La sombra en
las relaciones
de pareja
Me pregunto por qué de entre todos los campos en los que es posible
investigar y acompañar a otro ser humano a mejorar su vida para lograr ese
anhelado bienestar que todos buscamos, he elegido el de terapia de pareja.
Sin duda, una de las respuestas, la que quizás no casualmente hable más de mi
propia sombra, sea la de : “para curarme a mí misma y corroborar que sí es
posible lograr una relación de pareja sana, madura y que aporte amor
consciente, proyecto compartido y crecimiento a nuestra vida”
En verdad “todo en la vida es relación”. Somos una especie que para
poder vivir, necesitamos relacionarnos con otras personas. Estas relaciones
pueden darse de forma positiva o de forma negativa, y bien sabemos que
todos anhelamos poder tener relaciones que aporten paz y serenidad a
nuestra vida. Y, de entre todas las relaciones, es quizás la relación de
pareja el mayor de los espejos donde se reflejan nuestras mayores
cualidades y nuestras sombras más recónditas.
Sabemos que para construir una relación de pareja sana, la vida nos pide
estar dispuestos a atravesar momentos de gran incertidumbre, momentos
que, como “ritos de paso”, nos permiten el posterior crecimiento en
nuestras siguientes etapas de vida.
De la misma forma que “dos palomas atadas de las patas suman cuatro
alas, pero no pueden volar”, cuando el ser humano a lo largo de su vida no
aprende a individualizarse de la unión simbiótica de origen con sus padres,
su proceso de crecimiento en la relación de pareja se estanca. Y parece ser
que ésta constituye una de las mayores sombras en las relaciones de pareja
actualmente: la dependencia emocional.
Es paradójico el hecho de que cuanto más eficiente es la dependencia
mutua de 2 personas, más independientes y audaces se vuelven estas.
En este sentido, es importante distinguir lo que es un apego sano de uno
insano, o una dependencia sana de una insana dependencia emocional.
Por lo tanto, una vez que hemos elegido pareja, no tiene sentido
preguntarse si hay o no dependencia: siempre la hay. Pero es muy diferente
un apego ansioso a un apego sano. Parece ser que es posible y
aconsejable el depender de nuestra pareja emocionalmente, pues a menudo
la facultad de enfrentarse al mundo desde la autonomía, nace precisamente
del hecho de saber que contamos con alguien que nos apoya.
Cuando contamos con una base de seguridad afectiva, sentimos que el
mundo está a nuestros pies: corremos riesgos, somos creativos y tratamos
de hacer realidad nuestros sueños. Por el contrario, cuando esa sensación
de seguridad brilla por su ausencia, nos cuesta mucho más centrarnos
e implicarnos en la vida. El trabajo para superar la dependencia
insana se centra en la maduración emocional de la propia persona. En
realidad, tal inmadurez puede darse también en personas de edad avanzada
con responsabilidades profesionales, años de matrimonio e incluso con hijos
crecidos y ya fuera de casa. Y puede decirse que esta pauta responde a un
patrón cultural y familiar, cuya superación no se enseña precisamente
en universidades o escuelas. Para superar el nivel de codependencia
o apego insano, se precisa de un sostenido desarrollo personal y de
auto observación…. “Conócete a ti mismo y conocerás a Dios”, decía
ya hace siglos el oráculo de Delfos.
¿Pero que hay en realidad detrás de la
temida y a la vez tan frecuente dependencia emocional?
Detrás de esta dependencia se halla la amenaza de la pérdida,
una amenaza que lleva a manipular al otro como estrategia de control
en la vida cotidiana de pareja. Algo que sin duda precisa el trabajarse
en la auto consciencia de las propias pautas y la liberación
progresivamente de la falsa seguridad que conlleva la “dorada
jaula” que falsamente suele suponer una relación de pareja. Se
trata, pues, de cultivarse y alcanzar una independencia tal que permita
mantener límites sanos en la propia privacidad, sin merma alguna del
sentimiento de amor, compromiso y cuidado por quien se ama.
Érase una vez una mujer que vivía disfrazada de mujer. Y un hombre
que vivía disfrazado de hombre. Cuando se encontraron creyeron esta
comedia y formaron pareja. El hombre falso y la mujer falsa, haciendo
esfuerzos tremendos, alcanzaron una modorra que llamaron felicidad.
El hombre y la mujer verdaderos no llegaron nunca a conocerse.
Fuente: www.escuelatranspersonal.com