El amor verdadero
no nace o aparece,
se construye
Hablemos de amor verdadero, pero de ese amor sin envoltorio,
sin artificios ni romanticismos. El auténtico y el que es capaz de
perdurar en el tiempo aportando una felicidad sincera, una cotidianidad
enriquecedora donde la pareja, puede crecer personalmente y en conjunto.
¿Existe el amor verdadero? Desde luego que sí, pero no debemos
tener como referencia el mundo del cine o de la literatura, estamos seguros
de que a tu alrededor, o puede que incluso tú mismo, lo estés viviendo.
Si es así, estamos seguros de que ya conoces el secreto: el esfuerzo,
la dedicación por construir día a día esa relación, ahí donde ambos
miembros son capaces de hacer equipo y aportar sus energías por igual.
Porque en ocasiones, el amor por sí solo no basta. No importa la
pasión, la atracción o ese sentimiento que nos ciega y nos desborda.
Una relación saludable necesita algo más que todo esto para
ser auténtica y perdurable. Hablemos hoy sobre ello,
ahondemos en el concepto del amor verdadero:
el que no duele y que nos enriquece.
El mito del
amor romántico
Puede que el mundo del cine y la literatura sean los grandes
culpables de que muchos hayamos crecido teniendo como referencia
ese tipo de amor “romántico” visto en la gran pantalla y leído en las
páginas de los libros. Grandes historias capaces de encandilarnos
para hacernos soñar, falacias insostenibles que, raras veces,
podemos encontrar en el mundo real.
“El amor romántico” no es amor verdadero, debemos tenerlo claro.
Y más aún, debemos ir con cuidado de no caer en esos peligrosos
mitos que en ocasiones, se encierran en el ideal del romanticismo:
El amor es para siempre: Esta idea no es del todo falsa, no podemos
negar que son muchas las parejas que capaces de mantener vivo
su amor hasta el día de su muerte. Ahora bien, lejos de pensar que
“el amor debe ser para siempre”, pregúntate primero si eres feliz hoy.
Y más aún, en ocasiones, hay amores fugaces pero tan intensos,
que merecen la pena vivirse por igual.
Los celos son una muestra de amor: Para el amor romántico, los celos
son una expresión de afecto. Sin celos no existe un amor real y sincero.
La idea de los celos como muestra de amor es un riesgo absoluto,
una muestra de dominación y desconfianza que edifica gran parte de
esas relaciones tóxicas que vemos tan a menudo.
El amor es pasión: Otra idea muy característica del amor romántico,
el pensar que una relación sin pasión no es una auténtica pareja.
Los sentimientos deben llevarse al extremo, ahí donde la sexualidad
encuentra su máxima expresión, donde el afecto no tiene término medio.
Un mito falso, pues como ya sabemos una relación de pareja atraviesa
diferentes etapas donde a pesar de que con el tiempo, se pierde esa
intensidad del inicio, sigue existiendo una intimidad y una complicidad
que unen aún más a sus miembros.
Los cimientos de
un amor verdadero
El amor verdadero no necesita artificios ni se sustenta en esa
magia donde las cosas, salen bien porque “estamos predestinados”.
Obviamente, ello no quita que exista esa chispa donde la casualidad,
tuvo quizá gran parte de culpa de que dos personas se encuentren,
pero dejando el “halo de magia” a un lado, lo que verdaderamente
importa, es el día a día, ahí donde las pequeñas cosas,
edifican una auténtica relación.
¿Sabes qué otras dimensiones son
las que construyen un amor verdadero?
Una buena comunicación, ahí donde la escucha sea sincera,
donde se pueda hablar de modo democrático, llegando a
acuerdos. Las fuerzas están repartidas y no hay perdedores,
la balanza siempre tiende a equilibrarse y los diálogos, son continuos.
Y ojo, en una buena comunicación también están presentes las
discusiones, es algo normal y donde es necesario ser sinceros.
Recuerda que es importante no guardarse o esconder nada, de lo
contrario, más tarde, puede aparecer el rencor.
Apoyo y reconocimiento. Los dos miembros se respetan y se
valoran con autenticidad, reconociendo virtudes y defectos.
No hay desprecios, no hay ironías ni humillaciones, la consideración
es muta y se permite el crecimiento personal, a la vez,
que se madura como pareja. Complicidad y cariño sincero. Es
posible que con los años, perdamos esa pasión de los inicios,
pero aún así, seguimos siendo felices. Una pareja saludable,
feliz y satisfecha, sabe que el amor verdadero se nutre de esa
complicidad cotidiana donde buscarse con las miradas, donde seguir
sonriendo e ilusionándonos por un futuro en común.
Fuente: www.lamenteesmaravillosa.com