ACEPTACIÓN, GOZO
Y ENTUSIASMO:
CLAVES DEL DESPERTAR
Despertar, salir del piloto automático pasa necesariamente por
incorporar en nuestras vidas la aceptación, el gozo y el entusiasmo en
cada cosa que emprendamos.
Todo lo que hagamos será disfuncional y producto del ego a menos que
emane de una de estas tres modalidades, las cuales pueden fluctuar durante
el transcurso del día, aunque una de ellas podrá dominar durante una cierta etapa de la vida.
Cuando no estamos en estado de aceptación, gozo o entusiasmo, al mirar
atentamente descubrimos que estamos creando sufrimiento para
nosotros mismos y para los demás.
L A A CE P T A C I Ó N
Si hay algo que no podamos disfrutar, por lo menos podemos
aceptarlo como aquello que debemos hacer.
Aceptar significa reconocer que, por ahora, esto es lo que esta situación
y este momento me exigen, de manera que lo hago con buena disposición.
Realizar una acción en estado de aceptación significa estar en paz mientras la realizamos.
Esa paz es una vibración sutil de energía que penetra en lo
que hacemos. A primera vista, la aceptación parecería sinónimo de
pasividad, pero en realidad es activa y creadora porque trae algo
completamente nuevo a este mundo.
Si no puede aceptar ni disfrutar lo que hace, deténgase.
De lo contrario, no estará asumiendo responsabilidad por lo único sobre
lo cual puede asumirla y que, dicho sea de paso, es lo único que
importa: su estado de conciencia.
Y si no asume responsabilidad por su estado de conciencia,
no estará asumiendo la responsabilidad por la vida.
E L G O Z O
El gozo es la segunda modalidad del quehacer despierto.
En la nueva tierra, el gozo reemplazará al deseo como fuerza motriz
de las actuaciones del ser humano.
El deseo proviene de la ilusión del ego de ser un fragmento separado
del poder de la creación. A través del gozo nos conectamos con el poder creador.
Cuando el presente, y no el pasado o el futuro, se convierte en el punto
focal de la vida, nuestra capacidad para disfrutar lo que hacemos aumenta drásticamente.
La alegría es el aspecto dinámico del Ser.
Cuando el poder creador del universo toma conciencia de sí
mismo, se manifiesta en forma de alegría.
No es necesario esperar a que algo “importante” suceda en la vida
para poder disfrutar finalmente de lo que hacemos. Hay más importancia
en la alegría de la que podríamos necesitar.
No le pida a su mente autorización para gozar de lo que hace.
Lo único que recibirá serán miles de razones para no disfrutar. “Ahora
no” dirá la mente. “¡No ves que estoy ocupada? No hay tiempo.
Quizás mañana puedas comenzar a gozar…”.
Ese mañana no llegará nunca a menos que comience a disfrutar lo
que hace en este momento.
La alegría no emana de lo que hacemos, sino que fluye hacia lo que
hacemos y se manifiesta en el mundo desde las profundidades de nuestro ser.
¿Entonces cuál es la relación entre algo que hacemos y el estado de alegría?
Que disfrutamos cualquier actividad en la cual estemos totalmente
presentes, cualquier actividad que no sea solamente un medio para
alcanzar una finalidad. No es la acción realizada la que disfrutamos
realmente, sino la sensación de profunda vivacidad de la cual se impregna la actividad.
Esto significa que cuando disfrutamos haciendo algo realmente
experimentamos la alegría del Ser en su aspecto dinámico. Es por eso que
todo aquello que disfrutamos nos conecta con el poder que está detrás de toda la creación.
Si siente que su vida no tiene significado o que es demasiado tediosa y
llena de tensiones, es porque no ha traído esa dimensión a su vida todavía.
La nueva tierra se manifiesta a medida que crece el número de personas
que descubren que el principal propósito de la vida es traer la luz de la
conciencia a este mundo y utilizar su actividad, cualquiera que
sea, como vehículo para hacerlo.
La alegría de Ser es la alegría de estar conscientes.
La conciencia despierta toma entonces las riendas y se encarga de
dirigir la vida, desplazando al ego. Entonces descubrimos que aquello
que veníamos haciendo desde tiempo atrás comienza a expandirse de
manera natural para convertirse en algo mucho mayor, al
impregnarse del poder de la conciencia.
Algunas de las personas que enriquecen la vida de muchas otras
simplemente a través de su acción creadora sencillamente hacen lo que
más disfrutan sin querer nada para sí mismas como consecuencia de esa actividad.
Pueden ser músicos, artistas, escritores, científicos, maestros,
constructores, o pueden traer al plano de la manifestación nuevas
estructuras sociales o empresariales (empresas iluminadas).
E L E N T U S I A S M O
Más adelante hay otra forma como la manifestación creadora
puede llegarles a quienes permanecen fieles a su propósito interno de despertar.
Un buen día reconocen con toda claridad su propósito externo. Tienen una
visión grande, una meta y, a partir de ese momento, dedican todo
su esfuerzo a esa meta.
Generalmente esa meta o visión está conectada de alguna manera con
alguna actividad de la cual gozan enormemente y que ya están realizando en
menor escala. Es aquí donde emerge la tercera modalidad del
que hacer despierto: el entusiasmo.
Entusiasmo significa gozar profundamente lo que se hace, además
de tener el elemento de la visión o la meta que se persigue.
Cuando le sumamos una meta al placer de lo que hacemos, cambia
la frecuencia en la cual vibra el campo de energía.
En el punto culminante de la actividad creadora impulsada por el
entusiasmo hay una cantidad enorme de energía e intensidad. La
sensación es la de una flecha en trayectoria directa hacia el
blanco, y que disfruta su viaje.
Un observador podría decir que la persona está bajo estrés,
pero la intensidad del entusiasmo no tiene nada que ver con él. A
diferencia del estrés, el entusiasmo vibra en una frecuencia elevada,
de tal manera que resuena con el poder creador del universo.
Ralph Waldo Emerson lo reconoció cuando dijo que “nunca nada
verdaderamente grande se ha logrado sin entusiasmo”. La palabra
“entusiasmo” viene del griego en y theos que significa “en Dios”. Y la
palabra afín enthousiazein significa “estar poseído por un dios”.
El entusiasmo permanente genera una ola de energía creadora y
entonces lo único que debemos hacer es “montarnos sobre esa ola”.
El entusiasmo imprime un poder enorme a lo que hacemos, hasta tal
punto que quienes no se han conectado con el poder ven “nuestros”
logros con asombro y podrían equipararlos con lo que somos.
El deseo del ego siempre trata de recibir de algo o de alguien; el
entusiasmo de su propia abundancia. Cuando el entusiasmo tropieza
con obstáculos como pueden ser situaciones adversas o personas
obstruccionistas, nunca ataca sino que se limita a buscar otros
caminos, o cede y acoge al otro, convirtiendo esa energía contraria
en energía favorable. El entusiasmo y el ego no
pueden coexistir. El uno implica la ausencia del otro.
El entusiasmo sabe para dónde va pero, al mismo tiempo, está
perfectamente unido con el momento presente, la fuente de su
vivacidad, su alegría y su poder. El entusiasmo no “desea” nada
pero tampoco carece de nada. Es uno con la vida, y por muy
dinámicas que sean las actividades que inspire, no nos perdemos en ellas.
Y siempre deja ese espacio quieto pero intensamente vivo en el
centro de la rueda, un espacio central en medio de la actividad, al
cual, a pesar de ser la fuente de todo, nada lo afecta.
A través del entusiasmo entramos en armonía perfecta con el
principio expansivo y creador del universo, pero sin identificarnos
con sus creaciones, es decir, sin ego.
Eckart Tolle
Fuente: evolucionconsciente.org