EL SIMBOLISMO ESOTÉRICO
DE LOS AMORES DE LOS
DIOSES GRIEGOS
EN SU LIBRO "LOS AMORES DE LOS DIOSES",
RAIMON AROLA ESTUDIA EL
TRANSFONDO ESOTÉRICO Y ALQUÍMICO
DE LOS AMORES DE LAS DEIDADES
Los antiguos griegos fueron especialmente
imaginativos en su visión del erotismo,
proyectando a los dioses una prodigiosa sensualidad.
Las promiscuas, mágicas y lascivas aventuras de sus dioses,
sin embargo, no eran solamente reflejos de una alta
sensibilidad erótica, sino que, también, eran expresiones
simbólicas que contenían una iniciación a los misterios de
lo que Marsilio Ficino llamó una teología poética.
Raimon Arola, profesor de simbolismo que mantiene el excelente
blog Arsgravis, ha hecho una fabulosa labor de desencriptar
estas sublimes y a veces candentes historias
en su libro Los amores de los dioses.
Zeus y Dánae
Quizás la historia más místicamente simbólica de los
amores del gran protagonista de la erótica olímpica,
Zeus, es la de su amorío con Dánae.
La hija del rey de Argos, Dánae, fue encerrada, ya que
un oráculo había vaticinado que la princesa probaría ser
fatal para el rey. Sin embargo, Zeus (Júpiter) es capaz
de superar todo obstáculo mortal, y su longividente mirada
que patrullaba tanto la tierra como el cielo, se
posó sobre la joven, de quien se enamoró.
La forma en la que la sedujo es quizás la más fina de la
historia. Zeus se coló a su aposento como una lluvia de oro.
De esa lluvia de oro seminal nació el gran héroe Perseo.
Raimon Arola lee en esto un tema alquímico:
La relación de la fábula con el lenguaje alquímico parece
más que evidente y confirma el estrecho vínculo entre la
mitología y las operaciones de la gran obra. La torre en la
que está encerrada Dánae representa el vaso químico en
donde se desarrollará la conjunción del fijo y el volátil; es
decir, de la materia, representada por Dánae,
y de Júpiter, el oro de los Filósofos.
La alquimia es el conocimiento de los misterios del oro,
que primero es espiritual y después físico. La lluvia de
oro es el primer estado del oro, que al unirse
con Dánae se convertirá en el oro físico.
Zeus y Leda
Quizás la historia de amor más legendaria, que ha sido cantada
por tantos poetas, sobre todo por sus implicaciones (aquí se
puede rastrear el mítico origen de la guerra de Troya, como
magistralmente lo insinúa Yeats en un poema),
es la cópula de Zeus y Leda.
De nuevo, Zeus observa a Leda, una bella princesa
bañándose en un río y se inflama por la belleza de esta
altiva doncella. En este caso, su estratagema consistió en
pedir a Venus que se transfigurara en águila y él mismo tomó
la forma de un blanco cisne. El cisne blanco trémulo, perseguido
por el águila voraz, encontró refugió en los brazos de la
princesa, a la cual se dispuso a penetrar, quizás todavía
sumida en la conmoción, en una estrategia que evoca
el arquetipo del amor tierno, que luego es aprovechado
para el ardor del erotismo salvaje.
Este mismo acto ha sido leído comúnmente también
como una violación. Entre la intrincada madeja mitológica,
que desafía por supuesto el mundo natural como lo
conocemos, Leda da a luz a los gemelos Cástor y Pólux,
el segundo siendo hijo de Zeus y el primero hijo de Tindáreo,
uno divino y otro mortal. No obstante, aquí se traslapa la
narrativa, ya que también este es el origen del nacimiento de
Helena, la más bella del mundo, cuyo rapto origina la Guerra
de Troya. Leda habría puestos dos huevos, en uno
nacieron Helena y Pólux, y en otro Cástor y Clitemnestra.
Raimon Arola hace una lectura simbólica de esto:
La alternancia entre la vida y la muerte de los hijos de
Leda, parece enseñar los misterios profundos de la doble
naturaleza del hombre. Una parte, representada por Cástor,
es el hombre carnal, fruto de la caída de los primeros padres;
el otro, Pólux, representa la semilla celeste enterrada en el
corazón del hombre. Uno y otro se necesitan, pues Pólux
no puede encarnarse sin Cástor, ya que gracias a él desciende
desde la morada de inmortalidad hasta el oscuro infierno.
Asimismo, Cástor no puede divinizarse sin Pólux.
La alternancia entre la muerte y la vida de estos dos
héroes parece señalar también las sucesivas transmisiones
que configuran la auténtica cadena de la tradición.
Una interesante conexión puede trazarse con la mitología
hinduista, en la que el espíritu universal Brahma es
simbolizado por un ganso blanco "hamsa" (en Occidente
a veces visto como un cisne), y el vuelo del ganso es el
vuelo de la liberación o el reconocimiento de
que Atman (el alma individual) es Brahman.
Fuente: www.pijamasurf.com