T A N T R A :
E L C I E L O A Z U L
Hay muchos libros escritos sobre tantra y para muchas personas
el tantra básicamente se asocia con técnicas y conocimientos para
ser mejor amante, lo cual es en parte verdad pero no tal y como se asume.
Te convierte en un mejor amante de la vida porque apunta
hacia ti mismo y te revela tu ser.
Tantra no es de nadie, ni pertenece a nadie, es libre de dogmas
y opiniones, solo exige una muerte, la muerte de todo lo que es
falso en ti. Entonces la vida y tú os convertís en el mismo fenómeno
y, claro está, también la muerte cuando acontece.
Tantra significa sencillamente: Técnica para la expansión
de la consciencia o El cielo azul.
Hace ya miles de años que los seres humanos buscan expandir
su consciencia. La búsqueda espiritual, la conexión del ser humano
con el misterio de la existencia, con aquello que nos desborda y
nos eleva, es algo que sucede desde que el ser humano se
preguntó por primera vez: ¿Quien soy yo? ¿Cuál es mi sitio en
esta infinita existencia? ¿De dónde vengo y a dónde voy?
¿Para qué vivo, produzco y me reproduzco?
Estas preguntas trascienden el mero propósito inconsciente del
mamífero, que se alimenta, reproduce y vive desde una inteligencia
instintiva, partícipe de la totalidad pero sin consciencia mental y emocional.
Al tomar consciencia de si mismo y de su existencia, el ser humano
se desprende aparentemente de la participación de la totalidad,
añora la unión y se siente solo, separado y, por lo tanto, pequeñito
dentro de la inmensidad. Así comienza una búsqueda, un viaje de
consciencia de la individualidad hacia la unidad. Del miedo al amor!
Del instinto de supervivencia del individuo y la necesidad de poder
personal al amor fraternal con todo lo que existe!
Todas las religiones son muletas para devolver al ser humano
la sensación de pertenecer, a Dios, a la existencia,
a la totalidad de lo que Es.
Las religiones proveen de fórmulas y dogmas para inducir
la consciencia de espíritu frente a la naturaleza puramente inconsciente.
Buscan elevar al ser humano a un ser de consciencia que trascienda
los instintos animales y dirija su mirada hacia el amor y el espíritu.
Sus dogmas y mandamientos tienden a prohibir y reprimir
ciertos comportamientos para así trascenderlos y vivir desde un
plano de existencia menos enfocado en la mera supervivencia,
la avaricia, el deseo primal o sexual, para ser más expandido,
generoso, consciente y conectado con la fuente de toda existencia.
Desgraciadamente la represión, el castigo y los sistemas de
creencia sobre comportamientos y pasiones humanas no han sido
buenas medidas de aprendizaje, ya que todo lo reprimido
se retuerce y encuentra caminos inconmensurables de expresión.
Este ha sido el caso con las expresiones sexuales y emocionales
del ser humano, que no han sido observadas sin juicio, con
inteligencia, con una actitud científica y meditativa.
Siguen siendo áreas del ser humano que se viven con muy
poca consciencia, responsabilidad y conocimiento de uno mismo,
de su cuerpo y de su alma. La sensación de pecado, vergüenza
o culpa impide al ser humano tomar consciencia de si mismo y,
por lo tanto, ser dueño de su energía y de su conexión con la fuente.
Los legados tántricos nos hacen herederos de una forma
preciosa de observar al ser humano de una manera holística,
como ser sexual, emocional, intelectual y espiritual. Todas estas
expresiones son expresiones distintas de la misma
energía de vida que nos atraviesa.
Tantra no es una religión, es una forma religiosa de vivir la vida,
en la que se adora, presta atención y celebra las cosas esenciales:
la comida, el movimiento, el encuentro íntimo, el aseo, la mirada,
el tacto, el olfato… La cualidad de un encuentro o de una creación,
de un nacimiento o de una muerte.
La divinidad reside en la consciencia de un ser humano. Un ser
humano con consciencia, que vive sus instintos, pasiones, deseos,
emociones, pensamientos, actitudes, etc… Con claridad y apertura.
Este camino de aceptación, de no-discriminación, a veces
es confundido con un hedonismo o indulgencia de las pasiones y
deseos humanos. Es todo lo contrario. La diferencia entre la
aceptación y la observación de lo que acontece y la pura permisividad
o indulgencia, es la presencia total e individual de la
consciencia en el aquí y ahora.
Esto requiere una gran disciplina que se va adquiriendo. La
disciplina te lleva a observar desde tu centro las olas de la vida
atravesándote y, al mismo tiempo que las acompañas, sigues
siendo pura consciencia reflejando lo que Es sin perderse en
ellas. La consciencia por su naturaleza siempre encauza con la
mejor opción disponible en el momento el fluir de las cosas.
Para el camino tántrico la misma observación amorosa y presente
de algo lo transforma, lo hace fluir y encontrar su cauce sano y
natural. Este fenómeno es llamado en la mitología: el encuentro
entre Shiva y Shakti, entre consciencia y energía,
entre lo observado y el que observa.
Por eso la disciplina que se aprende en tantra es a estar presente
en tu cuerpo sintiendo lo que es en apertura, con la consciencia expandida.
Muchísimas meditaciones del Vyghyan Bhairava Tantra son
exclusivamente para despertar el fuego de tu presencia. También
la respiración juega un papel sumamente importante en el camino
tántrico. Contribuye a tomar consciencia y a abrirse para sentir y
soltar emociones sin digerir. De esta manera se relaja la musculatura
de tensión que acoraza el cuerpo y uno se vuelve más esponjoso
y fluido y disponible para el presente!
Así pues, el camino que el tantra traza, nos va acompañando
a soltar capas de protección para reemplazarlas por una consciencia
despierta de tu cuerpo, de la energía vital, del Ser. La energía
sexual tiene un potencial de vitalidad y creatividad inmenso y no
solo sirve para crear otra vida, sino para despertar la vitalidad,
la alegría y la consciencia en uno mismo.
Este potencial es observado en el Tantra y en el Tao de la sexualidad
y, a través de esta observación pausada y sin prisas, nos enseña a
entender el fluir natural de la energía y a hacerle espacio para que llene
cada célula y cada fibra de nuestro sistema nervioso, revitalizando y
despertando potenciales latentes en nosotros de energía,
consciencia y creatividad.
Además, nos provee de herramientas para tomar consciencia de
nuestros patrones energéticos a la hora de intimar. Entendemos
nuestras necesidades de acercarnos y alejarnos, de abrazar y
ser abrazado, de seguir respetando y comunicar nuestra
verdad con presencia y apertura.
Para el tantra, el contacto físico, caricias, abrazos, masajes,
miradas, danzas, etc… Son una necesidad de todo ser humano.
Son gestos que vividos y compartidos de una manera consciente,
te hablan de ti mismo, de tu corazón y del corazón del mundo.
Te hacen salir del intelecto y sentir, te conectan con el corazón.
La cualidad del amor y de la devoción surge de vivir las cosas
cotidianas presenciándolas, la mirada de tu hijo a la hora del desayuno,
una caricia de alguien querido, un beso, un atardecer, la textura de
la ropa que te roza, los sonidos, tu cuerpo mientras estás trabajando,
cuando haces el amor, en apertura, relajado, sin metas, presenciando,
amando… De esta manera el espíritu no está separado de la vida,
de los quehaceres humanos, de los encuentros, de la vida sexual y
amorosa, del trabajo y la política, si no que la consciencia y la apertura
amorosa desciende en todos los ámbitos y los transforma.
En una sociedad donde la humanidad se dedicara a tomar
consciencia de su cuerpo, sus emociones y su divinidad y dedicara
sus capacidades, su vitalidad, el fuego de su creatividad y alegría
a contribuir con su entorno, a crear, respetando la naturaleza de
las cosas, observador e inteligente, apoyándose en la tierra con
humildad en vez de con soberbia, confiaríamos más los unos en los
otros, sabríamos ocupar nuestro lugar conscientemente y
haríamos de esta tierra un paraíso.
Con amor, Astiko
Fuente: www.proyectolibremente.com