Mercedes de Francisco,
psicoanalista:
“EL AMOR ES UNA ELECCIÓN
ABSOLUTAMENTE INCONSCIENTE,
NO ERES DUEÑO EN
TU ELECCIÓN”
(3ª parte)
¿El amor y el enamoramiento se llevan bien?
¿Se dan siempre de manera sincronizada o no tiene por qué?
Si la relación sexual es imposible, la pregunta sería:
¿Por qué nos enamoramos? ¿Cómo es que necesitamos
otro cuerpo y a otro? En un momento dado lo necesitamos.
Toda la poesía muestra eso. Las canciones románticas,
la literatura, el cine… hay algo en ello de milagroso, de
“loco” entre comillas, porque las pasiones
amorosas a veces también pueden ser delirios.
La socióloga Eva Illouz dice en uno de sus libros que el flechazo está
desapareciendo. Cuando habla de flechazo se refiere de alguna
manera a la frase que comentábamos de Cortázar, ese rayo que te
atraviesa, eso que yo no elijo, eso que no sabes bien
qué es pero que ocurre. Evidentemente, todo flechazo tiene
un aprés-coup, es retroactivamente, echando la vista atrás, como
se puede ubicar ese primer instante que nos arrebató. En un primer
momento, se puede tener una afinidad con alguien y que eso no
vaya a ningún lado. Otras veces, esa afinidad puede llevar a algo
muy intenso. En el comienzo se puede dar el deseo y luego eso
no se transforma en amor, esta transformación ocurre
unas veces y otras no. Por eso, es una cuestión de azar y
de contingencia. A lo mejor ha pasado por delante tuyo un hombre
a quien hubiera sido magnifico amarle y que te amara, pero no, aunque
haya habido esto no ha habido nada más después. En las primeras
entrevistas los pacientes cuando hablan del amor o de la pareja es
interesante lo que dicen sobre el encuentro. Porque ahí se ponen
en juego importantes claves y ellos mismos se sorprenden
de sus propios relatos. A menudo a ese encuentro no le dan
importancia, pero cuando empiezan a indagar resulta que tiene
más peso de lo que parece. El encuentro es algo azaroso y también
contingente. Tiene que ver con nuestras marcas.
Algo que no se puede escribir, la relación sexual, de repente,
contingentemente “cesa de no escribirse” y se tiene la ilusión de
la posibilidad, de que es posible. Y si de ese instante se pasa
a querer seguir escribiéndolo, querer eternizarlo a través de esa
escritura, a no cesar de escribir ese amor. Ante eso Lacan es
muy claro: “valentía ante fatal destino”.
¿Cómo nos explicarías de manera
resumida –porque de ello podríamos
hablar largo y tendido-como entiende el amor
Freud y como lo entiende Lacan?
Jacques-Alain Miller ha hecho un enorme trabajo sobre estos
temas y le agradezco especialmente su orientación.
Tiene un seminario que se titula ‘Los divinos detalles’ en el que
habla de esos divinos detalles que encuentras en el otro. Y nos
habla de Beatriz y Dante, del coup de foudre, del flechazo. Para mí
en ese seminario Miller hace un trabajo magnifico que puede
orientar a quien quiera trabajar el tema del amor de Freud a
Lacan. Hace un trabajo sobre los planteamientos freudianos del
amor y qué saltos dio Lacan. Miller nos habla, por ejemplo, de cómo
uno ama a quien le supone el saber sobre uno mismo.
Lacan da en otro momento de su enseñanza, en ‘Encore’ [Aun]
un salto, y claramente se desprende de alguna manera de Freud
definitivamente. En distintos lugares Lacan va mostrando que, incluso
en algún momento, “hay que dejar de dormir en el mismo lecho que
heredamos de los padres”. En este punto se refiere de
alguna manera a Freud. Hay algo de la idea del amor en
Freud que termina siendo un amor que tiene que ver con la
repetición. La repetición que lleva la marca del Edipo. Con ese
punto de repetición no hay manera de salir de las determinaciones,
es muy difícil. Por eso Lacan introduce algo
distinto. Va a seguir habiendo repetición pero ésta
tiene que ver con una escritura del sujeto, una repetición
que tiene que ver con su marca, con su marca más singular,
que ya no es dependiente del Otro, que ya no
es referida al papá o la mamá.
Hay momentos en un análisis muy interesantes, en los que el
propio analizante se va desprendiendo de su “mito
individual de neurótico”. A partir de entonces, ya se
trata de otra cosa. Esto se va haciendo desde el principio, del lado
del analista; el analista interviene para que el sujeto vaya encontrando
esto. No se trata de ir aconsejando nada, sino con la escucha
interviene para hacer aparecer la diferencia entre esas determinaciones
edípicas y lo más propio. Y en ese momento el sujeto ya no puede
volver atrás. Ya no es que mi papá, mi mamá, mi hermano, mi
hermana… es algo suyo, se trata de una invención que cada uno ha hecho.
En el libro haces muchas referencias al
cine y a la literatura. ¿Qué amores del
cine o de la literatura podrían responder
a ese nuevo amor del que hablas en tu libro?
Es interesante tu pregunta. Efectivamente en el cine o la literatura
vemos o leemos una narración, hay algo de eso que no se puede captar.
Y este nuevo amor tiene que ver con la imposibilidad de decir. Entonces
más que ponerte un ejemplo de qué película o qué libro serían un ejemplo
de este nuevo amor, se trataría más bien de qué escritor, qué
escritores, qué cineastas tratan o pueden encarnar mejor esta imposibilidad.
Y eso depende. Cada uno tiene sus preferencias. No es para darte
un ejemplo de este nuevo amor, pero en ‘Los puentes de Madison’,
que es una película contemporánea, se nos muestra, por
ejemplo, una típica relación imposible.
Imposible no porque ella no se pueda ir con él, se puede ir con
él perfectamente. En la película de Clint Eastwood está el cuerpo y
luego está esa decisión entre comillas. Se muestra bien la diferencia
entre su matrimonio, donde ella quiere a ese hombre que, además,
es el padre de sus hijos; y este amor que la parte en dos, que no
lo elige, que es un encuentro, que es puro azar y que compromete
su cuerpo. Ahí está este punto fundamental.
La película transmite, de alguna u otra manera, que con ese hombre
al que quiere, con el que se va a quedar, con el padre de sus hijos, hay algo
del cuerpo a cuerpo que no la atravesó de esa manera, no
tocó ese punto en ella. Creo que quizás hay momentos en las
películas, momentos en las historias donde esa imposibilidad puede
mostrarse. Pero se trata de eso, de cómo cada película bordea mejor
ese imposible de decir, cómo cada película o libro logran
enmarcar mejor la imposibilidad.
El amor también tiene algo de dolor y de pérdida
Ya que introduces este tema de la pérdida. Yo creo que habiendo
entrevisto en un análisis algo de esta cuestión, de lo imposible, una
pérdida en el amor no va a dejar de tocarte el cuerpo, si ha sido un
amor intenso, no va a dejar de tener efectos en tu cuerpo y en tu
vida, pero no va a ser devastador.
El problema es cuando eso de lo imposible está forcluido. La
socióloga Eva Illouz en sus libros, -de los cuales me interesan sus
descripciones de campo más que su visión en la que tenemos
opiniones muy distintas-, lo describe bien.
Illouz habla de cómo todo se ha psicologizado y se cree en una
elección como si se tratara de una decisión consciente y voluntariosa,
lo contrario de lo que plantea Cortázar.
Se repudia toda la idea de inconsciente y se trata entonces de
elegir bien, como si eligieras el mejor sofá. Y teniendo eso como
referencia, comenta ella, cualquier pérdida en el amor, cualquier historia
que termina se acaba convirtiendo en un fracaso para “el yo”, se termina
traduciendo en un fracaso de orden vital.
La pregunta es siempre. ¿Por qué has fracasado?
Se centra en el paradigma de que los sujetos no “han sabido hacerlo
bien”, no han sabido elegir, es una mala elección, etc. Pero puede
que haya sido una experiencia magnífica, puede haber sido un amor
muy intenso que te deja cosas muy importantes para la vida, una
experiencia que te ha lanzado a hacer otras cosas y te abrió otros
campos y, sin embargo, que en un momento dado se termine, y tener
que sufrir el final de eso y aceptarlo, e incluso de ahí también sacar
consecuencias y encontrar fórmulas. No se trata de psicologizar
la pérdida en el sentido de: igual que viene usted a curarse de la
falta de erección o de la eyaculación precoz, venga usted a curarse
de sus malas elecciones, y conéctese en la página de Meetic que
tenemos unos perfiles estupendos que vienen muy bien para su “yo
ideal”. Ese estilo de elecciones buenas para que la cosa salga bien
es una absoluta falsedad, pero sobre esa falsedad se sostiene todo eso.
Como he comentado antes, uno encuentra algo en el otro que
tiene que ver con tu propia marca, algo tuyo lo encuentras en otro,
cuando a ese otro lo pierdes te planteas ¿qué hago
ahora con esta ausencia? Esto mío pero que lo había puesto
en otro cuerpo. Era con ese cuerpo y no con otro, y eso ya no está.
Eso tiene unos efectos importantes. Y no hay que quitarle nada de
su intensidad, ni de su fuerza. Creo que esa intensidad y ese dolor,
si uno en su experiencia analítica ha logrado entrever todo esto de
lo que venimos hablando, se vive de otra manera, o al menos de
mejor manera que si sólo se trata de la pura pérdida
y el puro desconocimiento.
¿Y cómo se llega a descubrir o a
descifrar esta marca singular?
Con un análisis, claro.
Fuente: www.lacasadelaparaula.com