Te olvido porque
me cansé
de olvidarme
de mi mismo
Te olvido porque me quiero, porque me he cansado de ser
este satélite que da vueltas a tu alrededor perdido y sin rumbo.
Como esa luna que ya no brilla y que ha perdido
su magia e incluso su luz.
¿Por qué llegamos en ocasiones a estos extremos en los
cuales, perder nuestro equilibrio y nuestra autoestima por otras
personas? Sin saber cómo, algo va tirando de nosotros hasta
deshilacharnos, hasta dejarnos con el alma maltrecha
y vacíos de ilusiones.
Es importante que recuerdes que toda relación afectiva se
basa en vivir la vida junto a una persona. Jamás cometas el
error de vivir tu vida por y para esa persona, poniendo las
llaves de tu felicidad en sus bolsillos.
Ahora bien, tenemos claro que olvidar no es fácil, de hecho,
a día de hoy nadie dispone de esa pastilla ideal con la cual,
desvanecer para siempre cada instante de una mala relación.
Olvidar, de hecho, no es la solución a todos los
dolores del alma y el corazón.
Se trata de ir bajando “el volumen” del recuerdo, de desactivar
su importancia para que ese ruido, no nos impida volver a vivir
con equilibrio y dignidad. Asumir, aceptar el propio proceso
con toda su carga afectiva y sumergirse con responsabilidad
en el mundo emocional que se nos presenta es lo más
honesto y sano que podemos hacer...
Cuándo me olvidé de mi mismo
La necesidad de olvido llega tras haber tomado una
decisión y haber dado el paso. Por tanto, va implícito un gran
acto de valentía y madurez emocional al percibir que necesitábamos
dejar algo que nos estaba causando daño.
Por muchos días que pasen, por muchas estaciones que veas
pasar ante tu ventana, el tiempo no te hará olvidar. Lo que sí te
permitirá es poner las cosas en su lugar y sobre todo madurar.
Porque lo que es difícil de verdad es olvidar a quien te hizo
olvidarlo todo... asumiendo la responsabilidad de tu propio
abandono podrás agradecer el gran aprendizaje que esa persona te facilitó.
Si has vivido una relación de estas características, en la
que llegaste a darte cuenta de que estabas dejando de ser tú
mismo, sabrás sin duda el largo proceso de recuperación y
sanación interior que conlleva el volver a “reencontrarnos”. Ahora
bien… ¿Qué hace que lleguemos a estos extremos? ¿Por qué
nos dejamos llevar de una forma tan ciega por y para otra persona?
Son relaciones muy codependientes
De alguna forma, lo que llegamos a hacer es “diluirnos” con
la persona que amamos perdiendo nuestra individualidad.
El problema está en que muchas veces lo hacemos de libre
voluntad, completamente enamorados y entendiendo de
esta forma el amor y la propia relación.
Poco a poco va llegando un punto en que valoramos
las necesidades del otro como más importantes que las nuestras.
Te sorprenderá saber que no siempre hay una imposición de
un miembro de la pareja sobre el otro para que esto ocurra.
Dentro de la psicología popular, se habla por ejemplo
del síndrome de Wendy, en referencia al personaje de Wendy
Darling en la novela de Peter Pan. Son, generalmente, mujeres
que entienden el amor “como ofrecimiento total al otro”,
atendiendo y cuidando a la pareja mientras se
dejan a ellas mismas en un segundo plano.
Relaciones en las que “el poder”
recae en una sola persona
Si hay un miembro de la pareja encargado de tomar decisiones,
y de priorizarse por delante del otro, se genera una relación
desigual condenada al sufrimiento.
La otra persona verá vulnerada su autoestima y su integridad,
será, por así decirlo, como ese satélite que da vueltas alrededor
de un planeta, sin rumbo, sin luz y cada día más a la deriva.
El olvido por uno mismo llega de modo
progresivo y de forma irremediable.
"Recordar es fácil para quien tiene memoria,
el olvido es complicado para quien tiene corazón"
Puesto que tienes corazón, el olvido será esa ancla hundida
en él que pocas veces te permitirá ser libre de los recuerdos
del ayer. Ahora bien, en ocasiones lo que buscamos no es
olvidar la relación en sí, sino desvanecer esa persona que
éramos antes y que tan poco tenía de nosotros mismos.
Hay relaciones que nos convierten en alguien que no somos.
Nos vuelven frágiles, vulneran nuestros valores y trafican con
nuestros sentimientos. Cuando te mires al espejo y no te
reconozcas debido a esa tristeza impresa en tu expresión,
reacciona.
Quien te convierte en alguien que no eres, en realidad
no ama lo que eres. Sino a la imagen que ha creado o que
él mismo tiene en su cabeza. Si te conviertes en lo que no
eres para agradar a otro, es que no amas lo que eres.
Y eso es porque no lo has mirado... ahora es el momento.
La pareja que esté a tu lado debe respetar tu esencia,
tu luz, tu persona en todos sus matices.
En el momento en que desee cambiar algo de esto, y tú
lo permitas justificando que lo haces por amor, empezarás
a caminar por un abismo muy peligroso.
Siempre llega un momento en que haces balance de cómo
te sientes y de lo que mereces. Si hay más lamentos que
felicidades, y si eres consciente de que mereces equilibrio
y sobre todo felicidad, serás valiente para dar el paso.
Ten en cuenta que en realidad, no se trata de olvidar
cada día vivido en esa relación. Se trata de recordar sin
que te duela, y eso es algo que el día a día te irá permitiendo.
Siempre será más difícil olvidar a quien te dio cosas buenas
que recordar. Si solo te ofrecieron lágrimas y decepciones,
déjalos ir de tu mente y tu corazón, como esa astilla
clavada que por fin, te permite respirar.
Fuente: www.lamenteesmaravillosa.com