a la primavera; la noche que es antesala del amanecer. Y comprender
que la noche es guía y espoleta en el proceso consciencial (“¡Oh, noche que
guiaste...!”, escribe san Juan de la Cruz en su poema Noche oscura).
Tal aceptación y comprensión hace que el tramo de inflexión y caída
de la “campana ondular” se reduzca tanto en intensidad como en duración,
mientras que la resistencia a la “noche” –la “resistencia” es “persistencia”-
aumenta tanto la intensidad como la duración.
Esta expansión ondular natural suele ser contemplada desde la perspectiva
de la Tercera Dimensión, tan marcada por los dualismos, como fases de “luz”
y fases de “oscuridad”, pero lo cierto es que estas últimas permiten plasmar
en una realidad más densa el potencial adquirido en las fases denominadas
de “luz”, y son la antesala de éstas.
Podría expresarse señalando que, siendo la expansión consciencial
(ondular y fractal) la tendencia general en un contexto de Armonía y
experiencias conscienciales de Amor, la Creación también contempla e
integra la existencia de desarmonía (“caos”). Cuando ésta prima en
una experiencia consciencial o movimiento energético-vibracional, se
produce un “atasco” en la expansión, lo que ocurre con mayor frecuencia
en Dimensiones y contextos de mayor densidad. Y cuando en el sistema
se produce tal atasco, desde el “interior” del ser que lo vivencia se generan
experiencias conscienciales, con implicaciones e impactos en el “exterior”,
que los desestanca. Los ciclos que rigen la Naturaleza y el Cosmos,
de cualquier nivel y duración, apoyan e impulsan de forma
natural el proceso expansivo descrito.
Fuente: Emilio Carrillo